martes, 1 de marzo de 2011

Otras cuatro de Petra Delicado (4)

En Un barco cargado de arroz (2004) el asesinado es un vagabundo, un sintecho. Empiezo por el final para deciros que Un barco llega a la misma conclusión aterradora a la que llegaba Las llaves de la calle, de Ruth Rendell: la gente que no tiene casa, que vive en la calle, no es de otro planeta, no viene del infierno, sino de una familia vulgar y corriente, como la tuya y como la mía, pero la vida se le quebró y se le fue en picado. Como aquella señora a la que unos niñatos pegaron fuego en un cajero automático de Barcelona. La misma Petra se pregunta cómo se llega a ese punto:
¿Cómo se llega ahí?, ¿qué episodios biográficos son necesarios para que alguien alcance un punto en el que pueda decir: no me importo a mí mismo?
Y, como le responde el gran Garzón, puede que estas gentes no nos inspiren compasión, que sí nos la inspiran, pero al menos producen enorme curiosidad.

Petra, por otro lado, sigue siendo la misma de siempre. Como le pasaba en otras novelas y como me pasa a mí también, sigue envidiando otras vidas, exactamente las mismas vidas, las vidas absortas, que envidio yo:
Nunca he conseguido dejar de pensar en mi propia vida. Hubiera dado cualquier cosa por ser como una de esas científicas que dedican todo su tiempo a la investigación. Creo que por eso dejé mi carrera como abogada y me hice policía. Creí que el trabajo absorbería mi mente por completo.
Y la vida absorta por excelencia es la vida conventual. Esa fijación por la paz de los claustros ya ha salido en novelas anteriores y nos adelanta lo que vendrá en la que de momento es la última entrega de la serie.
Es mucho más que no pagar el alquiler. No tienen que tomar decisiones, saben siempre cómo se deben comportar, no se meten en complicaciones amorosas, no engrosan las listas del paro y, encima, cuando son viejos, saben que alguien los cuidará. A mí me parece un destino más que deseable.
En este reflexionar sobre la propia vida desempeñan un papel importante las mujeres jóvenes (médicas forenses, policías...) con las que se va topando Petra en sus aventuras. Se lleva bien con ellas, lo cual interpreto como un síntoma de inteligencia.
Ella estaba llena de vigor y de ganas de entrar muy en serio en el juego de la vida. Me pregunté si alguna vez yo había sido así, tan directa, tan carente de dudas, tan llena de ilusión.

Me intriga la relación que mantenemos quienes tenemos ya una cierta edad con la gente joven, especialmente las mujeres maduras con las chicas, y admiro a quienes afrontan esas relaciones con serenidad, cariño y ni pizca de celos, frustración ni rivalidad, a pesar de que no podamos evitar que todas esas muchachas tan seguras de sí mismas, tan enérgicas, tan hermosas, tan inteligentes, nos recuerden dolorosamente lo que nuestra vida no ha sido y no será ya nunca jamás.

En fin. Por ponerme más alegre, acabo con otra cosa que tengo en común con Petra:
Es uno de mis defectos: si se me ocurre una réplica ingeniosa, tengo que soltarla, aunque no piense lo que digo.
Yo hago lo mismo y eso me lleva a decir cosas inadecuadas a quien no debo y cuando no debo. Pero qué le voy a hacer: que las convenciones sociales no te arruinen una buena frase.

4 comentarios:

Santy Trombone dijo...

Ya sé que no viene a cuento, pero te quería preguntar si tienes alguna referencia sobre un libro por el que siento mucho interés y curiosidad. Es una novela de Jake Arnot y se titula "Delitos a largo plazo" sobre un ganster corpulento, machote, algo sádico y homosexual.

Uno dijo...

Desde muy jóven me han atraido mucho los vagabundos. Siempre he tenido la sensación de que podría ser uno de ellos.
Y desde luego me apunto a lo de la replica ingeniosa. Con el agravante en mi caso de que, alguna vez, no solo no es que no pensara lo que decía sino que no medí las consecuencias.

Un abrazo

Noemí Pastor dijo...

CALAMARIN, amore, los novieneacuento son bienvenidos en ese blog. La novela no la he leído, ni ninguna otra de su autor, pero me animaría a leerla. Creo que hay además una serie de TV inglesa sobre ella. Si la compras y no te gusta, cuando nos veamos te pago su equivalente en cervezas.

Noemí Pastor dijo...

UNO, los vagabundos son fascinantes. No he querido ahondar en ello, pero en esta novela Petra habla mucho de su dignidad. En cuanto a la réplica ingeniosa, mi problema es que no alcanzo el nivel de ingenio deseado o no mido bien el sentido del humor de quien tengo enfrente y la cago.