Lo primero que debe decirse de Ruth Rendell es que escribe mucho: sólo en castellano tiene publicadas más de treinta novelas y algún que otro volumen de relatos. ¿Vive para ello o tiene una factory de escribidores en casa? Estas dudas y suposiciones forman parte del encanto tremendo de esta señora.
Rendell escribe tres tipos de novelas. En el primer tipo tenemos las tradicionales inglesas de puzzle, investigación y whodunnit. El protagonista es el inspector Wexford, funcionario de policía del pueblecito imaginario de Kingsmarkhan, al sur de Londres.
En el segundo tipo tenemos las novelas de psicópata, mis favoritas. Un simpático psicópata las protagoniza. Suele ser una tipa o un tipo que al comienzo del relato parece un poco maniático, un pelín chalao, y al final acaba montando la de dios. Rendell se luce en estas novelas con las descripciones. Servidora no es amiga de las descripciones: a menudo me las salto en otras novelas, pero las de Rendell no me las pierdo, pues verdaderamente describen, dibujan, pintan, fotografían, no se pierden en laberintos estilísticos ni en lucimiento de prosa.
Rendell escribe tres tipos de novelas. En el primer tipo tenemos las tradicionales inglesas de puzzle, investigación y whodunnit. El protagonista es el inspector Wexford, funcionario de policía del pueblecito imaginario de Kingsmarkhan, al sur de Londres.
En el segundo tipo tenemos las novelas de psicópata, mis favoritas. Un simpático psicópata las protagoniza. Suele ser una tipa o un tipo que al comienzo del relato parece un poco maniático, un pelín chalao, y al final acaba montando la de dios. Rendell se luce en estas novelas con las descripciones. Servidora no es amiga de las descripciones: a menudo me las salto en otras novelas, pero las de Rendell no me las pierdo, pues verdaderamente describen, dibujan, pintan, fotografían, no se pierden en laberintos estilísticos ni en lucimiento de prosa.
En las descripciones Rendell se sirve de dos recursos clave: ropa y marcas. En cuanto aparece un personaje, nos nombra de pies a cabeza todo lo que lleva puesto. Y si se cambia de vestimenta, lo repite, porque sabe que eso dice mucho del personaje. En cuanto a las marcas, no se corta un pelo si tiene que decir qué revistas compra el prota de Carne Trémula, o qué chocolatinas la de La mujer de piedra, sin llegar jamás a los límites abrumadores de Bret Easton Ellis en American Psycho.
A los amantes de Londres les recomiendo que lean estas novelas con un plano de la ciudad a mano. De paso recomiendo leer las de Jonquet con un plano de París, y las de Markaris, con uno de Atenas.
Y en tercer lugar tenemos las novelas que Rendell firma con el seudónimo de Barbara Vine. Algún purista no las clasificaría de novelas negras, pues sólo tocan tangencialmente el género. Como no sé definirlas bien en conjunto (¿intriga?, ¿investigación criminal histórica?), resumo la trama de un par de ellas. En La mariposa negra, la hija de un célebre escritor, recién fallecido, pretende llenar ciertos vacíos de la biografía de su padre. En mi favorita, Inocencia singular, dos mujeres se disputan salomónicamente la maternidad de una criatura y una de ellas acaba en la horca; es la historia de la última mujer que murió así ajusticiada en Inglaterra.
Conozco tres pelis basadas en novelas de Rendell: las tres parten de novelas del tipo dos. Una es la famosísima Carne trémula, de Almodóvar, de la cual siempre he pensado que Pedro se podía haber ahorrado los derechos de autor que pagó para poder rodarla, porque cualquier parecido con la novela es pura chiripa.
Las otras dos pelis son de mi admirado Claude Chabrol. Una es La ceremonia, basada en La mujer de piedra, excelentes y recomendables ambas. Otra es La dama de honor, basada no en una novela como las demás, sino en un relato breve. Las dos tienen guiones sólidos e intérpretes impecables; como es habitual en Chabrol, vamos.
Según cuenta en las entrevistas, Rendell se dedica en cuerpo y alma a su oficio de escribidora. Apenas sale de casa: escribe por las mañanas y lee y se documenta por las tardes. Encuentra tiempo, eso sí, para sus labores políticas: es miembro de la Cámara de los Lords por el Partido Laborista.
Technorati tags Ruth Rendell Barbara Vine
A los amantes de Londres les recomiendo que lean estas novelas con un plano de la ciudad a mano. De paso recomiendo leer las de Jonquet con un plano de París, y las de Markaris, con uno de Atenas.
Y en tercer lugar tenemos las novelas que Rendell firma con el seudónimo de Barbara Vine. Algún purista no las clasificaría de novelas negras, pues sólo tocan tangencialmente el género. Como no sé definirlas bien en conjunto (¿intriga?, ¿investigación criminal histórica?), resumo la trama de un par de ellas. En La mariposa negra, la hija de un célebre escritor, recién fallecido, pretende llenar ciertos vacíos de la biografía de su padre. En mi favorita, Inocencia singular, dos mujeres se disputan salomónicamente la maternidad de una criatura y una de ellas acaba en la horca; es la historia de la última mujer que murió así ajusticiada en Inglaterra.
Conozco tres pelis basadas en novelas de Rendell: las tres parten de novelas del tipo dos. Una es la famosísima Carne trémula, de Almodóvar, de la cual siempre he pensado que Pedro se podía haber ahorrado los derechos de autor que pagó para poder rodarla, porque cualquier parecido con la novela es pura chiripa.
Las otras dos pelis son de mi admirado Claude Chabrol. Una es La ceremonia, basada en La mujer de piedra, excelentes y recomendables ambas. Otra es La dama de honor, basada no en una novela como las demás, sino en un relato breve. Las dos tienen guiones sólidos e intérpretes impecables; como es habitual en Chabrol, vamos.
Según cuenta en las entrevistas, Rendell se dedica en cuerpo y alma a su oficio de escribidora. Apenas sale de casa: escribe por las mañanas y lee y se documenta por las tardes. Encuentra tiempo, eso sí, para sus labores políticas: es miembro de la Cámara de los Lords por el Partido Laborista.
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2 comentarios:
Esta escritora es una de las nuestras. Un saludo.
Yo soy fan suya total. Aunque muchos la desprecian porque sus libros se venden en los quioscos. Supongo que si un día venden en un quiosco "El Quijote", se convertirá de repente en una mierda.
Otro saludo.
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