lunes, 15 de agosto de 2011

Crónica mariense

Nota por si aca: mariense es el gentilicio de la isla de Santa María, Azores.

La capital de esta isla de Santa María es la Vila do Porto (ved una placita deliciosa en la foto), la ciudad más antigua de las Azores, la primera que fundaron los portugueses en el siglo XVI.
Se nota que es villa antigua por el empedrado: no lo tienen todas las capitales azorenses; solamente las de abolengo y solera, como Ponta Delgada, Angra do Heroismo y para de contar.
Yo me alojo a las afueras de la Vila, en Cruz Teixeira, un barrio de caseríos dispersos con sus terrenitos de cultivo (es típico de aquí un melón pequeño y anaranjado muy muy sabroso) y, cómo no, sus vacas.
La primera mañana que amanecía aquí salí por el barrio a hacer mi carrerita matutina y hete aquí que un lugareño, muy amable, se me cruza con su camioneta, se me detiene a la par y me dice: "Bom dia. Tenga cuidado con los perros."
Pues no hizo falta que me dijera más, con lo miedosa y cobardica que soy yo.
Y sí, es que cada caserío tiene su perro o perros, pequeños y grandes, todos ladradores y todos con dientes; eso sí, todos atados, un detalle que se agradece.
Así y todo, al día siguiente decidí cambiar de pista e ir hacia el aeropuerto, que no es un aeropuerto cualquiera. Lo construyó ni más ni menos que el ejército norteamericano en 1944, para que sirviera de base en la Segunda Guerra Mundial, y lo abandonó en 1947, cuando pasó a manos de la aviación civil portuguesa. Entre una fecha y otra trabajarón en él tres mil personas.
Las instalaciones ocupan casi una tercera parte de la isla, la más llana y soleada, y producen una peculiar sensación de extrañeza. ¿Sabéis esas películas de militares americanos en el Pacífico, que están en el quinto infierno, pero tienen unas urbanizaciones calcadas de las de California o Massachusetts? Pues así es esto. De arriba hacia abajo en el escalafón sociomilitar, hay mansiones enormes, filas y filas de chalecitos idénticos, viviendas adosadas con pequeños y coquetos jardincitos y puñeteros barracones para la tropa más arrastrada.
La mayoría de las casitas están habitadas, muchas por personal del actual aeropuerto. También construyeron los americanos un hotel (uno de los tres que hay en toda la isla) que se mantiene en uso y un salón de actos que hoy es el Cine Clube.
Está abandonado, sin embargo, un campo de deportes, que podría haber sido de rugby, no sé.
Las bocas de riego típicas americanas me da que tampoco se usan ya, pero las conservan bien pintaditas y vistosas.


8 comentarios:

Julen dijo...

¿De rugby? Ya querrías decir de baseball o algo más americano, ¿no? ;-)

Noemí Pastor dijo...

Ya te digo que no sé de qué es. Está hecho unos zorros. Permíteme la impertinencia: se escribe béisbol. Un besito.

Susan Lenox dijo...

FELIZ VIAJE !!!!!!!!!

humo dijo...

...Y Madrid tomados por los peregrinos...

Uno dijo...

Cómo me gusta eso del viejo aeropuerto y a la vez el empedrado.
¿No me venderían un barracón de esos?
Disfrútalo.

Un abrazo

Noemí Pastor dijo...

Gracias, SUSAN. A tu salud.

Noemí Pastor dijo...

HUMO, pasé por Madrid de camino a aquí y vi grupos de jóvenes cristianos de China y de Zimbawe. Y un fraile franciscano asiático. Aquí la gente también es muy católica.

Noemí Pastor dijo...

UNO, algunos están arregladitos y muy coquetos, con su jardincito y todo. La verdad es que no sé si los vacíos están a la venta. Disfrutaré, pero solo porque tú me lo pides.