lunes, 7 de mayo de 2007

Malos que molan

Ya lo decía Hitchcock (¿lo he escrito bien?): los malos no pueden ser malos durante todo el metraje; hay que adornarlos con rasgos humanos para que resulten interesantes. Si el malo funciona, la historia funciona. El éxito de las historias reside en los malos y en las malas.

Sin dejar a Hitchcock (sí, lo he escrito bien), un ejemplo estupendo de buen malo es Alexander Sebastian en Encadenados. El gran Claude Rains hizo un nazi malo, tan malo como deben ser los nazis en las pelis americanas, y al mismo tiempo derretidito de amor por Ingrid Bergman, hijo solícito de su venerada madre y muertecito de miedo por lo que pudieran hacer de él sus amigos de la cuadrilla nazi, al enterarse de que se había casado con una espía.

Eso es un malo conmovedor, de los que llegan. Por citar otros, hablaré de Hannibal Lecter, el gastrónomo, melómano y amante de la pintura italiana, la mejor creación de Thomas Harris. Y tengo otro ejemplo más reciente: Idi Amín Dadá, el que vimos en el filme El último rey de Escocia, de la novela de Giles Foden. Idi Amín es un personaje literario donde los haya, un tipo que nació en la miseria y llegó a presidir ejércitos y todo un país, por obra y gracia de sus aliados británicos. El hombre se cargó a centenares de miles de opositores a su régimen y a otros tantos inocentes que pasaban por allí; los pasó a cuchillo, los ametralló, los colgó por la piel... También era un buen amante de sus esposas y cariñoso padre de sus hijitos, le encantaba el fútbol y las faldas escocesas y tenía un gran sentido del humor. Era un tipo afable y un anfitrión perfecto.

[Perdonad el siguiente comentario tontorrón que no puedo evitar: me chifla el ojo semicerrado de Forest Whitaker.]

En la peli (la novela no la he leído) lo mismo que pasa con Idi Amín, pasa con Uganda, con África. En África hay hambre, enfermedades, tragedias, matanzas. Y niñas y niños que ríen y juegan en las calles, mujeres que visten de alegres colores, gentes que bailan y cantan en toda ocasión, hermosísimos lagos, playas, bosques. Así es la vida de complicada.

No puedo dejar de hablar de mis dos malas favoritas. La number one es Judith Anderson, la inmensa, la irrepetible señora Danvers, devenida icono sexual de la carnicería-bollería global. Y last but not least, Bette Davis, mala redimida en Jezabel, mala redomada en La loba. ¡Qué puedo decir yo de ella, si llevo años copiándole el flequillo!

A Lily Danvers ya le tengo hecho mi pequeño homenaje. En homenaje a Davis, me despediré a su manera: os quiero mucho, estaría escribiéndoos horas y horas, pero tengo que ir a lavarme el pelo.

Technorati tags

10 comentarios:

Germán Gómez dijo...

Hace poco acabé de leer "Los Pilares de la Tierra" de Ken Follet. Lo único que no me gustó de esa novela es que hay un abad bueno y con conde malo que lo son todo el rato, hasta el fin.

Lucía dijo...

¡Ya decía yo que me recordabas a alguien!

Noemí Pastor dijo...

Pues sí, Germán, es que no falla: lo que dice Hitchcock va a misa.

Esta mitomanía mía, querida Lucía (todo rima en -ía), es algo patética y lamentable, pero a estas alturas no creo que tenga remedio.

Fernando García Pañeda dijo...

Mi ideal sería un Alex Sebastian antinazi. Aunque entonces sería demasiado bueno, ¿no?
Algo así he debido de transmitir a los enanos. Fer jr., después de la trastada de turno (secundada por su progenitor), espeta: "¡Ja, ja, qué malos estamos siendo, ¿verdad?".

Anónimo dijo...

Pues no perderse a Bette Davis mala mala en "¿Qué fue de Baby Jane?" y de sufridora, que hasta da lástima y todo, en "Canción de cuna para un cadáver".
En cuanto a los malos, me quedo con James Mason en "Con la muerte en los talones", culto, refinado, educado, cortés, tanto, que hasta cuando van a cargarse a Cary Grant, sólo le falta pedírselo por favor. Saludos.

Noemí Pastor dijo...

Los niños, Fer, también son terrotíficos en el cine y en la literatura. Me estoy acordando de la criaturita de "Elogio de la madastra", de Vargas Llosa. ¡Qué miedo!

39escalones, si empezamos con Alfred Hitchcock y con Bette Davis, es un no parar, porque hay ejemplos jugosísimos. El mismo Cary Grant en "Sospecha", sin ir más lejos.

Fernando García Pañeda dijo...

Lo que tiene narices es como los buenos pueden ser tan malos y los malos tan buenos. Porque el papel de Cary Grant en Encadenados, ¿es el bueno de la película?
También me gusta el ejemplo del Cary en Sospecha.

Noemí Pastor dijo...

Y Lawrence Olivier - Maxim de Winter en "Rebeca" también daba una de cal y otra de arena.

Francisco Ortiz dijo...

Cada vez me gusta más tu blog, no puedo dejar de decirlo aquí. Un saludo.

Noemí Pastor dijo...

Gracias, Francisco. Yo siempre te leo a tí también muy a gusto.