martes, 6 de julio de 2010

Parlons chiffons

Antes de empezar con los trapitos, quiero hacer una apasionada loa, oda o alabanza del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Aunque ensombrecido por la apabullante fama del mastodonte de titanio, es un lugar delicioso con piezas que merecen mucho la pena y tiene, además, uno de los bares más bonitos de la ciudad; no tanto por el bar en sí como por las vistas al parque de Doña Casilda.

Yo voy por allí de vez en cuando (más al bar que al museo, lo confieso), esta vez he ido a ver la exposición de Cristóbal Balenciaga y he disfrutado horrores con los vestidazos, los abriguitos, las gabardinas excelsas, las lentejuelas (¡ay, las lentejuelas!, ¡qué tendrán las malditas lentejuelas!), el tafetán, el crepé, el gris humo, el amarillo canario, el azul noche y el turquesa.

En soportes sólo levemente antropomorfos, las piezas aparecen metidas en globos, sobre lechos de cables o plataformas que semigiran, para que no nos perdamos los broches sobre los hombros.

En fin, que he sido feliz en la exposición de vestiditos. Sólo le encuentro una pega, muy gorda: que no te los dejan probar.

Balenciaga. El diseño del límite
Museo de Bellas Artes de Bilbao
Hasta el 26 de septiembre

Las fotos son de la web del museo.

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17 comentarios:

El jukebox dijo...

Coincido contigo una barbaridad: la mejor programación de un museo vasco es la del Bellas de Bilbao. Para mí, al menos, con diferencia y desde hace años.
En cuanto a lo de probar los vestidos, en el Kursaal hicieron hace años una expo con los vestidos del Balenciaga. Gracias a la feroz iluminación, comisariada por el sujeto que ahora está fugado por sus supuestos chanchullos en lo del Museo Balenciaga, cada vez que te asomabas a una vitrina, tu cara aparecía reflejada en el cristal, dando el efecto de que llevabas puesto el diseño. En fin, fue un poco desastroso aunque aún es la muestra más visitada de la historia de la sala Kubo.

Icíar dijo...

El otro día vi por la tele el anuncio. Y lo que comentaban de Balencaga me gustó mucho además.

El azul noche, precioso; el gris humo, qué decir; y las lentejuelas ... jajaja, ¡cuánto tiempo sin lentejuelas!

HLO dijo...

Pero ¿por qué lentejuelas no? Yo tengo camisetas con lentejuelas y me las pongo para ir al trabajo (Balenciagas, lo miraré, pero creo que no tengo).

En el Bellas Artes de Bilbao está la deliciosa Magdalena penitente de Ribera, la propia hija del artista, suntuosamente pintada.

Noemí Pastor dijo...

JUKE, pues sí, a mí al menos es la programación que más me atrae. Y el museo en sí y su emplazamiento me parecen también muy apetecibles. No están mal los efectos especiales, pero tocar esas telas, rozarlas, tiene que ser escalofriante.

ICíAR, merece la pena pasarse a ver todo eso y el resto del museo, también.

Noemí Pastor dijo...

HLO, no te lo creerás, pero lo de "malditas lentejuelas" era apreciativo. Yo también tengo alguna lentejuelilla en alguna camiseta y mataría por un Balenciaga con lentejillas de arrriba a abajo, aunque me lo pusiera para ver la tele en casa.
Pasé a ver a la Magdalena Penitente, claro, y a otras amigas como Santa Águeda. Casi siempre las visito.

calamarin dijo...

Siento una infinita envidia...

Caruano dijo...

Doña Noemí (perdón por el doña, pero me sale espontáneo al ver su avatar), coincido con usted en que el Museo de Bellas Artes de Bilbao tiene una extraordinaria dirección y programa muy bien. Hasta el edificio, soberbio en su sencillez, me gusta más que muchos otros, soberbios en su soberbia.
Yo asocio Balenciaga con Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes (creo que en esa peli lucía algún modelo del modisto), lo que me lleva a Truman Capote... Paro ya.
A mí, como a usted, me gustaría probarme alguna de sus creaciones,por ejemplo, algún trajecito amarillo canario, con algún broche de Tiffanys. Siento confesarlo, pero todos tenemos nuestra parte fetichista. Creo.

Uno dijo...

Curioso. Hoy enla comida con una amiga me contaba que volvía de Bilbao donde había visitado el Gugenheim. Le he preguntado por la esposición de Balenciaga y me ha dicho que no tenía ni idea. Y le he hablado entonces del Museo de Bellas Artes, donde he imaginado que estaría la exposición, en términos muy similares a los que utilizas. ¿Me copias telepáticamente?

Podría explicarte perfectamente a qué responde tu amor por la lentejuela pero tu bien lo sabes.

Un abrazo

Noemí Pastor dijo...

CALAMARín, pues vente p'acá cuando tengas vacaciones, anda, anímate.

CARUANO, yo propondría que la prueba de vestidos fuera pública: que una o uno tuviera que exhibirse cual pieza artística con su Balenciaga (aunque fuera réplica) sobre la piel. Y fotografiarse.

UNO, no sé si será telepatía, pero sí es cierto que el Bellas Artes enamora a quien lo conoce. Sólo que no se promociona mucho. Quizás sea mejor así, no sé. Lo de las lentejuelas, pues sí, lo que tú dices.

Io dijo...

Me gusta el Bellas Artes, es un Museo chiquito y coquetón, con un emplazamiento bien atractivo.
Si voy sólo a visitarlo, acabo en la cafetería, cara al parque. Sólo me incomodan un poco un par de detalles:

- que al personal que está en la cafetería se le ve, desde el parque, como en una vitrina de exhibición. O sea, que puedes pasar, sin transición apreciable, de aer visitante del Museo a estar en exposición tú mismo, luego ya es cosa de cada cual el escoger la pose mientra se acoda en la barra o mientras tona un cortado, con o sin sacarina. Lo de las mesitas en el exterior ya es otra cosa, of course.

- hay una pequeña zona, contigua al Museo, junto a la calle, cuajada de inútiles y altas farolas cuyo significado y cuya funcionalidad me escapa por completo, más allá de que sean un adecuado posadero para unas cuantas palomas que pueden dedicarse desde allí al innoble deporte de lanzar sus deyecciones sobre el incauto que transite por sus proximidades. El viento, cualquier vientecillo, puede serles de inestimable ayuda para alcanzar sus objetivos. ¡Y lo consiguen!

¿Sabe alguien a quién se le ocurrió la genialidad de armar aquel desolado bosquecillo de farolas junto al Museo de Bellas Artes de Bilbao?

Saludos. Y tratad de ser felices, como solía escuchar en un vegetariano de grato recuerdo.

kweilan dijo...

Divertida la frase final. Buen verano!!

Noemí Pastor dijo...

IO, pues a mí me gustan tanto la cristalera enorme del bar, que te incrusta en el parque, y el bosquecillo de farolas. Al principio me parecía que no encajaban con las fachadas clásicas, pero con el tiempo se han acomodado unas a otras. Ya sabes, lo del roce y el cariño. Creo que ya sé de qué vegetariano hablas.

KWEILAN, soy partidaria de divertirme en los museos. Hay quien dice que cada vez se parecen más a parques de atracciones y puede que tengan razón, pero a mí no me incomoda.

Anónimo dijo...

Ein Kuss, bitte.

Manuel Márquez dijo...

Compa Noe, contigo y las sorpresas, me pasa como con los platanos de Canarias del spot publicitario aquel, una al día (por lo menos...). Balenciaga, todo un pope del glamour, un icono de la feminidad sometida al imperio de la estética. Será que a mí el mundo de la moda nunca me terminó de atraer mucho (y podría sustituir mi poca e insulsa ropa por sacos de pienso con agujeros sin mayor problema...). En cuanto a las predilecciones museísticas, estoy totalmente contigo: mejor el recoleto poco difundido, que el macro ultrapromocionado; por lo general, no suele haber fallo en la elección...

Un fuerte abrazo y buena tarde.

Noemí Pastor dijo...

Anónimo, aber gerne!

MANUEL, lo de Balenciaga no es moda, sino todo lo contrario: clasicismo. El imperio de la estética es para sufrirlo o para disfrutarlo. Y un saco puede contener arrobas de glamur.

Moli dijo...

Cuando trabajaba en el Cip los chavales se vieron el museo etnográfico en (literal) 3 minutos... cuando fuimos a una visita a este museo me encargué de prepararlo con ellos varias semanas antes, nos coordinamos con el Departamento Educativo del museo que son un 10 y disfrutaron como nunca. Se recorrieron la exposición en grupos desde la perspectiva de su taller y duró dos horas que se hicieron cortas.

Noemí Pastor dijo...

MOLI, sí, yo también recuerdo qaue me llevaron de niña, con todos los de la escuela, a ver el Bellas Artes y me impresionaron los cuadros de martirios de santos. Así estoy yo ahora.