miércoles, 7 de febrero de 2007
¿Por qué demonios leo a Mankell, si no me gusta?
Y es que no lo leo: lo devoro. Me he leído todo lo que tiene publicado en español, menos las dos o tres últimas, que estoy esperando a que salgan en edición de bolsillo para comprármelas. Cutre que es una.
Según lo leo, pienso todo el rato: pero qué malo eres, Mankell, mi amor. Te cascas unas novelas de setecientas páginas en las que pasan cuatro cosas, pones unos malos de opereta, como de Spectra, y, eso sí, mucho relleno: el bueno del inspector Wallander no hace más que convocar reuniones y reflexionar sobre el negro destino de Suecia (¡¡¡!!??). Pobre Suecia, a dónde ha ido a parar, cómo hemos llegado a esta situación, todo se derrumba, no hay futuro, yo dejo la policía. En todas las novelas igual.
Luego está mi relleno favorito: la investigación no avanza, estamos en punto muerto, estancados, damos vueltas alrededor del mismo punto y no vemos el punto, vamos por mal camino, hay algo que no encaja…
El colmo de la chapuza lo alcanza en “La leona blanca”. Hacia la mitad de la novela aparece como personaje Nelson Mandela y dice algo así como que el presidente Mandela se levantó temprano, se acercó a la ventana de su dormitorio, contempló el paisaje y pensó cuánta responsabilidad recaía sobre sus hombros, qué difícil tarea debía acometer, etc.
Pero, bueno, Mankell, hijo mío, ¡que has empezado con una historia de sicarios sudafricanos! ¿Cómo tienes la desfachatez de meterte en la cabeza de Mandela, como si fueras Zola, y decirnos lo que piensa y lo que no piensa? Por amor de Dios, ¿tú sabes lo que es el punto de vista?
Debe de ser que en el fondo me cae bien el Mankell, y me intriga cómo ha podido tener tanto éxito con unas historias tan flojas y un protagonista tan anodino, tan aburrido, tan gris como Wallander. También le reconozco cierta capacidad de entretenimiento y un punto (o dos) de sensibilidad hacia las mujeres, que no es frecuente en la novela negra, casi siempre chorreante de testosterona. En las novelas ya publicadas que me faltan por leer, se incorpora Linda Wallander a la policía. A ver si la cosa se anima.
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10 comentarios:
Uy lo que ha dicho. ¡Uy lo que ha dicho!
En cuanto se entere la crítica (la masa de críticos) literaria de esta entrada te van a cerrar el blog.
Fernando, hijo, no me acojones, que todo esto es fruto de la ignorancia atrevida. ¿En verdad me dices que Mankell tiene buenas críticas? Hazme llegar alguna, plis.
Pues será que hay algún oscuro telón de fondo antropológico. Porque anda que las toneladas de gente que leemos a Mankell no creo que estuviéramos sedientos de insulsas historias de policías escandinavos. Vamos, que no lo veo muy enraizado en la cultura popular vasca. El caso es que yo también las devoro y a lo bestia. Como es uno, vamos.
¿Ves? De todos modos, lo único que hace falta es vender. Si vendes mucho, podrás tener malas críticas, pero aseguras un puñado gordo de buenas. Interesadas o ignorantes, pero buenas.
Estoy de acuerdo, Noemi, sólo que yo no lo devoro. He leído algunas de sus novelas, y me entra una especie de aburrimiento metafísico hacia el primer tercio. Pero, al final me las acabo. Es el tipo de libros que a veces leo en inglés para practicar: ya que no me dan mucho, por lo menos que me sirvan para algo.
Últimamente me he enganchado con Michael Connelly, otro héroe de la novela negra de bolsillo. Siendo también bastante chapuzas, por lo menos conserva el espíritu pulp. Ha construido un personaje memorable (el detective Bosch) al que, por supuesto, se las hace pasar de a kilo. Si evitara el psicoanálisis de bolsillo, sería casi bueno. Pero, entonces, no sería americano.
Por cierto, también hace guiños a las féminas. Sign of the times.
Ay, majos. Serán chapuzas, pero no tontos. Ya les han dicho sus editores que la inmensa mayoría de los lectores de novela son lectoras.
Jo, pues igual es que solo he leido una (Laquinta mujer) pero me ha gustado. Sobre todo me ha gustado que no intenta mantener la tensión ocultando pistas al lector, lo que se sabe se sabe y punto. Además lo que no se sabe es poco. Para la mitad del libro ya se sabía más o menos quien era la asesina. Aún así mantiene la tensión hasta el final (seiscientas y pico páginas).
Otra cosa que me gusta es la desmitificación que propone de esa Suecia dura, fria, con problemas de toda índole. Como los demás vamos.
Pues nada, Josu, si te gustó, enhorabuena y sigue disfrutando. A fin de cuentas, la literatura es para eso, ¿no?
Cierto: desesperante a ratos, a uno le deja la sensación de haber asistido a una representación larga y hueca, incluso falsa. Varias veces me he dicho: no leo más de este tipo. No sé si volveré a picar.
Yo seguro que pico otra vez, así que ya no digo nada. Esó sí: no me gasto el dinero en la edición buena; espero a la de bolsillo. A ver cuándo sale la próxima, me la devoro y la pongo verde.
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