lunes, 5 de febrero de 2007

Cuidadito conmigo, que tengo blog



Simbad el marino, el de los dibujos animados, se apretaba el cinturón, se hacía forzudo y ganaba a todo el mundo a mamporros. Popeye el marino hacía lo mismo con las espinacas; Astérix tomaba la poción mágica. Y más o menos cada superhéroe o mediohéroe tenía su truquillo.
A mi, como soy chica, me educaron para resolver mis conflictos sin recurrir a la violencia. Aprendí muy pronto que no tengo derecho a ejercer la violencia. Este es un asunto muy importante, demasiado importante para un segundo post, así que lo dejaré para más adelante.
De momento me quedo con que estoy educacionalmente incapacitada para liarme a tortas con el universo, pero tengo mi blog.
¿Que voy en el metro y un tipo al lado lleva el MP3 a un volumen muy alto y me obliga a oír su música horrible? Pues vale, tío, vale, ya verás, te vas a cagar, tú vas al blog.
¿Que una dependienta asquerosa me humilla en unos grandes almacenes porque tengo aspecto de no ingresar lo suficiente como para comprar no sé qué porquería? Te la guardo, guapa. Te crucifico en el blog.
Y así vamos resolviendo conflictos, soltando mala leche y eliminando amargura, pues, si no, se te reconcentra todo dentro y se te convierte en úlcera o en algo peor.
En el fondo soy como Hulk: me convierto en monstruo cuando me cabreo.

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1 comentario:

Fernando García Pañeda dijo...

A mi el que me da envidia es Harry el sucio y su Magnum del 44. No sé, chico que es uno. Luego lo mismo la usaría para hacer puntería con latas de fabada. Pero así como que llevándola se da uno a respetar.