domingo, 11 de febrero de 2007

Marie

Marie Trintignant era hija de una directora de cine y de un actor. A los 41 años trabajaba en una serie de televisión y había actuado en 30 películas. Era joven, bella, culta, trabajadora, independiente y reconocida defensora de los derechos de las mujeres. Tenía éxito en su trabajo.

A Marie la mató su marido, el cantante del grupo de rock francés Noir Desir, Bertrand Cantat, de 39 años. El 27 de julio de 2003 la pegó hasta dejarla en coma en un hotel de Lituania. Un turista italiano escuchó los golpes, pero no llamó a nadie, no hizo nada. Su hijo mayor encontró a Marie con el rostro lleno de hematomas. Demasiado tarde: falleció el 1 de agosto en un hospital de París.

“Fue un accidente después de una pelea, una locura, pero no un crimen", dijo Cantat. Su abogado alegó: "Fue un conflicto humano, un accidente, una tragedia”. Marie y Bertrand habían discutido los dos, pero él no tenía ni un rasguño.

No sólo Marie era un emblema de la mujer moderna. También su marido era un emblema de cantante exitoso y un rebelde políticamente correcto que se adhería a las causas justas del mundo y se solidarizaba con los movimientos pacifistas y antiglobalización.

En Europa la violencia de género es la principal causa de muerte o invalidez en las mujeres de entre 16 y 44 años, por delante del cáncer y los accidentes de tráfico, más allá de su condición cultural y socioeconómica. Según un informe del Consejo de Europa, en Finlandia, el país de mayor equidad de género del mundo, el 22 por ciento de los varones es violento con su compañera y el 50 por ciento de los separados maltrata a su ex.

Ni siquiera las mujeres que tienen conciencia de sus derechos están vacunadas contra la violencia. No hay súper mujeres. El caso de Marie revela que incluso en las sociedades más adelantadas, donde las mujeres ocupan un lugar muy importante en la vida social y en los círculos más cultos, los golpes masculinos pueden acabar con su vida.

Ésta es la tumba de Marie Trintignant. Está en el hermosísimo cementerio Père Lachaise de París. Descansa a pocos metros de Edith Piaf, Oscar Wilde, Sarah Bernhard, Paul Eluard, Maria Callas, Jim Morrison, Colette, Yilmaz Guney, Isadora Duncan, Miguel Ángel Asturias… En buena compañía. Yo me acerqué hasta allí en un día de lluvia y le hice esta foto con todo mi cariño y algo de dolor.

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5 comentarios:

Julen Iturbe-Ormaetxe dijo...

Parece que todavía queda mucho camino por recorrer. En ello estamos.

Fernando García Pañeda dijo...

Hasta que no quememos todos los libros románticos y similares y no llevemos garrote vil a todos los panegiristas de las pasiones arrebatadoras. Luego vendrá la educación y todo eso.
Algo radical que me he levantado hoy.

Noemí Pastor dijo...

Estoy contigo, Fer. Hay que acabar con el mito del amor, que tanto daño ha hecho.

Anónimo dijo...

Bello, por lo triste, post, pero no estoy de acuerdo con el comentario sobre el amor. Creo que quien pega no ama realmente.

Noemí Pastor dijo...

M@k, yo no he dicho que haya que acabar con el amor, sino con el mito del amor. Una mujer que se deja humillar lo hace, en parte, en nombre de una mitificación perversa del amor.