jueves, 29 de mayo de 2008

Buen karma desde Zschopau (3)


Leed aquí las partes 1 y 2.

Un alumno de Charlotte, profesor, a su vez, de alemán en China, describió su impresión sobre Alemania y Charlotte se puso a reflexionar sobre la relación entre Anita y Lena. ¿Sabía Anita quitar y poner el pelo a los muñequitos de Playmobil? ¿Sabía quién era el tigre Kaspar? ¿Y el oso? ¿Cómo podía estar segura de que Anita no interpretaba con Lena escenas de terror estalinista? ¿Jugarían a las juventudes socialistas o a desfiles militares? ¿Le diría a Lena que Dios no existe? ¿Le daría demasiado azúcar?

Alemania me recuerda a una obra de teatro que vi una vez en mi país, dijo el señor Zhou, un chino alto y bien parecido. Lamentablemente no recuerdo el título. Salían dos hombres sentados todo el rato bajo un árbol y hablaban de cosas angustiosas y absurdas.
Esperando a Godot, dijo Charlotte. Es una obra inglesa.

Lena parecía feliz.
¿Qué habéis hecho juntas?, preguntó Charlotte a Anita. Anita se encogió de hombros.
Tonterías, dijo Lena.
¡Ah! Habéis hecho tonterías, repitió Charlotte riendo. Anita no se rió y miró al reloj.
¿Puedo irme?, preguntó.
Charlotte sacó del armario un abrigo viejo pero todavía muy bonito.
Te has abrigado poco, le dijo a Anita y le puso el abrigo en los brazos. Cuando ya no lo necesites, me lo devuelves. No es una limosna.
Anita pareció alegrarse y acarició el tejido. Era un auténtico abrigo de cachemira.
Es un abrigo de hombre, dijo Anita.
Casi siempre visto ropa de hombre, dijo Charlotte. Es más elegante.
Anita la miró pensativa.
Pues gracias. ¿Puedo irme ya?
Adiós, dijo Lena.
Me alegro de que os llevéis tan bien. Charlotte apretó suavemente el brazo a Anita.
Sin problemas, dijo Anita. Y se quedó un buen rato inmóvil, hasta que Charlotte le soltó el brazo.

Charlotte enseñó a Anita a poner y vaciar el lavaplatos, a conectar el contestador automático, a regular la calefacción, a cocinar verduras vitaminadas y a guardar los cosméticos naturales en el frigorífico. Le explicó los rudimentos de la educación libre de miedos, lo que es un fax y por qué Lena no debía ver televisión. No estaba completamente segura de que Anita comprendiera todo lo que le decía, pues siempre parecía un poco desconcertada.
La primera semana rompió dos platos. En la segunda, se estropeó el televisor.
Sólo lo he encendido mientras Lena echaba la siesta, dijo Anita con voz suave, y de repente ha dejado de funcionar.
De repente, repitió Charlotte incisiva.
Anita alzó la vista y la miró con calma.
Sí, de repente, y se puso su jersey barato de color verde espinaca.
Charlotte le regaló un jersey de angora azul índigo que ya no se ponía, porque había renovado su guardarropa en tonos marrones, y cuando descubrió que calzaban el mismo número de pie, también una bolsa llena de calzado sensatamente resistente y un par de zapatos de tacón de aguja.
¿Estás a gusto aquí?, preguntó Charlotte a Anita.
Sí, contestó Lena; y se subió a las rodillas de Anita.
El cielo es de un color diferente, dijo Anita.
Así es el cielo de Baviera, dijo Charlotte. ¿Y con nosotras? ¿Estás a gusto en nuestra casa?
Pis, dijo Lena; y cogió a Anita de la mano.
Charlotte se quedó en la cocina. Cogió una onza de una tableta de chocolate que tenía escondida en una sopera. Oía la conversación de Lena y Anita en el baño. Con la distancia no distinguía las voces. Ambas parecían voces de adulto, qué extraño.


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3 comentarios:

BUDOKAN dijo...

Me gustan estos relatos en entregas que nos estas acercando. Aprovecho para dejarte Saludos!

Recomenzar dijo...

Llego a través de budokan Muy bueno tu blog
besos

Noemí Pastor dijo...

Espero que sigas disfrutando, Budokan. Abrazos.
Mi despertar, bienvenida. Creo que ya nos hemos leído alguna otra vez. Un beso.