martes, 27 de febrero de 2007

Mario Conde

No voy a hablar de un ex banquero encarcelado, sino de un ex policía de La Habana que casualmente se llama igual: Mario Conde; el Conde, para los amigos, o el Condecito.

Hace más de trece años, el Conde era investigador y era también, como ahora, un tipo más bien taciturno que odiaba su trabajo, había pasado por la universidad, tenía pretensiones literarias y, de hecho, escribía hermosos relatos cortos.

Esto sucedía en las novelas “Pasado Perfecto”, “Vientos de Cuaresma”, “Máscaras” y “Paisaje de otoño”, que componen “Las Cuatro Estaciones”, que antes era una tetralogía y ahora es una serie, porque se le ha añadido una quinta entrega. Su autor es Leonardo Padura, el de la foto, antes llamado Leonardo Padura Fuentes, que en el camino de la gloria literaria ha perdido su segundo apellido y ha abandonado esa bonita costumbre de usar públicamente el apellido paterno y el materno. Es algo que va en desuso, que a todo el mundo recomiendo, aunque yo no practico, y que ya sólo queda en sudamericanos, portugueses y árbitros de fútbol.

Como decía, han pasado trece años. En Cuba las han pasado canutas. Han vivido lo que Padura llama la Crisis, por antonomasia, con mayúscula. El Conde ya tiene cuarenta y ocho años, ha dejado por fin la policía y se dedica a la compraventa de libros. Pero, como es un bibliófilo, le gusta más comprar que vender y disfruta horrores en cervantinos expolios de bibliotecas con pasado de grandeza y presente de penurias.

El Conde conserva a los amigos de siempre (el Flaco, Josefina, el Conejo...) y sigue recordando cada dos por tres a su abuelo Rufino el canario. Pero ahora tiene un nuevo amigo, el Yoyi, de abuelo gallego, más joven y con una "despiadada visión mercantil" que contrasta con el "romanticismo trasnochado" del Conde. Y siguen chocando "la peligrosa celeridad" de Yoyi y "la parsimonia y los escrúpulos" del Conde; "la vehemencia a veces irreflexiva" del joven y "la experiencia maligna" del ex madero. Y así se equilibran de modo otra vez cervantino y peculiar.

Esto sucede en la quinta entrega de la serie, "La neblina del ayer", donde Mario Conde se topa con la era precastrista y la desaparición misteriosa de la bellísima vedette Violeta del Río.


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11 comentarios:

Fernando García Pañeda dijo...

Jobar que se aprenden cosas con esto de los blogs, ¿eh?

Alorza dijo...

Tengo por casa uno de Leonardo Padura. ¿Debo leerlo?

Noemí Pastor dijo...

El amigo Padura tiene otras novelas, además de las negras de Conde. Yo, como soy una lectora poco ejemplar, no las conozco; tengo idea de que habla, en general, de Cuba, no sé exactamente en qué tono, pero creo que él sigue viviendo allí, así que... En fin, Alorza, sí, por fa, lee el libro que tienes en casa y me cuentas.

Alorza dijo...

Me lo reservo para Semana Santa. Creo que sí es de novela negra.

Alorza dijo...

Localizado: el que tengo es, precisamente, "La neblina del ayer".

He empezado con él y me está gustando una barbaridad.

Un punto para el debate. Tengo la impresión de que es casi un requisito indispensable ser hispanoamericano para poder escribir con según qué tono sin hacer el ridículo. Pienso por ejemplo en lo mal que han sobrevivido las primeras novelas de Muñoz Molina -y lo mal que le sobrevivirán todas ellas. En cambio, pienso en Padura o en Taco Ignacio Taibo II, por elegir sólo dos ejemplos, y la cosa funciona.

¿Qué cuál es la cosa? No sé qué nombre darle: ese romanticismo cínico y pintoresco con querencias lumpenproletarias pero sin abandonar un cierto glamour desgalichado y una puesta en escena como de holywood años cincuenta.

No me entiendo ni yo.

Noemí Pastor dijo...

Por seguir diciendo cosas no demasiado comprensibles, yo diría que sorprendentemente a Padura le sale bien (o no del todo mal)una mezcla de retro con tremenda erudición literaria, musical y submusical, testosterona caribeña, investigación policial, sabrosón lenguaje coloquial habanero y altas pretensiones estilísticas. Y todo eso sin faltar a la sacrosanta revolución.
Es raro.

Alorza dijo...

Ahora me he tragado "Adiós, Hemingway", que también está muy bien, pese a que se trata poco menos que de un libro de encargo. Por cierto, un poco pesada (nada escuálida) su obsesión por Salinger.

Noemí Pastor dijo...

Es interesante el punto de vista sobre Cuba desde dentro, porque siempre oímos hablar de Cuba a los de fuera o a Fidel, que no se sabe bien dónde está.

Francisco Ortiz dijo...

Una gran escritor, al que ahora estoy leyendo con atención y máximo agrado.

Noemí Pastor dijo...

Pues espero tus crónicas, compañero.

Unknown dijo...

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