jueves, 28 de marzo de 2013

Anhedonia

Así es el ser humano, así soy yo: en invierno añoro el calor y en verano, el frío. Cuando estoy en la ciudad, me apetece el verde del campo y, una vez entre flores, echo de menos una buena película en versión original. Como si me repugnara ser completamente feliz.

Alicia Giménez Bartlett
Nadie quiere saber
Destino 2013

“It's not that Allen is unable to enjoy himself (though he did want to title "Annie Hall" "Anhedonia," which means the inability to experience pleasure); it's that he's convinced the moments don't add up to redemption.”
Newsweek: Take the Bananas and Run







viernes, 15 de marzo de 2013

La danza de la gaviota


Andrea Camilleri:
La danza del gabbiano, 2009
La danza de la gaviota, 2012
Traducción de Teresa Clavel Lledó



Salvo Montalbano, protagonista de más de veinte entregas de la serie, es ya un héroe crepuscular. Su autor, el insigne Andrea Camilleri, se inmiscuye en la ficción, la ficción salta a la realidad y el crimen se globaliza.

Si te apetece, léelo todo en Calibre 38. Allá nos vemos. 

martes, 12 de marzo de 2013

Más de Kramer y Zondi

- Prepárate para responder a la pregunta del millón.
- ¿Cuál es?
- Dime: cuando Dios hizo a los cafres, ¿les dio alma?
- ¿Quiere decir como al hombre blanco?
- Por supuesto.
- Dios nunca haría algo tan horrible, teniente.
- Excelente -dijo Kramer-.

James McClure: La canción del perro (The song dog, 1991)
Reino de Cordelia, 2012
La traducción es de Susana Carral.

Otras entradas en Boquitas Pintadas sobre La canción del perro:

sábado, 9 de marzo de 2013

El teniente Kramer y el sargento Zondi

Cuando se acercaron, vieron dos ambulancias.
- Pero ¿qué pasa aquí?
- El helicóptero del ejército ha aterrizado junto a un terraplén en el momento en que los negros estaban en pleno lío: las balas y las lanzas silbaban sin parar y unos cuantos cafres daban la lata con las escopetas, bailando encima de unas rocas. Los shabala llevaban quince muertos y los sithole catorce, aunque intentaban empatar. Los cuervos, encantados, claro. Las mujeres hacían el ruido ese que hacen y que viene a decir "No tenéis pelotas", para picarlos. Pues eso, lo de siempre, que no suele dar problemas. Pero los del helicóptero no se dieron cuenta de que estaba tan cerca del terraplén y, cuando los tres primeros soldados saltaron a tierra, para ponerse a cubierto fueron directos hacia el terraplén y ¡zas, zas, zas!, los rotores los pillaron y los decapitaron. Entonces el helicóptero se inclinó un poco y los rotores dieron contra el suelo. El aparato entero dio una voltereta y se cayó por el precipicio.¡Bum! Una bola de fuego y todos los negros salieron por patas. El segundo helicóptero se ha ido a buscar a los demás muertos, antes de que los negros se apoderen de los restos para hacer sus medicinas tradicionales. ¿Le apetece un chicle, jefe?

James McClure: La canción del perro (The song dog, 1991)
Reino de Cordelia, 2012

La traducción es de Susana Carral.
La adaptación, mía.

Otras entradas en Boquitas Pintadas sobre La canción del perro:
La canción del perro
Un feliz reencuentro


miércoles, 6 de marzo de 2013

Un feliz reencuentro

En mayo del año pasado, como ya os conté, las buenas gentes de Reino de Cordelia me hicieron llegar un ejemplar de La canción del perro, de James McClure y servidora de ustedes, que acumula más libros de los que puede asumir, no ha empezado a leerlo hasta hace bien poco.

Con todo, la espera ha merecido la pena y mi encuentro con McClure ha sido un feliz reencuentro con lo mejorcito de los clásicos del género.

No será esta la única entrega que dedique a la novela, así que comencemos por su colorido estilo figurado, plástico, burlón, directo, eficaz. Voy a dejarme de adjetivos y a poner ejemplos.

... un ombligo saliente como el nudo que cierra un globo rosa.
(...)
... fugaz como los malos pensamientos de una monja.
(...)
... una calva como la de la alfombra del recibidor de una pensión barata.
(...)
Frunció el ceño como intentando concentrarse en un concepto revolucionario.
(...)
Está tan agotado que camina como un hipopótamo con hernia.
(...)
Provocó un sonido como una salida nula en un campeonato de natación para discapacitados borrachos.
(...)
Tenía delante un asnal surtido de urbanitas con pantalones cortos, rodillas rojas, chanclas y guirnaldas de cámaras con teleobjetivos, como si cada uno tuviese una erección múltiple.

Tengo más, pero igual lo dejo para otro día.