martes, 26 de marzo de 2019

Hoy no estoy pa nadie: "Dolor y gloria"


Hoy no estoy pa nadie.
Hoy no estoy pa na.
Hoy estoy borracho
de soledad.

Raimundo Amador

Salvador Mallo no está pa nadie. Salvador Mallo no está pa na. Qué se le va a hacer. En la vida se tienen esas etapas; te dan esas boladas, decíamos de niñas, empotrando el léxico vasco en la morfología castellana.

Hay temporadas, sí, o temporadonas, en las que no estás pa nadie. Ni pa na. Te pasas el rato solo en casa, sin ganas de salir tampoco a na, y cuando alguien te visita, tus pasos lo conducen hasta la puerta, la mano se te va al picaporte y le dices que sí a todo, con tal de que se largue de una vez y te deje de nuevo en paz entre tus muros.

Tienes ya una edad respetable y, como no tienes ganas de tener presente ni futuro, solo te queda el pasado y la tentación de enmendarlo.

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Declara Almodóvar en una entrevista con Andreu Buenafuente que “Dolor y gloria” no es un relato en clave, que no nos cansemos buscando nombres ni apellidos reales a los ficticios Alberto y Federico, que estos sus personajes están construidos con retazos de antiguos amigos, enemigos y amantes.

Añado yo otra negación a la de Almodóvar; niego también otra cosa: al contrario de lo que dicen la mayoría de las críticas de “Dolor y gloria”, no creo yo que don Pedro se desnude tanto ni que exhiba tanto sus miserias; se queda en un repertorio de dolencias chic, todas socialmente aceptables, o al menos estéticamente envueltas como para que no desagraden, y cierta elevada dosis de misantropía.

Exhibe, eso sí, con orgullo, unos examigos y examantes maduros y guapísimos, como él mismo reencarnado en Banderas. Todos bellos a pesar de los excesos, los achaques, las canas y las arrugas; todos mantienen todavía ese puntito de glamur del que los mitómanos no podemos prescindir.

Más descarnado me parece, en cambio, que todos esos hombres bellos formen parte de un catálogo de relaciones frustradas, al que suma otro sentimiento de fracaso en la relación con su madre.

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A Salvador Mallo esos meses, esos años tontos en los que no está pa na, le sirven al menos para reconciliarse con su vida. Abre una por una las cajas de una mudanza incompleta, de varias mudanzas incompletas; esas que quedaron con la cinta adherente intacta y ya uno no sabe qué guardan dentro.

La caja más grande es la de la infancia, pero es quizá la que menos miedo da abrir. Por eso Salvador Pedro Mallo la vacía a poquitines, disfrutando de cada hallazgo y haciéndonos disfrutar al recordar pedacitos de su cine anterior. Se nos vienen a la cabeza sobre todo las escenas manchegas de “Volver”, aunque también hay un guiñito a “La ley del deseo”. Por cierto, creo que “La ley del deseo” sigue siendo mi pelialmodóvar favorita.

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También le había oído hacía tiempo a Almodóvar que “Dolor y gloria” iba a ser una peli muy  masculina. Y sí, es masculina esa emoción contenida que Mallo les pide a sus actores; eso que se deja entrever, pero no permite que se desborde; ese tragarse las lágrimas y seguir hablando con una ronquera sugestiva.

Por eso creo que en este film no hay exhibicionismo ni total sinceridad. Tampoco hace puñetera falta. Hay la dosis suficiente como para empatizar, comunicar, transmitir, que es lo que tiene que hacer un creador.

Y, hablando de emoción, me reblandezco toda, como una pava, cuando en una calle de Madrid Banderas se detiene largo rato ante una pintada que reza: “Hermana, yo sí te creo”. ¡Ay! Gracias, gracias, Pedro. He buscado el fotograma por la red, pero no lo he encontrado. Si alguien da con él, que me lo haga llegar, por fa.

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Critican también de “Dolor y gloria” su guion supuestamente deshilachado, descosido. Y sí. Es bastante así. Con un par de hilos conductores (su situación presente y su infancia), el resto de episodios son, como decía, cajitas que se abren y se cierran y apenas interactúan entre sí. Pero  él puede. Él, con la inestimable colaboración del gran Juan Gatti, cose lo incosible como quiere. Para eso es Almodóvar. Respect!

A mí, en cambio, ¿sabéis qué no me gusta de “Dolor y gloria”? El título.


Ficha técnica (filmaffinity.com)
Título original  Dolor y gloria
Año  2019
Duración  108 minutos
País  España
Dirección  Pedro Almodóvar
Guion  Pedro Almodóvar
Música  Alberto Iglesias
Fotografía  José Luis Alcaine
Productora  El Deseo. Distribuida por Sony Pictures Entertainment (SPE)
)

viernes, 8 de marzo de 2019

Villanoir 2019: quien croniquea la última croniquea mejor




O si no mejor, al menos más cómoda, eso sí.

En fin, que aquí llego yo, largo tiempo después de haberse celebrado en Villanúa (Huesca), del 1 al 3 de marzo, la tercera edición de este encuentro de género negro, a contar cómo me fue en Villanoir 2019, con la oportunidad de haber plagiado todas las crónicas que he leído sobre el evento. 

Por cincunstancias personales con las que no os voy a aburrir, solo pude participar en la sesión del sábado por la tarde y no en la sesión completa; suficiente, no obstante, como para volverme esa misma noche a Jaca con muy buen sabor de boca y con ganitas de regresar el año que viene.

A las taurinas cinco de la tarde, muy mal momento para estar despierta, enseguida nos puso las pilas Ricardo Bosque con su mesa "Crímenes sin fronteras, españoles por el mundo!, en la que participaron, por estricto orden alfabético, Salva Alemany, Laura Balagué, José Luis Muñoz y Rosa Ribas. 



Ricardo Bosque, presentador

Salva Alemany. Me llevé su "Alacrán" para casa.

Con mis adoradas Laura Balagué y Rosa Ribas


Fue una poética charla sobre las fronteras, las lenguas, las diferentes formas de percibir la literatura, los desplazamientos físicos y emocionales, el sentimiento de pertenencia y las mil maneras de ser, estar y ejercer la extranjería.  

Luego vino el interrogatorio a Juan Madrid a cargo de José Luis Muñoz, peculiar interrogatorio que cumplió la predicción del interrogador: bastó con una pregunta para que el interrogado se lanzara a un soliloquio muy Bildungsroman. Si todo lo que nos contó no fue estrictamente vero, al menos fue ben trovato.



Juan Madrid y José Luis Muñoz

Juan Madrid pertenece a una especie de escritores que ha entrado ya en vías de extinción, así que deberíamos guardar el molde.

Y ya solo me quedó tiempo para la charla de Dani Álvarez y Francisco Etxeberria, quienes glosaron su programa de televisión "El lector de huesos" con contenidos que fueron desde lo científico hasta lo tétrico, pasando por el humor negro.



Dani Álvarez y Paco Etxeberria fabricando una culpable, con la supervisión del BossBosque

Poco más puedo añadir: que la concejala de Cultura de Villanúa, Ana Etxabe (una de esas valiosas vizcainitas por el mundo que perseguimos la dominación del planeta), fue tremendamente amable y hospitalaria, que alí encontré a imprescindibles de estos eventos como Juan Mari Barasorda y que, si me dejo a alguien, que me lo diga, por fa, y lo incluiré en esta lista de buenos sentimientos.

Ahí van, para acabar, las crónicas sobre el evento que he encontrado en la red. Lo mismo de antes digo: si me falta alguna, hacédmelo saber, plis, y la incluiré.

Ya falta menos para Villanoir 2020.


El Heraldo de Aragón


Laura Balagué


Página de Turismo de Villanúa