jueves, 31 de mayo de 2007

¿De dónde es una?

Hace unos días nos recordaba Lucía la fantasía china que dice que todos tenemos dos lugares de nacimiento.

Mi admirado y mil veces citado Fernando Vallejo opina que uno no es de donde nace, sino de donde se muere. Y no le falta razón, porque nadie puede elegir su lugar de nacimiento, pero puede tener la suerte de elegir dónde quiere morir.

Alguien dijo también una vez que la patria es la infancia. No sé quién fue. Google dice que fue Mishima. Con todo, fuera quien fuera, también estoy de acuerdo, pues todos, salvo trauma horroroso, nos sentimos emocionalmente ligados a los paisajes de la niñez.

Yo tengo otra frasecita de ésas. Creo que una es de todos los lugares donde ha sido feliz. Por eso digo que soy riojana, canaria, francesa, de Las Vegas (aunque no me casé), de Berlín, de un pueblo de la Calabria que se llama Tiriolo, de San Miguel de Azores y de donde el cuadro de la foto, claro.

Me dejo sitios, un montón, porque para ser de un lugar no hace falta haber estado en él; basta con quererlo un poco.

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NY tiene algo que no se puede explicar con palabras

Así hablaba Lucía hace unas lunas. Yo estoy sólo en parte de acuerdo con ella. Quizá no se pueda explicar con palabras, pero sí con poesía. O con prosa poética, claro.

¡Viva la primavera!
New York, el marimacho de las uñas sucias, despierta. Cual de la luz las estrellas lúcidas, en el anochecer del cielo van surgiendo, uno a uno, de la sombra, negros, los buques que la guardan en cerco férreo, anclados en el Hudson turbio. El día va poniéndose en su sitio y recobra su teléfono en su oficina de Broadway.
En un anhelo, doblado por la aurora, de ser pura, viene la primavera, nadando por el cielo y por el agua, a la ciudad. Toda la noche ha estado, desvelada, embelleciéndose, bañándose en la luna llena. Un punto, sus rosas, aún tibias solo, doblan la hermosura de la aurora, en lucha con el trust "Humo, sombra, barro and C.º" (...)
Los brotes sucios de los árboles de los muelles se sonríen, con una gracia rubia; cantan cosas de oro los gorriones, negros aún del recuerdo de la nieve, en las escaleras de incendios; los cementerios de las orillas estallan con leves ascuas el hollín, una banda rosa de oriente encanta los anuncios de las torres (...).
¡Vedla! Ya esta aquí, desnuda y fuerte, en Washington Square, bajo el arco, dispuesta a desfilar, por la Quinta, hasta el parque. (...) ¡Viva la primavera!

Juan Ramón Jiménez: Diario de un poeta reciencasado

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lunes, 28 de mayo de 2007

Kureishi

Hanif Kureishi es otro de mis favoritos. Me gusta porque es de esos escritores, como Bayly, que cuentan su propia historia pero, en vez de escribir memorias o autobiografías, la novelan y así tienen una vida literaria paralela que se cruza y se entrecruza con la real en proporciones que ni ellos mismos saben calcular.

Grazia Deledda también practicó en cierta medida el ejercicio apasionante de inventarse la propia existencia. Escribió una novela-autobiografía, titulada Cosima, de la que algún crítico dijo que era "su vida irisada". Curiosa expresión, ¿verdad?

Volvamos a Kureishi. Nació y se crió en Londres, hijo de inglesa y paquistaní, por lo que no tuvo más remedio que plantearse la cuestión de su propia identidad y contestar mil veces a la pregunta "¿Pero tú de dónde eres?", en un contexto social en el que odiar a los "pakis" era natural. Por eso se plantea Kureishi el racismo como ejemplo de "la necesidad humana de odiar".

Cuenta su infancia, adolescencia y juventud en "El buda de los suburbios" y su madurez en "Intimidad". La primera es bastante más alegre: le tocó vivir un Londres que explotaba de música y creatividad. "Intimidad" es bastante más amarga: trata de la traición y de lo difícil que es ser libre sin hacer daño a nadie. Siempre me ha gustado de "Intimidad" una cita terrible y sin embargo cierta:
…abandonar a una persona no es lo peor que se le puede hacer. Puede resultar doloroso, pero no tiene por qué ser una tragedia. Si uno no dejase nunca nada ni a nadie, no habría espacio para lo nuevo. Sin duda, evolucionar constituye una infidelidad…, a lo demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Tal vez cada día debería contener al menos una infidelidad esencial o una traición necesaria. Se trataría de un acto optimista, esperanzador, que garantizaría la fe en el futuro…, una afirmación de que las cosas pueden ser no sólo diferentes, sino mejores.
Pero, además de relatar su propia historia, Kureishi también pone de vez en cuando el pie en el terreno de la fantasía: en "El cuerpo" nos cuenta de un millonario sesentón que mantiene su cerebro en el cuerpo de un futbolista italiano. Y eso todavía es ficción, ¿no?

Ya metida en citas, le leo en una entrevista una frase que me gusta aunque no la entiendo muy bien. Dice: "Utilizar la imaginación es la única forma de vivir en este mundo, aunque también es una forma de sabotear los propios deseos." Que alguien me lo aclare, plis, concretamente la segunda parte.


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viernes, 25 de mayo de 2007

Borrachera de poder

Dice la documentación que amablemente te ofrecen en los cines Renoir, que Claude Chabrol hace un cine "tosco y fresco". Pues sí, esta peli, "Borrachera de poder" es así: tosca, fresca, descarnada, sin adornos, con una mínima banda sonora, básicamente actores y diálogo.

La historia se basa remotamente en un escándalo de malversación de fondos sucedido en Francia hace unos años, aunque Chabrol se ha esforzado por no hacer una película en clave, por que los personajes no sean fácilmente reconocibles. Así y todo, a la superjueza que hace Isabelle Huppert se le pueden poner nombres. ¿O no?

El filme es ella, otra mujer chabroliana en un entorno hostil, labios y guantes rojos en un universo de togas y trajes gris y negro; una jueza de instrucción que se atreve con la cúpula de un grupo industrial en buenas relaciones con el poder político; una tipa antipática -Huppert borda estos papeles de tía borde-, "empoderada", vanidosilla, lista como un demonio -labios rojos, guantes rojos-, curranta workaholic, un pelín resentida social, a la vez heroína solitaria y tonta útil.

Dicen que Chabrol no es nada cínico, pero yo veo algo muy atractivo y perverso en eso de que la protagonista caiga mal y que los grandes corruptos aparezcan como pobres hombres solos y enfermos. Bueno, al fin y al cabo, para ellos es más grande la caída.

En el mundo hay dos tipos de canallas: los que quieren dinero y los que quieren poder. Los primeros son fáciles de contentar. Los adictos al dominio son los verdaderamente peligrosos. De ellos habla esta película.

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miércoles, 23 de mayo de 2007

Los cuentos policiacos de Pardo Bazán

A Emilia Pardo Bazán la hemos estudiado todas y todos los que alguna vez hemos cursado una asignatura llamada Literatura Española. Sin embargo, ningún profesor nos dijo nunca que, además de La cuestión palpitante, La madre naturaleza o Los pazos de Ulloa, también escribió cuentos policiacos.

En la escuela aprendimos que doña Emilia fue la que introdujo en España el naturalismo de Zola, pero no que estuvo también entre los introductores del género policiaco anglosajón de Poe y Conan Doyle, y entre sus iniciadores y cultivadores.

Además, fue muy prolífica: a partir de 1890 escribió unas seiscientas narraciones breves. Las fue publicando en revistas y periódicos y también recopiladas en dieciséis volúmenes que se editaron mientras vivió, y en uno póstumo.

La recopilación que tengo entre manos es otra. La publicó en 2003 la editorial Bercimuel, con selección y prólogo de Danilo Manera. En ese prólogo leo que Pardo Bazán da el paso de los folletines decimonónicos con delitos y sangre al género detectivesto racionalista y hasta su puesta en diacusión y enriquecimiento posterior.

En el relato más extenso del volumen, La gota de sangre, imita evidentemente a Conan Doyle y sigue la estructura y el estilo del enigma británico. Presenta también a un detective aficionado, porque entonces los policías no tenían suficiente categoría social, cultural ni literaria. ¿Qué pensarían estos clasistas de hace ciento y pico años, si vieran las novelas actuales, protagonizadas por funcionarios?

El talante de Pardo Bazán es crítico y reformista. Admite las responsabilidades sociales que empujan al individuo a delinquir, sobre todo la falta de educación y de oportunidades. Está especialmente atenta a la violencia contra las mujeres y dispuesta a absolver a las criminales, pues, como escribe en La ilustración artística, "mientras la mujer no disfrute de la plenitud de los derechos civiles, no deben aplicársele las últimas sanciones penales".

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lunes, 21 de mayo de 2007

El secreto del rabino

Así se titula la última novela que he leído de Thierry Jonquet, aunque la publicó por primera vez hace la friolera de veintiún años en la editorial Joseph Clims de París. A mis manos ha llegado, cómo no, en Folio Policier.

No es una novela de Jonquet al uso. No se parece a las demás, no es exactamente una novela negra, aunque tiene su intriga. Es casi un relato de acción, de aventuras, que conserva, sin embargo, la estructura típica jonqueana de líneas que convergen: cuatro primos judíos que viven en puntos del planeta bastante alejados entre sí (Nueva York, Palestina, París y Moscú) reciben una carta: su tío el rabino ha muerto en su pueblecito de Polonia. Deben reunirse allí para recibir la herencia.

Otra diferencia es que los escenarios de esta novela no son contemporáneos ni trascurre en París, como en la mayoría de las de Jonquet, sino en la machacada Polonia de los años veinte del siglo pasado. De hecho, si dejamos a un lado el epílogo, que se va a 1945, la acción principal tiene lugar en un puñado de días entre junio y agosto de 1920, exactamente cuando tuvo lugar la batalla de Varsovia. Jonquet aprovecha para ilustrarnos sobre la convulsa historia de la Europa de entreguerras, que no fue precisamente un remanso de paz, pero sí, como todas las guerras y como dice un personaje, un escenario ideal para los negocios. Sólo un detallito para saber de qué hablamos: la ciudad de Varsovia fue destruida por completo; repito: por completo; comenzó a reconstruirse en 1945.

Se centra más concretamente en la historia de los judíos europeos, dispersos por el mundo, como los cuatro protagonistas. Uno, Moses, cruza el charco hasta Nueva York, pasa por la isla de Ellis y acaba comandando un grupete mafioso. Aquí introduce Jonquet escenas fuertecillas, de tortura y ejecuciones, a la altura de otras obras suyas como, por ejemplo, Moloch.

El siguiente protagonista, David, vive en Haifa, Palestina, cerca del Tel Aviv. Es un activista al servicio del ala dura de la derecha sionista. Trabaja concretamente en la preparación de un ejército de defensa judío.

Léon vive en París. Es un militar retirado, herido en una pierna en la Gran Guerra, se mueve en un ambiente marcadamente antisemita y reniega en cierto modo de sus orígenes judíos, hasta el punto de que ha afrancesado su apellido, Hirschbaum, y ahora se llama Hirchebin.

La cuarta en discordia es Rachel, una alta dirigente del partido comunista soviético, coleguita del mismísimo Lenin.

Como digo, los caminos de los cuatro primos, los cuatro gentes de acción, acostumbrados a buscarse la vida y defenderse en situaciones difíciles, se cruzan y entrecruzan, tras muchas peripecias (llegan a coincidir con Trotsky y con Einstein), en una Varsovia asediada por los rusos. A partir de entonces, a medida que se acercan a Niemirov, el pueblecito del tío rabino, los capítulos se hacen más cortos y la acción se precipita hacia el final.

Ya sabéis que servidora tiene debilidad por los insultos y las expresiones malsonantes en general y ya ha dicho aquí algo sobre insultos colombianos y peruanos. En El secreto del rabino se llaman unos a otros, con bastante frecuencia, racaille: los judíos a los comunistas, los aristócratas a los judíos, todos a los socialistas... Es curioso, porque racaille fue lo que llamó nuestro común amigo Nicolas Sarkozy a la gente de los barrios periféricos de París, cuando los altercados callejeros de 2006. Ésa fue la palabra que prendió la llama en la que ardieron tantos coches. Para que digan que las palabras no son importantes.

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viernes, 18 de mayo de 2007

Ya está aquí Cannes

Leo en El Cultural una entrevista con Giles Jacob, director del festival de cine de Cannes, que, como de sobra sabéis a estas alturas, este año se hace sesentón. El festival, no Jacob, que tiene algún año más.
  • Del festival quiero destacar la presencia de Wong Kar Wai, un tipo que ha hecho maravillas y promete prodigios, aunque la película que ha presentado no ha gustado a todo el mundo. De la entrevista con Jacob destaco cuatro cositas que ha dicho y me han hecho pensar, porque creo que os van a resultar interesantes.

  • La palabra festival está desgastada y devaluada. Debería reservarse para eventos que cumplan una serie de criterios. La abundancia de festivales es rídícula y contraproducente. Todas las ciudades de mediana importancia quieren tener un festival de cine, sobre todo por razones turísticas.

  • Se acusa muchas veces a Cannes de recurrir con demasiada frecuencia a las estrellas de Hollywood. Las estrellas hacen a la gente soñar y es bueno soñar, siempre que uno sepa despertarse.

  • No estamos atravesando una edad de oro cinematográfica. Las razones son la crisis de curiosidad del espectador mundial, la falta de originalidad de muchos guiones y las dificultades de los cineastas para conseguir financiación.

  • Cannes sigue siendo el primer festival del mundo por su amor a los artistas y realizadores, su prestigioso jurado internacional, la calidad de las proyecciones, la cinefilia de su selección, que se pueda ir a todas partes a pie y el placer de trabajar duramente en un ambiente vacacional. [Ved la foto y morid de envidia]
Os recuerdo que, excepto el entrecorchetado final, esto lo dice Giles Jacob, no servidora. Yo me reservo mi opinión para otro día, pero me encantaría leer la vuestra.


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miércoles, 16 de mayo de 2007

Montalbano y las mujeres

De todos los machos, machitos, machorros y machotes de las novelas de polis, el comisario Montalbano, el siciliano, el hijo más famoso de Andrea Camilleri, se lleva la palma y no precisamente la del martirio.

Montalbano tiene tres mujeres. En el trabajo, en la comisaría de Vigata, ni una; hasta ahí podíamos llegar. En Génova, a horas de avión de su casa de Marinella, vive su novia Livia, una tipa siempre enfurruñada, con un carácter terrible, propensa a la bronca y muy maruja: cuando visita a Montalbano en su casa, da vacaciones a Adelina, la asistenta.

Adelina y Livia no se pueden ni ver: la típica lucha de hembras-hembras por el territorio del macho. Adelina es muy aldeana, casi analfabeta, sólo habla en dialecto, como buena siciliana tiene hijos delincuentes y cocina como los dioses.

En la ordenación del mundo de Montalbano hay dos tipos de mujeres: las que saben cocinar y las que no. Al comisario lo invitan a comer cada dos por tres sus paisanos en sus casas. Siempre cocinan las esposas. De hecho, lo único que sabemos de ellas es si son buenas cocineras o no. ¿Qué más hace falta saber? Montalbano es mujeriego a su manera.

La tercera churri de Montalbano es Ingrid, la sueca buenorra de conducta escandalosa para los paletos isleños. Montalbano se trae con Ingrid un rollito adolescente de lo más tontorrón: se rozan, se soban, duermen juntitos, charlan interminablemente de noche frente al mar...

Montalbano no es un comisario ortodoxo, no sigue siempre (o casi nunca) las reglas, investiga con métodos peculiares a espaldas de sus superiores y en esas aventurillas lo ayuda Ingrid, que, al parecer, no tiene otra cosa que hacer.

De todas sus mujeres, Ingrid es la más compañera, la más coleguita, la que está más a su altura, pues con la novia es una escaramuza continua y Adelina sólo está a su servicio.

En una de las novelas de la serie, Montalbano resulta herido y yace después inconsciente en su lecho. De repente, recobra el conocimiento, abre los ojos, ve a los pies de la cama a Adelina, Ingrid y Livia y se vuelve a desmayar. Sin comentarios.

Camilleri es también siciliano, de Agrigento, donde los templos griegos. ¿Compartirá con Montalbano su ordenación del mundo y los seres humanos? ¿O estará haciendo una caricatura de la mentalidad de sus paisanos?

Con Camilleri me pasa como con Sue Grafton: tiene ochenta y tantos años; dentro de poco, adiós al hombre, finito il maschio, no tendremos ya más montalbanos.

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lunes, 14 de mayo de 2007

Cómo librarse de los demás

El infierno son los otros, dijo Sartre y formuló la esencia de la misantropía. Cómo no acordarme de esa frase con el título de esta peli, que ha ganado la edición número trece del FANT (Festival de Cine Fantástico) de Bilbao. Cómo librarse de los demás está escrita y dirigida por Anders Ronnow Klarlund, un joven danés del que servidora no sabía nada y que tampoco tiene mucho en la red. La produce Lars von Trier.

Como es de suponer, ya que ha ganado un festival de cine fantástico, la película pertenece a ese género, pero yo creo que ha ganado porque es terroríficamente real.

Copenhague, mañana mismo. Una joven de buenísima familia, que ocupa un alto cargo en el gobierno danés, redacta, medio en broma, una lista de las personas que más caras le salen al presupuesto del Estado. La lista se expande por webs, blogs y correos electrónicos, acaba convirtiéndose en ley y es aprobada en referéndum. Así entran en vigor los Criterios de Copenhague, que proponen acabar, entre otros, con la gente que vive de prestaciones, los alcohólicos y drogodependientes en general, la clientela habitual de los servicios sociales, los que traen hijos al mundo sin tener recursos para mantenerlos, etc.

Aprovechando el verano, cuando los daneses de bien están de vacaciones en Canarias, el ejército irrumpe en los barrios de bloques, detiene a sus habitantes y los confina en una escuela infantil. Y allá, entre peluches y dibujitos de colores, los juzga sumarísimamente y los ejecuta.

De tal manera, entre acusadores y acusados, que a veces intercambian sus papeles, conocemos a artistas acaparadores de subvenciones públicas; jóvenes cuya máxima diversión es reunirse en el centro comercial, elegir a un "negro feo", seguirle y darle una paliza; propietarios de burdeles que trafican con mujeres del tercer mundo y dicen cumplir con un fin social; funcionarios políticamente hipercorrectos, que en vez de "mortal" dicen "incompatible con la vida" y llaman "nuevos daneses" a los inmigrantes africanos; niños cuyo mundo se reduce a la tele, la Play Station, patatas fritas y hamburguesas; militares que se apiadan de la gente subsidiada que nunca ha tenido la oportunidad de luchar por sí misma...

Todo trágico y grotesco, con una sola esperanza real: hacerse con una patera de lujo y huir a África.


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miércoles, 9 de mayo de 2007

Las canciones que fastidian al Frente Nacional

Se llama Sarkozy y ha inventado la inmigración selecta. Es la historia del hijo de un húngaro que quiere ser rey de Francia. Se llama Sarkozy y desciende de inmigrantes. Ésta es una de las cincuenta canciones francesas recopiladas por Baptiste Vignol en el librito Cette chanson qui emmerde le FN, que ha salido en ediciones Tournon y sólo cuesta diez euritos.

La intención de este buen hombre es poner en evidencia la "lepenización" del pensamiento en su país, la progresión del Frente Nacional a partir de 1982 y la derechización general de la sociedad francesa, que ha quedado más que clara en las últimas elecciones.

Algunos de los títulos no se cortan un pelo: La bestia ha vuelto se llama el disco de la foto, de 1999, de Pierre Perret, un elegante. Hay también piezas de grandes-grandes como Jean Ferrat o Renaud y de otros músicos menos conocidos que hacen rap y reggae.

Leo en Le Nouvel Observateur que las buenas intenciones del recopilador no han dado siempre con buenas canciones. Algunas han envejecido ostensiblemente, otras rezuman una superioridad moral grimosa y unas terceras rozan el mesianismo ridículo: Todos vivimos en el mismo país y se llama Tierra (La Tordue, 1995).

Y, para acabar, varias preguntas que esperan respuesta. ¿Por qué demonios nos llega tan poca música francesa? ¿Por qué llega más de Italia, si está más lejos? ¿Alguien se imagina una versión local de este librito?

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lunes, 7 de mayo de 2007

Malos que molan

Ya lo decía Hitchcock (¿lo he escrito bien?): los malos no pueden ser malos durante todo el metraje; hay que adornarlos con rasgos humanos para que resulten interesantes. Si el malo funciona, la historia funciona. El éxito de las historias reside en los malos y en las malas.

Sin dejar a Hitchcock (sí, lo he escrito bien), un ejemplo estupendo de buen malo es Alexander Sebastian en Encadenados. El gran Claude Rains hizo un nazi malo, tan malo como deben ser los nazis en las pelis americanas, y al mismo tiempo derretidito de amor por Ingrid Bergman, hijo solícito de su venerada madre y muertecito de miedo por lo que pudieran hacer de él sus amigos de la cuadrilla nazi, al enterarse de que se había casado con una espía.

Eso es un malo conmovedor, de los que llegan. Por citar otros, hablaré de Hannibal Lecter, el gastrónomo, melómano y amante de la pintura italiana, la mejor creación de Thomas Harris. Y tengo otro ejemplo más reciente: Idi Amín Dadá, el que vimos en el filme El último rey de Escocia, de la novela de Giles Foden. Idi Amín es un personaje literario donde los haya, un tipo que nació en la miseria y llegó a presidir ejércitos y todo un país, por obra y gracia de sus aliados británicos. El hombre se cargó a centenares de miles de opositores a su régimen y a otros tantos inocentes que pasaban por allí; los pasó a cuchillo, los ametralló, los colgó por la piel... También era un buen amante de sus esposas y cariñoso padre de sus hijitos, le encantaba el fútbol y las faldas escocesas y tenía un gran sentido del humor. Era un tipo afable y un anfitrión perfecto.

[Perdonad el siguiente comentario tontorrón que no puedo evitar: me chifla el ojo semicerrado de Forest Whitaker.]

En la peli (la novela no la he leído) lo mismo que pasa con Idi Amín, pasa con Uganda, con África. En África hay hambre, enfermedades, tragedias, matanzas. Y niñas y niños que ríen y juegan en las calles, mujeres que visten de alegres colores, gentes que bailan y cantan en toda ocasión, hermosísimos lagos, playas, bosques. Así es la vida de complicada.

No puedo dejar de hablar de mis dos malas favoritas. La number one es Judith Anderson, la inmensa, la irrepetible señora Danvers, devenida icono sexual de la carnicería-bollería global. Y last but not least, Bette Davis, mala redimida en Jezabel, mala redomada en La loba. ¡Qué puedo decir yo de ella, si llevo años copiándole el flequillo!

A Lily Danvers ya le tengo hecho mi pequeño homenaje. En homenaje a Davis, me despediré a su manera: os quiero mucho, estaría escribiéndoos horas y horas, pero tengo que ir a lavarme el pelo.

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sábado, 5 de mayo de 2007

Fernando García Pañeda presentó su libro

Como estaba previsto, el viernes 4 de mayo, a las 19:30, en la Casa del Libro de Bilbao, una librería tan grande y tan bonita como la de la foto, asistimos a la presentación de Las lágrimas de Eurídice (Aurea Editores). Ésta es la crónica de lo que allí sucedió, en estilo directo libre.

César Coca: "El sitio de Portugalete tuvo lugar pocos años después del sitio de Atlanta. El sitio de Atlanta lo conocemos todos, aunque sólo sea por Lo que el viento se llevó. El de Portugalete, en cambio, no es tan conocido, pero sabremos mucho más de él cuando leamos Las lágrimas de Eurídice.

No diría yo que sea ésta una novela histórica, sino más bien barojiana, de aventuras, y centrada en un hecho histórico, que recrea, sin embargo, el lenguaje de la época y el estilo folletinesco de las publicaciones de entonces. Hasta los personajes se parecen a los de las novelas del siglo XIX.

Decía Nabokov que un buen lector nunca debe identificarse con los personajes. Pero es inevitable que un personaje bien construido nos haga sentir admiración, amor u odio. Y así sucede con los de esta novela.

[En este momento suena un teléfono en la sala y uno de los asistentes contesta y abandona la charla durante unos minutos]

Fernando García Pañeda es un hombre aquejado por una enfermedad: la pasión por contar historias; un mal que padece gente muy diversa a la que debemos agradecer los buenos ratos que nos hacen pasar. Gracias, Fernando."

Fernando García Pañeda: "Tengo que corregir algo a mi amable presentador: lo de contar historias no es enfermedad, es vicio: algo adquirido a conciencia.

Para escribir esta novela me he basado en el Diario de los Sucesos de Portugalete, Sitio y Bombardeo, escrito entre los años 1873 y 1874 por Marcos Escorihuela Conesa. Como su nombre indica, se trata de un diario real que escribió el médico de la villa. A estos hechos históricos quise añadir unos personajes de ficción e intenté hacerlos humanos, concederles sentimientos casi vulgares, para que no fueran estereotipos: "la chica", "el héroe" o "el villano".

[Aquí se oye el ladrido de un perro. ¡Qué extraño, en una librería!]

En España vivimos hoy un boom de la novela histórica, que curiosamente se centra casi en exclusiva en la Edad Media y en la Guerra Civil de 1936. El siglo XIX español, que es apasionante, está, en cambio, muy poco explotado literaria y cinematográficamente. Y, sin embargo, creo que ahí se encuentran las raíces de los problemas actuales del País Vasco."

Luego hicimos un coloquio-charleta muy agradable y fuimos felices todo el tiempo.

Otras versiones (menos fiables) de lo allí ocurrido, pero con fotos y todo, son la de Mak y la de Txetxu.


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miércoles, 2 de mayo de 2007

El acontecimiento literario del año

Fernando García Pañeda, ese señor que habita en territorio enemigo, presenta su novela Las lágrimas de Eurídice el viernes 4 de mayo, a las 19:30, en la Casa del Libro de Bilbao (Alameda de Urquijo, 9).

Allá nos veremos.

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Juan Bas os da las gracias

Pues eso, que os da las gracias a través de este mensaje enviado a mi correo:
Muchas gracias, Noemí, por todos los elogios sobre mi charla en Portu que has hecho en tu blog. Así como a todas las personas que han hecho los comentarios. Para mí fue un placer estar allí con vosotros, fue sumamente agradable.
Un abrazo.
Juan Bas
Yo también agradezco su amabilidad.

Ved aquí una minicrónica de su charla en Portugalete.

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