viernes, 20 de noviembre de 2009

Párrafos selectos de "Niños en el tiempo"


La traducción es de Javier Fernández de Castro y la adaptación, mía.

Una perturbadora minoría de la humanidad considera que los viajes son ocasión para agradables encuentros. Hay gente decidida a imponer sus intimidades a extraños. Tales viajeros deben ser evitados si uno pertenece a la mayoría para la que un viaje es ocasión de silencio, reflexión y ensueño. Los requisitos son simples: una visión despejada de un paisaje cambiante y verse libre del aliento de otros pasajeros, del calor de sus cuerpos, de sus bocadillos y sus extremidades.
Ji, ji. McEwan es de los míos, de los que no sabemos mantener charlas de ascensor, de función fática pura. Rozamos la misantropía.

Disfrutó con los libros de su adolescencia, leyendo acerca de hombres libres y solitarios cuyos problemas eran los del mundo. Hemingway, Chandler, Kerouac.
Ahí le ha dao. Cierta raza de machos héroes no tiene nunca asuntos personales; esas son minucias y tonterías de mujeres. A ellos sólo les importan las palabras grandes y abstractas.

Ahora viene un bonito fragmento sobre el poder (¿simbólico?, ¿mágico?) de la palabra escrita.
Los hechizos escritos en torno al mortero del nigromante, las plegarias grabadas en las tumbas de los muertos, el impulso que sientes algunas personas de escribir obscenidades en lugares públicos, la tendencia de otras a prohibir los libros que las contienen y a escribir con mayúscula Dios, y la especial importancia de la firma escrita.

Este siguiente va sobre lo que os decía en el post anterior: la volubilidad de las presuntas verdades absolutas sobre la educación de infantes.
Había leído solemnes recomendaciones sobre la necesidad de atar los miembros de los recién nacidos para evitar autolesiones, sobre el peligro de dar el pecho y también sobre su necesidad física y superioridad moral; de cómo el afecto y los estímulos corrompen a un niño; de la renovación constante del aire; de la conveniencia de intervalos científicamente controlados entre comidas y, por el copntrario, de alimentar al bebé cuando tuviera hambre; de los peligros de coger a un niño en brazos cada vez que llora (eso le hace sentirse poderosamente peligroso) y de no cogerlo cuando llora (peligrosamente impotente); de los constantes cuidados maternos, día y noche durante todo el año, y también de la necesidad de amas de cría, niñeras o grarderías para todo el día; de las graves consecuencias de chuparse el dedo; de no parir a tu hijo con ayuda de manos expertas y bajo luces brillantes; de no tener el valor de tenerlo en la bañera de casa; de la demencia y la ceguera que provoca la masturbación, y del placer y consuelo que aporta a las criaturas en crecimeiento; el trauma causado en los niños que ven desnudos a sus padres y la perturbación crónica alimentada por extrañas sospechas si sólo los ven vestidos; y, más adelante, la despectiva demolición de todas estas modas.

De este fragmento sobre la tele no voy a comentar nada, porque me alargaría mucho. Disfrutadlo.
Acababa de inaugurarse un canal de emisión continua, financiado por el gobierno, especializado en concursos, anuncios y llamadas telefónicas. Stephen lo miraba con la petrificada paciencia del adicto. Los presentadores se parecían tanto entre sí que les cogió afecto. Eran gente profesional y aplicada. Y le gustaban las parejas dulces y vuelnerables que subían al escenario y nunca se soltaban las manos, las extravagantes fanfarrias y trompetas que anunciaban la aparición de una nevera y las azafatas casi desnudas y sus alentadoras sonrisas. Los espectadores, en cambio, le provocaban ataques de misantropía delirante, por su perruna predisposición a complacer al presentador, su facilidad para jalear, aplaudir y agitar banderitas de plástico; la docilidad con que se dejaban manipular. Resultaba sorprendente que el mundo se rigiese por los votos de esos retrasados de alma débil. Para Stephen, esos ratos televisivos (una pornografía democrática) eran los más placenteramente degradante que podía recordar.

Y, para acabar, un último pullazo. Me encanta.
Leía indiscriminadamente novelas de tamaño ladrillo, best-sellers internacionales, esa clase de novelas cuya auténtica finalidad es explicar cómo funciona un submarino, una orquesta o un hotel.


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20 comentarios:

39escalones dijo...

Chapeau por ese último pullazo, sí señor... Y por el resto. Una manera elegante de no dejar títere con cabeza. Viendo las cosas que se publican, no está mal echarse a la vista un texto inteligente para variar. Me lo apunto.
Besos y buen finde.

molano dijo...

Lo quiero, lo quiero. ¡Todo eso en un solo libro!

Jo Grass dijo...

Ay, querida prima, cuanto disfruto contigo. Cuando acabes el libro de la pobre motelera en LA ( que espero que lo escribas y lo acabes y yo compraré el primer ejemplar), deberías hacer una recopilación de lecturas comentadas. Además de traductora excelente comentarista literaria!!!!

Me encanta, también me compraría tus versiones comentadas y no por el compromiso del parentesco sino porque disfruto una animalada, jajaja

besotes y buen finde

Por cierto, tú que sabes mucho del tema: ayer, una chica a la que le hice un book fotográfico me regaló, así sin más ( era una clienta , nada de amiguismo) " Con derecho a cocina" de Mary Higgins Clark. ( lo curioso es que ella no sabe que me encanta cocinar y que tengo un blog de cocinera de textos, jajaja). No he leido a esta gran dama del suspense americano. ¿ Hay algo notable que me puedas adelantar? Más que nada porque mi lista de libros pendientes es muy larga y a lo mejor debería darle prioridad.

Bruno Pekín dijo...

Pues voy a aprovechar que andas con uno de mis escritores favoritos a vueltas para felicitarte por el blog y animarte a que lo sigas alimentando tan bien como hasta ahora. De MacEwan todo o casi todo. "Expiación" (tambien llevada al cine") me pareció fantástica y la última "Palm Beach" se lee en un suspiro y además acaba de salir en bolsillo (barata,barata). El tío escribe de la ostia. Un monstruo.
Y tú: avanti y a toda vela.

kweilan dijo...

El último fragmento, tienes razón, es buenísimo.

El jukebox dijo...

En mi opinión, 'Chesil -que no Palm- Beach' está bien pero puede ser enervante.
Roth es dios. ¿Qué estás leyendo de él, si no es indiscreción?

Anónimo dijo...

Disfruto tanto de estos post en los que vd hace antología con notas al pie que sólo por eso merecería vd un altar en el mundo de los blogs.

JV dijo...

Por la puerta de atrás, me sumo a lo que ha dicho el Jukebox. Bueno, a parte de lo que dice, porque según él, está bien pero puede resultar enervante. Yo sólo estoy de acuerdo con lo segundo. O ni con eso: a mi me pareció bostezante. Y mira que lo sentí....

Manuel Márquez dijo...

Tela de bicho el McEwan este, ¿no, compa Noe? Aunque me da a mí que más de una, y más de dos, están más escritas con ánimo de epatar y no defraudar a la concurrencia que con cualquier otra intención. Supongo, vamos, porque no he tenido el gusto (o disgusto) de hablar con el padre de la criatura, claro...

Un abrazo y buen fin de semana.

Uno dijo...

No importa que uno esté o no de acuerdo con él, lo cuenta con tanta gracia...

Estupenda y entretenidísima entrada.

Dante Bertini dijo...

no soy inglés y mucho menos misántropo, dos cosas que, de creer en Dios, seguramente le agradecería.

Noemí Pastor dijo...

ESCALONES, a mí me ha gustado porque es crítico y elegante, nada faltón.

MOLANO, pues bien baratico lo tiene usted en edición de bolsillo y gratis total en la biblio pública, que es de donde lo he sacado yo.

JO, prima, tú dices eso porque te puede la sangre, no eres objetiva. Tienes razón en una cosa: debería ponerme a escribir ya.

Noemí Pastor dijo...

JO, ay, que se me olvidaba lo de Mary HC. Lo siento, no la he probado, pero lo haré y rezo para que me guste, porque es terriblemente prolífica y tengo leído que de joven fue escribidora, como yo, así que ya me cae bien.

BRUNO, paisanito, gracias, muy amable. Te visito y nos leemos.

KWEILAN: y no falta el respeto a nadie, que es importante.

Noemí Pastor dijo...

JUKE, tomo nota de tus sugerencias. Estoy leyendo "Las vidas de Zuckerman". De momento he llegado a la conclusión de que ser judío es casi tan duro como ser vasco.

KAPLAN, ¿un altar mayor o un altarcito en una humilde capilla lateral? Te beso, galego mío.

Noemí Pastor dijo...

JV, hijo, no sé si te refieres a McEwan o a Roth. Yo con Roth ya había fracasado antes. Nos estamos dando una segunda oportunidad porque me he propuesto leer también novelas en las que no muera nadie en la segunda página.

MANUEL, a mí epatar no me parece un mal objetivo. Y ojalá todos los bichos fueran tan elegantes y respetuosos como él.

Noemí Pastor dijo...

UNO, igual te pasa como a mí: que la forma, el estilo, la gracia, me acaba venciendo y convenciendo. Tengo que andarme con cuidado porque cualquier charlatán puede convencerme, por ejemplo, de las bondades de la pena de muerte.

DANTE, nadie creería que eres misántropo, aunque lo juraras por Dios. Yo, en el fondo, creo que tampoco lo soy: ni misántropa ni dios. Inglesa, sí, un poco, a little bit.

Bueno, os dejo, que me voy al eroski y luego al gimnasio.

Humanoide dijo...

mc ewan me tiene podrido, pero es genial, por dios.

Noemí Pastor dijo...

No sé qué quiere decir exactamente eso de que te tiene podrido, pero suena bien.

sinseso dijo...

yo leí sábado, del mismo hombre

y me aburrí, aunque también podría rescatar algunos buenos parrafos. la pregunta es: ¿voy por otro o me dejo guiar por mi primera experiencia?

Noemí Pastor dijo...

SINSESO, prueba con las primeras páginas, ponte un límite (hasta la 20, hasta la 30) y luego decide. Besos.