El título suena a justificación y lo es. Siempre me siento estúpidamente obligada a justificarme cuando digo que me gusta Bayly. ¿Por qué? Porque no es un tipo que cuente con las bendiciones de la crítica literaria ortodoxa. ¿Por qué? Porque dicen que hace literatura light, pero yo sospecho que es porque Bayly, además de escritor, es una estrella de la televisión; y eso no se lo perdonan. Y también porque quedó finalista del Premio Planeta en 2005; y eso es todavía más imperdonable.
Así que servidora tiene andar siempre diciendo por qué le gusta Bayly y cantar sus virtudes literarias. Veamos unas cuantas.
Bayly escribe siempre en primera persona, como Fernando Vallejo. Bueno, no siempre: "La mujer de mi hermano" era una novela en tercera persona, con narrador omnisciente, más decimonónica y más al uso. Pero todas las demás discurren de forma paralela a su existencia. El hombre se ha inventado una vida literaria que se entremezcla con la verdadera, hasta el punto de que me pregunto si sabrá distinguir entre una y otra. Yo no sabría. Y tampoco han distinguido bien, según parece, muchos de sus allegados, pues su impúdico exhibicionismo literario le ha traído problemas y con los problemas ha hecho también literatura: publicó "Los amigos que perdí", primero en Internet, con capítulos dedicados a las muchas personas que se le mosquearon por haber visto su intimidad más cruda novelada. Me gusta Bayly porque lo recicla todo, todo lo que vive, lo que le pasa, lo que piensa, y todo lo convierte en materia literaria. En general, me gustan los novelistas que hacen eso; es a la vez fácil, valiente y peligroso (además de impúdico, que ya lo he dicho). En la lista tengo al ya citado Vallejo y a Hanif Kureishi.
Me gusta también porque maneja como nadie la lengua hablada. En sus novelas oímos a coqueros limeños, chachas analfabetas, funcionarios jubilados, pijas de Miami, periodistas alcohólicos, militares en la reserva... Cada uno en su registro perfectamente logrado, con toda la seducción del habla peruana, insultos incluidos. Gracias a él, a mi colección de insultos colombianos aprendidos de Vallejo, he añadido un bonito repertorio de expresiones malsonantes peruanas: tremendo comepingas, que te chanque un tren y que te cache un burro siego.
Me gusta Bayly porque es políticamente incorrecto. Sus personajes, sus alter ego literarios no se cortan un pelo: son racistas, clasistas, sexistas, consumistas, materialistas, egoístas y todos los istas malos que se te ocurran. En absoluto se esfuerzan por caernos simpáticos, pero lo consiguen. Nos hacen encontrarnos con nuestros demonios interiores y reconocernos como los miserables que somos.
Me gusta Bayly porque sabe ponerse tierno. De hecho, de sus libros, mi favorito es el más blandengue, el más cursi, el más ñoño, el de más blancos sentimientos: "Amo a mi mami", donde declara su eterno amor a la empleada que lo cuidó de niño. En esa línea, la novela con la que quedó finalista del Planeta, "Y de repente, un ángel", que no es para nada la mejor de las suyas (lean crítica venenosa aquí), está dedicada a la mujer que cuida de sus hijas.
Y qué demonios, ya vale de justificaciones. Me gusta Bayly porque sí. ¿Qué pasa?
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miércoles, 14 de marzo de 2007
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5 comentarios:
No te justifiques: yo también soy fan. Y estoy de acuerdo con que su mejor novela es "Yo amo a mi mami". Tal vez porque su crítica a la sociedad peruana es más elaborada, menos directamente vitriólica, aunque igual de salvaje que siempre.
Va a resultar que asoma un hilo de común irreverencia en tus gustos. Situados al margen de la norma, Bayly o Fernando Vallejo, pueden ser mundos diferentes donde suceden cosas que nuestra educación de margen izquierda no tolera. A fin de cuentas para eso son ficción, ¿o no?
Bueno, bueno, tampoco es para ponerse así. Nadie es perfecto :D
Una vez que dije que me gustaba Bayly, uno me replicó: "Claro, te gusta porque es guapo". Efectivamente, ahí le has dao, chaval, y porque soy un saco de hormonas sin cerebro.
Es verdad que tengo debilidad por las y los irreverentes,pero supongo que tendrá algo que ver con ser de barrio, con ese lado macarrilla y lenguaraz.
I love you all.
Lutxana City, ciudad sin ley ni orden ;)
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