Balada triste de trompeta. Dirección y guión: Álex de la Iglesia. Interpretación: Carlos Areces (Javier), Carolina Bang (Natalia), Antonio de la Torre (Sergio), Manuel Tallafé (Ramiro), Fernando Guillén Cuervo (capitán miliciano), Enrique Villén (Andrés), Santiago Segura (padre del payaso triste), Sancho Gracia (coronel Salcedo), Juan Luis Galiardo (Ring Master), Manuel Tejada (jefe de pista), Gracia Olayo (Sonsoles). Producción: Gerado Herrero y Mariela Besuievsky. Música: Roque Baños. Fotografía: Kiko de la Rica. Montaje: Alejandro Lázaro. Diseño de producción: Eduardo Hidalgo. Vestuario: Paco Delgado.
Explicaré la película en seis puntos:
1.- Los títulos de crédito. Con los iniciales ya me tenía atrapada Álex de la Iglesia. Bueno, es que a mí se me atrapa fácil: me mezclas unas secuencias de "Los payasos de la tele" con fotos de presos etarras y ya me tienes rendida. Extravagancias aparte, los títulos son un perfecto resumen de
mi vida político-televisiva anterior a los quince años.
Y en los títulos finales sale
"La casa del reloj". No hace falta decir más.
2.- El homenaje a Spielberg. Nada más empezar la peli, el enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre tropas republicanas y nacionales nos trae sin remedio a la cabeza el desembarco de Normandía de "Salvar al soldado Ryan", con
combatiente desmembrado y todo, para que no falte ná.
3.- El homenaje a la tele. Aparte del de los títulos de crédito, el televisor está encendido en muchas escenas de
Balada triste y lo que narra corre paralelo a lo que narra el propio film, cuando no acelera la acción. Además, qué montones de actores ha sacado De la Iglesia de la tele. Empezando por Luis Varela, que ya brilló en
Crimen ferpecto, y siguiendo con el gran Fofito, Juana Cordero y otros sacados de
Vaya semanita o
El comisario.
4.- El payaso tonto. Y, además de tonto, violento, chularras, tiránico, desequilibrado y un perfecto cabrón. Lo más terrorífico que he visto últimamente en el cine. Vedlo en la foto y dadme la razón. Es la mejor interpretación de la peli, con diferencia, a cargo de
Antonio de la Torre, que tiene también
las mejores líneas de diálogo.
5.- El guion sin tilde y descosido. A partir de cierto punto, el guion se descose, se dispersa, se desperdiga y se desparrama, lo cual es una pena, porque
un poquito de contención habría mejorado la historia, que ya tiene suficiente delirio. Mira, en
El día de la bestia esa contención, ese encauzamiento del que hablo, se consigue.
6.- El homenaje a sí mismo. Acabar en las alturas, como en
El día de la bestia y
La comunidad, es un homenaje que se hace De la Iglesia a sí mismo, porque él lo vale, y a mí me parece bien. También he creído ver que el
tutú ensangrentado de Carolina Bang homenajeaba al vestido de novia hecho jirones de Frédérique Feder en
Acción mutante.