lunes, 19 de marzo de 2007

La televisión es nutritiva

Cuando yo era pequeña, mis papis no tenían tele. Subían por las noches a verla a casa de un vecino. Y me llevaban con ellos, claro. Al acabar la emisión, salía Franco y entonces yo cogía unos berrinches tremendos y me bajaban por las escaleras pataleando y llorando. Mis papis interpretan que yo tenía manía a Franco, pero no necesito a Freud para saber que lloraba porque se acababa la televisión.

Años después he visto en la tele estupendas adaptaciones de Dostoievsky (¡qué inmenso Emilio Gutiérrez Caba en "El idiota"!), Henry James (Enriqueta Carballeira en "Las bostonianas") o Charlotte Brontë (¡qué miedo pasé cuando la loca de Jane Eyre se puso su velo de novia!). Por no hablar de Sancho Gracia haciendo de D'Artagnan, que eso sí que era droga dura para la infancia. Sinceramente creo que, si me gusta la literatura, es gracias a "Novela" y a "Estudio 1".

Y todo todito el cine clásico me lo he visto yo en la tele. ¿O creéis que en mi barrio programaban "El acorazado Potemkin"?

Además, para cualquiera que tenga una mínima veleidad literaria y capacidad de escándalo, la tele no tiene precio. Mirad lo que dice Roger Wolfe en "Oigo girar los motores de la muerte":

... tengo que reconocer sin ningún pudor que disfruto (...) de los llamados programas-basura. Son impagables para un escritor. Reflejan con todo su patetismo e intensidad el esplendor y la miseria (...) del género humano y su irrisoria condición. Y todo ello sin que tenga uno que moverse de casa.

En fin, que no creo en absoluto que lo literario sea enemigo de lo audiovisual. Otro día hablaremos del desprecio intelectual por el puro entretenimiento y por la presunta subcultura. Es mucha tela y hoy no tengo ganas.


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6 comentarios:

Julen Iturbe-Ormaetxe dijo...

Nosotros íbamos a la casa de una vecina donde teníamos la parti (la particular, claro; nada de fiestas). Mi recuerdo más diáfano de aquel entonces es cuando el hombre llegó a la luna. Bueno, o al decorado jolivudiense aquel tan bien montado. Vete tú a saber.

Noemí Pastor dijo...

Yo no quería ponerme nostálgica, sino hablar bien de la tele, para variar.
Sobre la mítica emisión de la luna y Hermida tengo una historia preciosa que igual algún día escribo.

Fernando García Pañeda dijo...

Por supuesto que lo literario no tiene por qué ser enemigo de lo audiovisual. Pero es que hay cosas y cosas. Y eso de subcultura me parece muy suave; yo lo llamaría anticultura o smashingculture (así en inglés, que es la única manera de que cuaje el término). Ya sabes que algunos añoramos el Comité de Salvación Pública de Robespierre. Y ya sé que a otras les gusta provocar defendiendo lo... lo que defienden :)
¡Cuánto y cuán bueno hizo Estudio 1 por nuestras aficiones teatrales y literarias!
Besos.

Noemí Pastor dijo...

Lo smash no se reduce a la tele. También hay abundante bazofia y morralla en formato de libro y algunos hasta son best sellers.
La tele ya no es lo que era, porque ahora es más entretenimiento, o puro entretenimiento, y no sé si debemos pedirle más.
Y mi intención no es provocar: sólo llevar la contraria. Ya lo dice mi madre: "Hija, eres el espíritu de la contradicción".

Fernando García Pañeda dijo...

Ojo, algunos no nos desgarramos las vestiduras ni le pedimos más a la tele: cada cosa da de sí lo que da; con apagarla, basta.
Y también es cierto que la bazofia se extiende a otros varios formatos. Pero en menos cantidad; además, creo que siempre es más salvable del infierno (para un buen abogado) escribir una tras otra cuatrocientas páginas de códigos da vinci que desvelar los amoríos ilícitos del primo segundo del cuñado de la Pantoja con el polígrafo de la señorita Pepis. Es un decir.
Más besos.

Noemí Pastor dijo...

Así que, según usted, señor letrado, la basura literaria siempre huele mejor que la basura televisiva.
Pues a mí me huele a prejuicio.