Una mañana de febrero de 2005 fue encontrado muerto en su casa de Ginebra, impecablemente vestido de látex, con un balazo en la cabeza y otros tres en el cuerpo. La policía tardó pocos días en detener a su amante, Cécile Brossard, con la que, al parecer, se entretenía en juegos sado-maso.
Brossard fue juzgada, condenada y encarcelada. Salió de prisión en noviembre de 2010.
Esto que os cuento no es una invención novelesca, sino un hecho real, todo un escandalazo en Francia. Le Nouvel Observateur envió a Suiza, a cubrir el juicio de Brossard, al escritor Régis Jauffret y éste, además del contratado artículo para el semanario, escribió también sobre el caso Stern una novela: Sévère.
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