miércoles, 28 de enero de 2009

Una vida de película (II)

[Si no habéis leído el capítulo I, echadle un vistazo aquí.]

Estamos a finales de la década de 1930 y tenemos a Erich Maria Remarque huido a los Estados Unidos, en compañía de su esposa, Ilsa Jeanne Zamboui. Con Zamboui se casó Remarque en 1923, se divorció en 1930, se volvió a casar en 1937 y se volvió a divorciar en 1957. Esto sí que es hollywoodiano y elizabethtayloriano.

Un año después, en 1958, se casó con Paulette Goddard y dicen también que mantuvo breves romances con otras dos ilustres europeas emigradas: Greta Garbo y Marlene Dietrich. No tenía mal gusto el condenado, no.

Mientras se casaba, se descasaba y se enamoriscaba, Remarque se nacionalizó estadounidense y siguió publicando novelas, algunas de las cuales llegaron también a las pantallas; por ejemplo, Tres camaradas, Arco de triunfo y Tiempo de vivir, tiempo de morir, que se transformó en Tiempo de amar, tiempo de morir. En esta última hace Remarque un cameo. También escribió el guión de El último acto, una película de Georg Wilhelm Pabst sobre los últimos días de Adolf Hitler.

En 1963 publicó su última novela, La noche de Lisboa, que es la que tengo que leer este curso en la escuela. Dice la crítica que es una obra literariamente superior a las anteriores. De momento, sólo puedo decir que tiene un estilo sencillo y emotivo, muy de agradecer para quienes no dominamos la lengua de Merkel.

Para 1948 ya había regresado Remarque a Europa, concretamente a Suiza. Allí permaneció hasta su muerte en 1970. Está enterrado en Ronco, Ticino, junto a la magnífica Goddard, quien dejó en su testamento veinte millones de dólares a la Universidad de Nueva York, para que fundara un Instituto de Estudios Europeos, llamado, por supuesto, Erich Maria Remarque.


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lunes, 26 de enero de 2009

Una vida de película (I)


En la escuela de alemán este año tenemos que leer a Erich Maria Remarque y yo estoy encantada de que nos hayan elegido a un autor tan peliculero. ¿Que por qué lo llamo peliculero? Pues por varias razones. Os voy a contar un poco su vida y veréis que es verdad.

Nació en 1898 en Alemania. Su verdadero nombre era Erich Paul Remark. Con dieciocho añitos, cuando estaba estudiando en la Universidad de Münster, lo reclutaron para el ejército, porque había estallado la Primera Guerra Mundial.

Lo vivido en las trincheras le sirvió para escribir su famosísima novela y amarga condena del militarismo Sin novedad en el frente, que ha conocido dos versiones para la pantalla: una en 1930, dirigida por Lewis Milestone; y otra, para televisión, en 1979, con Ernest Borgnine.

Cuando acabó la guerra y mientras escribía su primera novela, Remark se entretuvo en varios oficios chuscos como probador de coches de carreras, periodista deportivo... Sea dicho lo de chusco sin ánimo de ofender.

En 1929 consiguió por fin publicar Sin novedad... con su nombre artístico: retomó el Remarque de su bisabuelo francés y añadió Maria en homenaje a su madre, Anna Maria Stallknecht

Dos años después, en 1931, vio la luz una secuela, El camino de vuelta. Ambas novelas le merecieron a Remarque la censura de los nazis: en 1933 sus libros fueron destruidos en las quemas públicas que organizaron en Alemania entre mayo y junio.

Además de prohibir y quemar sus obras, los nazis extendieron el falso dato de que su verdadero apellido era Kramer (Remark al revés) y procedía de una familia de judíos franceses.

Pero para 1932 Remarque ya había tenido que abandonar Alemania. Peor suerte corrió su hermana Elfriede, que permaneció en el país con su marido e hijos, fue detenida, condenada (ya que su hermano se encuentra fuera de nuestro alcance en estos momentos) y ejecutada en 1943.

Remarque huyó a Suiza, luego a Francia y luego a los Estados Unidos, pero esto lo vamos a dejar para el siguiente capítulo. Continuará.



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viernes, 23 de enero de 2009

BCNegra


Del 2 al 7 de febrero tienes una cita en Barcelona con Sue Grafton (que acaba de publicar en español "T de trampa"), Roberto Saviano (el de "Gomorra"), Michael Connelly y muchas más estrelllas negroliterarias.

Aquí tienes el programa.

También estará por allí Ricardo Bosque, armando su habitual balacera.
A ver si me es posible darme una vueltita.





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miércoles, 21 de enero de 2009

La casa Hundertwasser

La habréis visto si habéis estado en Viena. Se llama así porque la levantó el pintor y arquitecto Friedensreich Hundertwasser por encargo de la administración austriaca: le encomendaron construir viviendas sociales y él hizo este edificio con cúpulas de cebolla para que sus habitantes vivieran "como reyes". Igualico que lo que se construye por aquí, ¿verdad?

La casa contiene cincuenta viviendas, de uno o dos pisos, algunas con jardín, y cada una de un color, enlazadas por una cinta de cerámica, de cinco kilómetros de longitud, que abraza todo el edificio.

Hundertwasser persigue "la tolerancia de la irregularidad": todas las esquinas del edificio son redondeadas y todas las ventanas, de distinto tamaño, anchura y altura. Los azulejos de los baños no son uniformes, el suelo de la galería es desigual y una de las paredes, ondulada. Esta pared se convierte, en su parte inferior, en una inmensa pizarra, de 500 metros de largo, para que las criaturas pintarrajeen y garabateen.

En Austria discuten sobre si esto es arte o kitsch. Como si no pudiera ser a la vez las dos cosas.

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domingo, 18 de enero de 2009

Sombras en el espejo

Frances Fyfield: Shadows on the mirror, 1989
Sombras en el espejo, Alfaguara, 1991. Colección "Damas del Crimen".

Ésta es la primera novela que escribió Frances Fyfield con la abogada Sarah Fortune como protagonista. Luego publicó otras seis más y me pregunto cómo se pueden rellenar siete novelas con un personaje central tan inconsistente, entre chica Cosmo y protagonista de telefilme de Antena 3.

Sarah Fortune no cae bien, no convence como heroína, y el resto de personajes que la rodean tampoco tiene mayor ni mejor envergadura. La insustancialidad general del relato se ve reforzada por una traducción chapucera que llega a llamar "cartas" a las tarjetas de crédito.

Con todo, lo que menos me gusta de esta novela es que trate la prostitución como algo glamuroso, como una ocupación chic de mujeres libres y sofisticadas, cuando sólo es explotación, dominación, pisoteo y sordidez. Alguna escena, además, mezcla sexo y violencia con un regodeo narrativo amarillo y gilipuertas, de relato chungo del Playboy.

Reconozco a Frances Fyfield, sin embargo, la habilidad de construir un argumento sólido en un escenario pequeño cual pista de pádel en la que la pelota rebota siempre en un punto conocido y sale disparada a otro también conocido. Sabe construir un universo bien delimitado, una figura geométrica con unos cuantos vértices entre los que se cuece, bien cocida, la acción.

Con esta mala impresión general que me ha dejado, me quedo atónita cuando leo una entrevista a Friedrich Ani y el buen hombre dice que ¡es su autora criminal preferida! Aquí no habría funcionado aquello de los favoritos de tus favoritos.

Os pongo en la foto la portada de Blood from Stone, lo último que ha sacado Fyfield, en 2008. No creo que pique.



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jueves, 15 de enero de 2009

Lo que dice un traductor muy experimentado


De vez en cuando vuelvo, como a libro de cabecera, a las páginas de Experiencias de un traductor, de Valentín García Yebra, (así he hecho una y hasta dos veces) y encuentro cosas publicables y de interés general.

Leed esto y decidme qué os parece:

Entre 1940 y 1975 traduje miles de páginas de varias lenguas: griego, latín, alemán, francés, inglés, italiano y portugués. Lo hice con bastante éxito, a pesar de desconocer casi por completo la teoría de la traducción, del mismo modo que el aficionado al canto, si tiene oído y buena voz, puede cantar gustosamente para sí mismo y hasta para los otros.

Esta comparación del traductor con el cantante me parece esclarecedora. Tener oído musical es percibir con nitidez la melodía. Quien no percibe la línea melódica de una canción, aunque tenga buena voz, no podrá reproducirla. La melodía de la canción es, para el traductor, el sentido del texto original. Quien no sea capaz de percibir con nitidez el sentido de un texto, no puede reproducirlo en la traducción.

Por otra parte, se puede percibir la melodía de una canción y no poder reproducirla bien por defecto de la voz. La voz del traductor es su capacidad para manejar la lengua hacia la que traduce.

La foto del señor García Yebra la he tomado del ABC.

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martes, 13 de enero de 2009

¿Me lee Ramón de España?


Servidora de ustedes en abril pasado: Algo pasa con Rendell.

Ramón de España en El Periódico el día 5 de enero: Algo pasa con Ruth.



Yo no digo nada.

Bueno, sí, una cosa: que me parece una grosería y una falta de respeto referirse a la señora Rendell como "la vieja".

Con lo guapa que estás en la foto, Ruth, my darling.


domingo, 11 de enero de 2009

Al habla con Camilleri


Mientras leía La muerte de Amalia Sacerdote, me ilustré con varias entrevistas a Camilleri y, como siempre, seducida por sus palabras, no me he resistido a traeros hasta aquí varias perlas.

Berlusconi
El problema son los italianos, que lo votan. Él se limita a interceptar perfectamente el malhumor italiano, el malestar de la gente, y a iluminarlo con su habilidad de vendedor de coches de segunda mano. Los italianos se reconocen en él. Cuando un tipo es encausado tantas veces y no lo condenan nunca, porque el delito prescribe o porque él mismo ha cambiado la ley para impedirlo, la gente piensa: "Qué listo es, qué grande, qué pícaro". Querrían ser igual que él. Por eso lo votan. Un hombre honrado y que casi no sabe hablar, como Prodi, no les hace ninguna gracia.


La izquierda italiana
La izquierda ha permitido que pase todo esto porque tiene en contra al Vaticano, que es berlusconista y le importa un bledo que esté divorciado mientras garantice el apoyo económico a la educación católica. "Pecunia non olet", piensan; es decir, el dinero no huele mal, siempre es bueno, venga de donde venga.


El encanto de los mafiosos
En "La muerte de Amalia Sacerdote" he dejado a la mafia en el transfondo de manera intencionada, porque ¿cuál es el riesgo para un narrador? Pues que inevitablemente el mafioso resulta simpático. El problema es que los mafiosos tienen un carisma monstruoso. Yo he conocido a dos o tres y, si no vas con cuidado, te fascinan.

El porvenir de Montalbano
El médico no me deja comer lo que me gusta. Por eso se lo hago comer a Montalbano. Pero no durará mucho, porque empieza a cansarme que él coma y yo no. Creo que pronto le sucederá algo en el aparato digestivo.



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miércoles, 7 de enero de 2009

La muerte de Amalia Sacerdote


Pobre Amalia Sacerdote. La han asesinado, pero eso es lo de menos; lo de más es el revoloteo de banqueros, políticos, mafiosos y medios de comunicación que se le monta alrededor; un revoltijo de nombres y apellidos, conversaciones telefónicas y encuentros clandestinos: todos vigilando los movimientos de todos y Amalia muerta. A ninguno le interesa hacer justicia, sino salvar el pellejo; y donde escribo pellejo léase parcelita de poder.

En esta red enmarañada de poder masculino, las señoras (pocas) sólo sirven para amar a los hombres y hacer un poco de mata-haris. De donde se desprende la moraleja de que a las mujeres es mejor dejarlas aparte de todo, porque si te acuestas con ellas, te espían, te joden la vida y corres el riesgo (¡horror!) de llegar a querer de verdad a alguna de ellas.

La historia, basada en dos casos reales (el caso Montesi y el caso Garlasco) no tiene intriga, se ve recorrida por una hermosa y extraña historia de amor, con tintes muy líricos y surreales, y, como afirma el periodista protagonista, podríamos decir que pertence al género de la política-ficción. Aunque él mismo duda sobre el recorrido narrativo de los sucesos y expresa que nadie creería una historia así: demasiada fantasía, demasiada inverosimilitud.

La muerte de Amalia Sacerdote, de Andrea Camilleri
RBA, 2008



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domingo, 4 de enero de 2009

Reinona

Mañana por la tarde, como todos los 5 de enero, tendré el honor de acompañar a Su Majestad el Rey Melchor de Oriente en la cabalgata. Claro que, tras tantos años de infantería, ya me han ascendido y desfilaré ¡por fin! en carroza con el sencillo atuendo que luzco en la foto.

La foto es de hace unos días, cuando fui a probarme el traje. Sabed que, poco después de posar, intenté dar unos pasitos hacia atrás, me pisé la cola de la capa y me caí de culo al suelo para regocijo y alborozo del personal organizador. Menos mal que Agus, el fotógrafo, se apiadó de mí y no me retrató de semejante humillante guisa.

En fin, que me lo pasaré pipa como una reinona en la carroza de Su Majestad. Agus, majo, tendrás que encargarte otra vez de hacerme las fotos, porque yo voy a necesitar las dos manos para saludar. ¡Tiembla, Letizia!


Postdata. Felices Reyes y viva la República.


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