viernes, 25 de julio de 2014

La sucia resignación de los parias

« Muchos de los amigos que tenían en común con los años habían abandonado las naves de la lozanía en violentos y sorprendentes lavados de imagen. Los punks con cresta, buenos discos y buena conversación, enrolladísimos, los colegas geniales de siempre, en solo una temporada se habían convertido en cuñaos adiposos con los sueños sepultados, hipotecas sobre las espaldas y la sucia resignación de los parias: "Así es la vida". Como si hubiera una buena razón para pasar a engrosar las filas, sentar la cabeza  y aguantarlo todo.

En una ciudad pequeña es fácil toparse con viejos amigos; adolescentes sublimes convertidos en borregos; agrios, abatidos, heridos en su vanidad, bloqueados, ajados o entrampados por pequeños éxitos.»


Virginie Despentes: Bye, bye, Blondie
Éditions Grasset & Fasquelle, 2004
La traducción y la adaptación son mías.

6 comentarios:

Uno dijo...

Por eso me gustan las ciudades grandes. Para que no me vean.

Noemí Pastor dijo...

Sí. El anonimato social mola. Yo me entristezco cuando veo, como dice Despentes, a adolescentes esplendorosos convertidos en ruinas; sobre todo cuando me pregunto cómo me verán a mi.

nineuk dijo...

Esa asepsia de los escaparates es extensible a cada vez mas lugares. Los macro-festivales, por ejemplo, antes ceremonias de cierta estética alternativa, son ya puras fotocopias donde todas las iniciativas vienen ya montadas desde arriba.

Noemí Pastor dijo...

Así es, Nineuk. Las marcas huelen el consumo y el dinero y se plantan allí donde los hay. Deberíamos aprender algo de sus estrategias.
Con todo, lo de las tiendas globalizadas da bastante grima.

peke dijo...

Te diré, querida Noe, que cuando vas solo de vez en cuando a la ciudad que te vio nacer y en la que viviste durante 27 años seguidos, y ves caras conocidas que van envejeciendo o que a duras penas reconoces, resulta un auténtico flipe pensar que las ruinas que ves también te ven a ti como otra ruina. A pesar de que tú te veas como la chica que fuiste. Una verdadera pasada (normal, por otra parte).

Noemí Pastor dijo...

Te creo, PEKE. A mí me sucede lo mismo. Vivo a pocos kilómetros de donde pasé mi infancia, pero, así y todo, casi nunca paso por allí, porque en uno de esos regresos sufrí un schock emocional.
Por eso me ha tocado esta cita.