lunes, 27 de julio de 2015

Hay gentes

Hay gentes
a las que, cuando hablan, se les pone en los ojos una especie de ahogo
 y no pronuncian palabras claras jamás;
marcan la danza de los números y al instante se arrepienten,
sin un propósito.

Hay gentes de verbo seco, labios desertizados
 y manos eternamente frías,
 que escriben nombres en el vaho de los espejos.

Hay besugos encorbatados, beduinos amables, fracasados de los de verdad
y de los que no pueden imaginar una vida entera en el fracaso.

Hay ballenas poliformes, alacranes que mutan a humanoide
y reparten besos tóxicos.
Hay quienes hacen promesas para incumplirlas
y nunca asimilarán hasta qué punto te hieren
cuando te dejan sin luz.

Hay gentes que no son bumeranes,
pues se van y no regresan.
Hábiles para caer hacia arriba, se manejan bien en la verticalidad.

Se traban al definir el mundo; nacidas para perder, no saben qué hacer
con tanta vida y se acobardan
bajo una bandada de mirlos.

Hay quienes ceden y se disponen a agujerearse las venas,
quienes se marean cuando ven sangre; quienes prefieren morir
antes que ensuciarse en el barro de la vida.

Los hay incapaces de decir que sí;
son de palabras como no sé, a lo mejor, no y no; respiran la atmósfera del odio.

Los hay que viven gracias al impacto de un abrazo, en una continua asfixia, en alarma;
quienes, al inclinar la cabeza, muestran que son vulnerables;
quienes han perdido documentos, firmas, formas, su espacio básico de seguridad,
ruidos y oportunidades.

Hay ojos coloreados que saben oscurecerse y son ciegos al porvenir;
hay serpientes letales e insectos con coraza.
Hay quienes amanecen todos los días dispuestos para el combate; quienes luego mueren,
con las fuerzas debilitadas, sin ganas apenas de abrazar.

Quienes se hacen un agujerito en un dedo, se chupan la sangre y luego escupen;
también hay quienes se la tragan toda.

Hay gente falsa, ingrata, farsante, intensa, gente
que humedecerá mil veces las pestañas;
hay quienes sufren descargas de tristeza incontrolable, quienes degustan siempre
días de cloro y betadine.

Hay quienes desayunan sus coherencias y desprecian el pronóstico del hado;
los hay capaces de aplastar orugas, callar por no estorbar, suplicar
que les digan te quiero, decir no te vayas al mirarte.

Hay quienes te ayudan a esperar lo improbable, quienes te lo dan todo y te vacían
o te llenan hasta los topes; hay gente que ha nacido para estar a tu lado.

Y hay quienes te abandonan.

Juanra Madariaga:
ESPedizioa. Mendi ororen pisua
Txalaparta 2015


La traducción y la adaptación, libérrimas ambas, son mías.

lunes, 20 de julio de 2015

El odio a pleno pulmón

Se tragará su propia mentira como una piedra que le rasgará la garganta. Respirará el odio a pleno pulmón, como el aire intacto de las profundidades, esas bolsas de oxígeno helado que se conservan desde la edad de piedra en cavernas que ningún espeleólogo profanará jamás.
El odio es el origen de la humanidad, cuando partió a la guerra hasta el fin de los tiempos, cuando inventó el fuego para poder forjar el hierro de las armas, cuando descubrió la pólvora; y la tinta, para poder dejar constancia de sus atrocidades.

Régis Jauffret:
La ballade de Rikers Island
Seuil 2014

La traducción y la adaptación son mías.


Otros artículos sobre Jauffret en Boquitas Pintadas:

Crimen real y crimen de ficción
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De nazismo y monstruos en Austria
La moral serpentea
Claustria
Cada vez menos minutos

miércoles, 15 de julio de 2015

Ebrias de objetos

Cartel de entrada al penal de Rikers Island (theguardian.com) 

Vivir en América, consumir, aspirar a ser libre. Escapar por fin del yugo del matrimonio, de una familia en la que las niñas se reparten el trabajo duro, mientras sus hermanos varones se aburren y sueñan también con vivir en Occidente, donde las gentes, tras una orgía de compras, se tambalean, ebrias de objetos, a la salida de los centros comerciales.


Régis Jauffret:
La ballade de Rikers Island
Seuil 2014

La traducción y la adaptación son mías.

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viernes, 10 de julio de 2015

Carne trémula

En mayo pasado falleció Ruth Rendell, una de las novelistas que más horas de lectura me ha brindado. Descanse en paz.

Andaba yo, pues, pensando en cómo brindarle un homenaje merecido y, como quiera que me tocaba publicar en Zinéfilaz, se me ocurrió revisitar "Carne trémula", la peli de Almodóvar basada en la novela de Rendell "Live flesh".

Fui a la estantería donde tengo los deuvedés, confirmé que tenía "Carne trémula" y le quité el papel de celofán, prueba de que el disco estaba intacto. Entonces me di cuenta de que solo había visto "Carne trémula" una vez, cuando la estrenaron en los cines; cosa rara, porque, como ya sabéis, yo soy muy de Almodóvar y casi todas sus pelis me las veo varias veces.

Pero "Carne trémula" no. ¿Por qué? Pues seguramente porque, como "Kika" o "Los abrazos rotos", no me entusiasmó en el primer visionado.

Vi, pues, "Carme trémula" por segunda vez en mi vida y ¡oh, sorpresa!, me gustó más, bastante más, que la primera. Como suele suceder, vi cosas que antes no había visto y le puse distancia y perspectiva.

El resultado de todo esto lo he publicado en Zinéfilaz. Id para allá, hale.

domingo, 5 de julio de 2015

Cada vez menos minutos

"Transcurrido ya el tiempo en el que proporcionaba materia prima a la actualidad, Nafissatou se convirtió en un recuerdo ilustre, como los astros del fútbol jubilados, como las princesas muertas o las top models de antaño, a quienes se dedica cada vez menos minutos en antena.
Se hizo intemporal como un icono; un icono de víctima, pérfida o puta, según la opinión.
Se anunció que había llegado a un acuerdo pecuniario; de uno o varios millones de dólares. Para unos era el precio del delito de violación; para otros, la tarifa prohibitiva de un polvo o la felación más cara de la historia.
Algunos imaginan que para Nafissatou fue un golpe de suerte, una especie de lotería; como si le hubiera tocado el gordo jugando al número de la habitación. Seguro que hay mujeres que piensan que a cambio de ese sueldo soportarían una violación perpetua, se enriquecerían día tras día gracias a un traumatismo que sería cada vez más benigno, en la medida en que se fuera haciendo rutinario.
Ya nadie la insulta en directo. Ya nadie la llama fea ni insinúa que un hombre de tal envergadura nunca se arriesgaría a ir a prisión por un botín tan grosero, tan negro y con un cutis tan ordinario. Como si un comité internacional se hubiera encargado de fijar el precio de un cuerpo, de una raza, de juzgar si la presunta víctima era lo suficientemente guapa como para acceder al estatus de mártir."


Régis Jauffret:
La ballade de Rikers Island
Seuil 2014

La traducción y la adaptación son mías.

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