Leed aquí las entregas 1 y 2.
El propio Carrère dice que D'autres vies es también la historia de la amistad entre un hombre y una mujer, eso que algunos dicen que no existe y que no puede existir nunca, pero es una mentira podrida y peligrosa. Quienes afirman eso suponen y creen que mujeres y hombres provenimos de planetas diferentes e irreconciliables, sin ningún punto en común. Es más: pedirán incluso que se mantenga así por siempre y, a poder ser, que el planeta femenino quede un peldaño por debajo del suyo.
Yo me rebelo contra esa cerrazón mental y opino que para que haya amistad entre dos seres de cualquier sexo sólo se necesita tener algo en común. Y resulta que estos dos protagonistas de D'autres vies, la mujer y el hombre que eran amigos, tenían en común dos cosas.
La primera, que los dos habían sufrido un cáncer en su adolescencia y, en consecuencia, una no podía caminar sin muletas y el otro tenía una pierna ortopédica. Ambos sabían que había cosas de su enfermedad que sólo podían decírselas el uno al otro, que ni sus parejas los entenderían.Y es que la enfermedad une mucho; por ejemplo, a Lance Amnstrong y Markel Irizar.
La segunda, que ambos eran jueces, trabajaban juntos en un juzgado de Vienne (Isère) y juntos habían emprendido una cruzada contra los establecimientos de crédito y en favor de sus deudores llevados ante los tribunales.
Las peripecias en el juzgado ponen en evidencia una realidad sangrante que se produce en Francia y vete tú a saber en cuántos sitios más. Establecimientos de crédito como Sofinco, Cofidis o Finaref se citan con todas sus letras y no salen bien parados. Los contratos de crédito que proponen no cumplen la ley. Los jueces lo saben, pero no pueden tener en cuenta esta ilegalidad a la hora de juzgar a la gente sobreendeudada, si esta misma gente no se lo hace saber. Pero la gente endeudada y encausada no sabe nada de derecho ni tiene a menudo abogados que los aconsejen. Así, con los jueces con la boca tapada por decreto, los establecimientos de crédito siempre ganan.
Esto le da pie a Carrère para soltar perlas cultivadas sobre la justicia, como que "el Código Penal es el que impide a los pobres robar a los ricos y el Código Civil, el que permite a los ricos robar a los pobres".
O para citar textualmente el discurso de Baudot, uno de los inspiradores, en los años setenta, del Sindicato de la Magistratura:
Sed parciales. Para mantener el equilibrio entre el fuerte y el débil, entre el rico y el pobre, hay que hacer que la balanza se incline hacia un lado. Prejuzgad a favor de la mujer frente al hombre, a favor del deudor frente al acreedor, a favor del obrero frente al patrón, a favor del ladrón frente a la policía.La traducción es mía.
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6 comentarios:
Yo es que no puedo leer nada coherentemente, acabo de ver un cartelito que dice que te has ahorrado cinco mil euros por no fumar desde 2002, teniendo en cuenta que yo tengo veintisiete años y fumo desde los nueve... ¿cuanto me habría ahorrado? ¡Endevé!
Señor Q, el quitómetro te hace la cuenta, aunque el quitarse sea falso.
PD. ¿Desde los nueve? ¡Pfiuuuuu!
Estoy pensando seriamente robarte la perla judicial sobre los códigos, dándome igual qué pena me pueda caer: es buenísima.
(el comentario del Sr Q me ha puesto los pelos de punta: desde los 9!)
No me robas nada, Kaplan, querido. Carrère lo cita como dicho popular. Quizás sea conocido, pero yo no lo había oído ni leído nunca.
Si hombre y mujer van encontrando muchas cosas en común, al igual luego...
No sé, yo creo que sí venís de Venus. O a lo mejor soy yo. Por Júpiter
Claro que sí, Moebius. También galos y romanos somos irreductibles e irreconciliables. Por Tutatis.
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