miércoles, 26 de enero de 2011

Los viejos papeles

David G. Panadero
Los viejos papeles
Editorial NGC Ficción
Madrid, 2010

Antes que nada, tengo que agradecer a David G. Panadero, ilustre progenitor de Prótesis, que me hiciera llegar amablemente su novelita Los viejos papeles. Como ya he dicho de otros libros de David, el diminutivo "novelita" es cariñoso y descriptivo. Cariñoso, porque un relato sobre las humildes publicaciones de quiosco de la posguerra española ¿qué te va a inspirar sino cariño? Y descriptivo, porque son apenas 160 páginas en un formato pero que muy manejable y adecuado para leer en el transporte público, que es casi casi donde servidora de ustedes más lee. [Nota-recordatorio para mí misma: tengo que escribir sobre lo que la gente lee en el metro y la proliferación de e-books.]

Los viejos papeles tiene algo de cervantino, con dos personajes que al principio chocan y que al final resulta que no son tan diferentes entre sí. Tenemos, por un lado, a un joven periodista que quiere sacar a la luz una vieja historia y, por otro, a un viejo escritor de noveluchitas que lucha por enterrarla. Es un personaje tremendo este anciano y huraño escribidor que prefiere fabular, novelar, disfrazar su vida antes que vivirla, antes que enfrentarse a ella. Y no seré yo quien se lo reproche.

No hace falta decir, pero lo diré, que toda la obra es un canto de amor a las novelas de quiosco, a la novela popular, escrita por gente pobre para gente pobre, con gángsteres, pistoleros, cowboys y héroes taciturnos y desvalidos. Echo en falta, no obstante, alguna referencia a la novela romántica o sentimental, que era uno de los géneros estrella, con el western y el policial, de las novelitas de cambiar. ¿Qué pasa? ¿Cómo es que David ni siquiera lo nombra? Bah, no pasa nada, seguro que se lo ha guardado a propósito para dentro de poco dedicarle toda una novela entera. ¿A que sí?

16 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

Tu reseña, compa Noe, destilo cariño y admiración; además de dejar claro, también, que te ha gustado mucho la obra. Desde luego, tiene una pinta la mar de interesante...

Un abrazo y seguimos trasteando.

Jo Grass dijo...

me gusta mucho eso de las novelas de quiosco escritas para la gente pobre. No sabes cuanto me identifico con ese público lector, jajaja
besitos

Uno dijo...

Yo pasé del cambio de tebeos al cambio de novelas. "la novela romántica o sentimental" era lo que se llamaban "novelas de amor". Lo mismo salgo en Los viejos papeles.
Todavía compro en las librerías de viejo y en el Rastro algunas de principio del siglo XX, con unas ilustraciones preciosas.
Un abrazo

El jukebox dijo...

Leí muchísimas novelas de éstas baratas y para pobres durante mi infancia estudiantil. Es que su pequeño tamaño las hacía ideales para esconderlas entre los apuntos o los libros de texto durante las horas en las que mis padres me encerraban en el cuarto a estudiar. Silver Kane era mi favorito -años después supe que era González Ledesma-, pero también me gustaban Keith Luger, Adam Surray y Lou Carrigan. Marcial Lafuente Estefanía, en cambio, siempre me pareció que estaba sobrevalorado.

Noemí Pastor dijo...

MANUEL, me gusta también el rollo desprejuiciado de homenajear a un tipo de literatura que a veces ni se considera literatura. Seguimos leyéndonos.

Noemí Pastor dijo...

JO, esa frase no es mía, sino de David, el autor, por eso la he puesto en cursiva. Es bonita. Y una lección de humildad ante tanta tontería pedante como aguantamos.

LU dijo...

Leer en los transportes públicos, así es como arranco yo cada día y como cierro la vuelta a casa. ¿Por qué nos produce tanta curiosidad ver qué lee el resto de viajeros? Últimamente coincido con un hombre que siempre lleva un grueso libro abierto en el asiento de atrás del tren. Llega antes que yo y no puedo saber qué lee… Va lento, se adormece, a esas horas intempestivas, no me extraña. Seguiré investigando.

Biquiños

Noemí Pastor dijo...

UNO, yo no he cambiado novelas ni tebeos nunca, pero recuerdo las tiendas donde se hacía. Yo iba con mi tía, que cambiaba fotonovelas. Y en los mismos sitios cogían puntos a las medias. ¡Maldita nostalgia!

Noemí Pastor dijo...

JUKE, me quedo con la frase "Lafuente Estefanía está sobrevalorado". En Babelia nadie se atreve a escribir eso.

Noemí Pastor dijo...

LU, que no te había visto. Yo leo a la ida; a la vuelta, ya no me da para mucho la cabeza y me leo el periódico gratuito o me hago el sudoku. Yo miro lo que lee la gente porque soy una curiosona, pero me va a servir para hacer un ránking de los más leídos en el metro. ¿Coincidirá con las listas de los más leídos de los medios canónicos? ¡Ummm!

humo dijo...

Éramos cuatro hermanos y cada uno tenía sus preferencias, pero todos leíamos las de todos, menos mi hermano, que despreciaba las románticas.
¡Anda que no he leído yo novelas del oeste y de gansters!
...De aquellos polvos... Todo lo que cae en mis manos.
Solo que, ahora, muchas no las termino, aunque traigan el marchamo de "literatura buena"

Noemí Pastor dijo...

HUMO, eso de despreciar las novelas "de amor" todavía no ha pasado de moda. Besos.
Un consejo: no leas literatura "buena"; lee lo que te dé la gana.

Caruano dijo...

Más de una sorpresa hay escondida entre las páginas de las novelas de quiosco.
El formato es el mejor para leer en el tranporte público, en la cama, en jets privados, para no fastidiar las costuras del bolso... en fin
Los libros enjundiosos de pasta dura cortopunzante tienen los días contados y pronto sólo los veremos en mesones, utilizados para trinchar cochinillos.

Möbius el Crononauta dijo...

Sin duda merece la pena ser leída. Ya solo por la portada, promete pulpo a porrillo.

Saludos

Noemí Pastor dijo...

CARUANO, yo soy fan total de las ediciones de bolsillo: manejables, blanditas, se pueden subrayar de todos los colores, escribir en los márgenes, no importa que se estropeen, son baratas... Todo ventajas, chico.

Noemí Pastor dijo...

MOEBIUS, la portada mola, sí. Aunque en la época no se llevaban las tetas tan grandes. Resultan anacrónicas.