domingo, 22 de julio de 2012

El quinto día

Maud Tabachnik: Le cinquième jour (El quinto día), 2001

Quien no puede vivir en Nueva York, no puede vivir en ninguna otra parte.

Maud Tabachnik es francesa, escribe en francés y, como ya os conté, ambienta todas sus novelas en los Estados Unidos de América. El prota de El quinto día, por ejemplo, es Stan Levine, neoyorkino, judío y capitán de la policía de su ciudad. Se me hace rarito leer en francés una novela que discurre por el Bronx y la Quinta Avenida, pero eso le da a su vez un toque pulp tierno y agradecible.

Su esposa, Sarah, es publicista y feminista, así que el hombre sufre mucho con los machitos de su departamento y se pasa el día sermoneándolos y explicándoles, en plan Barrio Sésamo, la diferencia entre un marica y un pederasta.

Precisamente se enfrenta Levine a un psicópata que secuestra niñas y no sigo contando lo que hace con ellas, primero, porque no quiero desventrar la novela y, segundo, porque ya sabéis que no me gusta la truculencia.

Así que el bueno del capitán se ve obligado a repasar los bonitos currículos de gente como Jeffrey Dahmer, el carnicero de Milwaukee, y tiene que enfangarse en ambientes de prostitución de menores y tráfico de seres humanos y vérselas con un concejal con debilidad por las criaturitas y otros respetables ciudadanos con dobles o triples vidas.

Pero, en fin, no todo es gore ni ascazo en El quinto día. Tabachnik a ratos se enciende con arrebatadas descripciones de Nueva York, sus barrios populares, sus edificios característicos, el calor peliculero...

¿Qué es en realidad Nueva York? ¿Ese barrio privilegiado de artistas cool y tiendas de moda? ¿O Alphabetville con sus calles desgarradas y sus perceptores de subsidios? ¿El Soho que se vanagloria de imponer sus tendencias en el mundo entero? ¿Bovery y sus sintecho? ¿Broadway que se engancha con la calle 42 y sus sex shop sórdidas? ¿Los vendedores de diamantes de la 49 con levita negra y sombrero de piel? ¿Wall Street, Harlem, el Bronx, Queens? 

Y, de propina, vais a aprender un montón sobre la historia del canibalismo. No os escandalicéis, que nuestros insignes antepasados de Atapuerca ya lo practicaban.

6 comentarios:

humo dijo...

Ufffffff, niña, me parece que no la voy a leer...

Noemí Pastor dijo...

Es durita, HUMO, pero ese toque pulp la aligera, la convierte en una especie de tebeo. Aunque sus referencias son reales, resulta más ligera que la dura realidad. Besos.

Peke dijo...

Leí cosas sobre ese carnicero hace algún tiempo (Dentro del monstruo, de Robert K. Ressler) y se me pusieron los pelos de punta. Todavía más al ver que su cara de niño bueno no era en absoluto espejo de su alma.

Noemí Pastor dijo...

Hola, PEKE. Hace poco me recomendaron otro libro sobre psicópatas: "Sin conciencia", de Robert Hare (Paidós). ¿Lo has leído?

Peke dijo...

Ese no lo he leído, aunque el título resulta sugerente y quiero creer que me suena.
Lo terrible de estos asesinos psicópatas (hay psicópatas que no son asesinos, como bien sabrás)es que nadie espera de ellos ninguna atrocidad de las que hacen; bien es cierto que esa gente carece de empatía, de la cualidad de ponerse en el lugar de otro e imaginar o suponer su sufrimiento. ¿No sabrás de qué año es este que me citas?
El que yo cito está en Alba editorial. Es bastante ilustrativo.

Noemí Pastor dijo...

Es de 2003 y está descargable en pdf.