Llamo antinovela al género narrativo que cultiva James Ellroy. Es mucho atrevimiento por mi parte decir que la inventó. Seguro que ustedes, queridas y queridos lectores, conocen algún precedente del cual me encantaría tener noticia. Pero como yo lo ignoro y, además, para título queda eufónico y chuli, así lo dejo.
Antinovela es LA Confidencial y, sobre todo, Mis rincones oscuros. No lo es tanto La Dalia Negra. ¿Por qué digo que es antinovela? Porque es materia literaria en estado bruto, sin organizar. Mis rincones osuros poco se diferencia de la fotocopia de un informe policial. Yo imagino una de esas cajas de cartón de las pelis y las teleseries, llenas de documentos variopintos y manoseados: certificados, transcripciones de declaraciones, fotos sujetas con clip... Ellroy coge todo esto, le pone el mismo tipo de letra y le da formato de libro, sin más; presenta los hechos en crudo, tal como vienen, con un mínimo orden cronológico quizás, sin sentido del peso ni de la medida, con digresiones que llevan páginas y páginas y no conducen a ninguna parte, vías laterales que se abren y se disuelven en la nada, escasa pretensión estilística, frialdad y precisión de forense, aunque se trate del asesinato de su propia madre.
La madre de Ellroy murió asesinada. La encontraron estrangulada con sus propias medias en una cuneta de una carretera de California. Nunca encontraron al asesino. Después de haber escrito varias (anti)novelas, Ellroy decidió enfrentarse a su peor monstruo e investigó el asesinato de su madre. Todo lo plasmó en Mis rincones oscuros, sin cocinar, sin elaborar, sin ahorrar al público lector lo más terrible del crimen y su impunidad; incluso publicó una foto del cadáver de su madre, tal como lo encontró la policía. Entonces se entiende el título: Ellroy se sumergió en el agujero más negro de su interior.
Cuando leí en alguna parte que iban a hacer una peli de LA Confidencial, pensé que a quién se le ocurre, es imposible convertir eso en un guión que se parezca mínimamente al relato. Pues me equivoqué, lo hicieron. Y bien. Un filme digno. No quedó, en cambio, tan lograda La Dalia Negra, aunque no es tan antinovela, qué cosas.
Technorati tags literatura Ellroy
viernes, 30 de marzo de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
10 comentarios:
A fin de cuentas quizá los mensajes en bruto son los que mejor captan la atención. La cosmética ha generado otro estilo de atraer a quien lee o escucha, la elaboración del mensaje es una forma refinada, el mensaje en bruto quizá sea otra, más poderosa e impactante cuanto más bruto sea el mensaje, supongo.
Es una forma mucho más certera para el mensaje, como dice Julen.
No me imaginaba que el guión de L.A.Condidencial partiera de esa materia bruta. ¿Le dieron el Oscar al guionista? Si no, le tendrían que dar al menos el Pulitzer por escribir una novela nueva y muy buena.
Se me ocurre que la ausencia de elaboración es una forma de elaboración.
Yo tenía la misma sensación que tú, pero no acertaba a darle nombre. Antinovela. Sí, eso es lo que hace Ellroy.
No sé si hay antecedentes, pero a mí me suena a algunas de las vanguardias. ¿Tiene un poco de Dos Passos? Sospecho que Ellroy se ha fabricado un personaje salvaje, pero que en realidad ha leído mucho y que no es tan espontáneo como parece.
¿Has probado alguna vez con Chester Himes? No tiene nada que ver, pero es otro caso de novela policíaca extrema. En este caso, la técnica es un cierto humor negro llevado a límites alucinatorios. Por ejemplo: "Un ciego con una pistola".
Quería decir que no conozco antecedentes de antirrelato en una novela de género, porque precisamente el antirrelato pretende romper las barreras entre géneros. No creo que eso sea lo que pretende Ellroy.
Sí es verdad que es todo un personaje. El otro día le leí a Xabier Kintana que decía: "En todo el mundo se supone que los escritores son intelectuales". Pero puede que no sea así.
También puede que Ellroy nos haya engañado, que es lo que pretende todo fabulador. Vete tú a saber.
Dentro del género negro, hay otros que han practicado el antirrelato, pero era gente que provenía de la gran literatura. La trilogía de Nueva York, de Paul Auster, es un ejemplo. También creo recordar una de Gonzalo Suárez.
Uno que, desde dentro, llega al antirrelato por pura irreverencia es mi admirado Paco Ignacio Taibo II.
En cuanto a Ellroy, es imposible saber dónde empieza la persona y acaba el personaje. Tampoco importa. Me interesan más las obras que sus autores.
De Chester Himes tengo unas cuatro novelas por casa y no he leído ninguna. Ya les llegará el turno.
Al Paco Ignacio le tengo oído en la radio y me cae bien, pero tampoco he leído nada suyo. ¿Por dónde empiezo?
En cuanto a autores, obras y fabulaciones, recuérdame que algún día te cuente una experiencia sobrenatural vivida en una conferencia de Juan Manuel de Prada.
Paco Ignacio Taibo II: su propio nombre es excesivo. Yo empezaría por "La vida misma". Las novelas que tiene publicadas en Txalaparta, como esta, comparten la ventaja de estar bien editadas. Su detective más famoso es Belascoarán, pero mi favorito es José Daniel Fierro. También tiene a una chica, y joven, haciendo de detective a la fuerza: Olga Lavanderos.
Vreo que los tres tienen algo en común: van perdiendo piezas a lo largo de sus novelas.
Vale, gracias, me apunto "La vida misma", Txalaparta.
¿Es este mismo Paco Iñaki el que tiene publicada una biografía del Che Guevara o confundo el ordinal?
El mismito. Sobre el Ché tiene, creo, dos libros, además de unos cuantos más sobre política.
Publicar un comentario