Bruno Cardeñosa:
Mentiras populares (Leyendas urbanas y otros engaños)
Booket 2010
Me compré la edición de bolsillo y me ha hecho una compañía enorme en el transporte público, especialmente en esas tardes en que no tiene una la cabeza para la Crítica de la razón pura.
El libro es ligero, sí, pero no superficial. De hecho, me ha abierto el apetito, las ganas de adentrarme en estos laberintos oscuros de los bulos, los rumores, las mentiras mil veces repetidas que para alguien acaban siendo verdad. Y me he adentrado, por ejemplo, en www.snopes.com o en los libros de Jan Harold Brunward.
Y otra vez tengo que bailar entre esos dos extremos, porque este mundo de las leyendas urbanas va de lo más tontorrón e inofensivo (la historia del perrito y Ricky Martin en el armario) a lo más grave, peligroso, dañino y siniestro (esos deleznables bulos, podridos de racismo e ignorancia, sobre rumanos que secuestran niños), leyendas que, como dice Cardeñosa, "anidan en la sociedad cuando desparece el espíritu crítico".
Ya puesta a clasificar (caóticamente, por supuesto) las leyendas urbanas, me salen estas categorías:
Leyendas urbanas internacionales. Lo son la mayoría. Por ejemplo, lo del perrito en Chile no le ocurrió a Ricky Martin, sino a Luis Miguel. Y en Estados Unidos no le estallaron las tetas en el avión a Ana Obregón, sino a Pamela Anderson. Una historia de gendarmes franceses la he oído yo adaptada a la policía autónoma vasca.
Leyendas que yo me había creído como una pava. La de la fórmula secreta de la cocacola. Que Walt Disney estaba congelado. Que existen las snuff movies. Que si reunías un montón de celofanes de cajetillas de tabaco te daban una silla de ruedas.
Otras que no me he tragado nunca. Que ciertas combinaciones de bebida explotan o se solidifican en el estómago. Las diversas chicas de la curva y demás muertas bondadosas. Los repartidores de droga a las puertas de los colegios. Secuestros de niños en centros comerciales.
Hay más: mentiras políticas, sexoleyendas (gente que se mete cosas por diversos orificios corporales), cocodrilos en las alcantarillas, marcas de ladrones junto a las puertas de los edificios... Sin olvidar el apasionante mundo de los mensajes de correo electrónico, chapucera y horrísonamente traducidos del inglés, que te avisan de desgracias sin fin; un fenómeno que, por cierto, ya tiene nombre, netfolclore, y que hace que Cardeñosa acabe el libro con estas palabras:
Cuanto más urbanas y tecnológicas sean las sociedades, más fuerte y firme será el grado de penetración de las mentiras populares. Son inherentes al ser humano. Y a las sociedades.
20 comentarios:
Lo conozco; no al libro, sino a él, y a alguno de sus hermanos, desde hace tiempo. Creo que siente una desmesurada atracción por lo anecdótico, y por teorías pilladas por los pelos, sobre todo de índole conspiranoica. Vamos, como Iker Jiménez pero con un pie en el suelo. Ahora, el libro parece interesante, más por las leyendas en sí, por lo que de los mecanismos de su creación y difusión puede analizar.
Hay una leyenda derivada de la chica de la curva (En el pueblo de mi madre, la chica es hija de unos ricos comerciantes de Irún) en la que, después de desaparecer sin decir ni mú del coche del infortunado, este lleva la chaqueta que se ha dejado la fantasma a su casa, y sale una viejecita a decir que la dueña de la chaqueta murió hace tiempo. Pues bien, mi obsesión es: Si yo fuera la viejecica que abre la puerta, preguntarme muy mosqueada de dónde coño ha sacado el conductor la puta chaqueta y si tiene algo que ver con el accidente mortal.
Hace tiempo que sigo a Jan Harold Brunward, un investigador serio del fenómeno de las leyendas urbanas. Desconocía este libro (que por lo que dices toma sin más parte del material de Brunward y lo une a otras historias parecidas)y la web. Me pasaré por ahí. Siempre me ha intrigado la credulidad de la gente, lo fácil que es hacer circular todo tipo de historias descabelladas.
Hace tiempo que lo leí y también el primer tomo de M. Lee Goff, publicados ambos por Alba Editorial en 2002. Tengo varios libros sobre el tema y son muy entretenidos.
No te hacía yo, compa Noe, dedicada a este tipo de lecturas, pero, ojo, que te lo digo “zin acritú” ni reproche alguno, que yo también soy de los que piensan que en cuestión de libros, discos y pelis, de todo, todo, todo… A Cardeñosa lo oigo esporádicamente en su programa de Onda Cero, La rosa de los vientos y bueno, ni fú, ni fá; y en cuanto al tema en sí, bueno, ya se sabe lo que le pasa a estas, pese a la crisis, prósperas sociedades occidentales, el aburrimiento, ‘quesmumalo’… Me jugaría el pescuezo a que en Burundi o Siberia no hay muchas leyendas urbanas. O a lo mejor sí, quien sabe…
Un fuerte abrazo y buen jueves.
Perdón, no me refería a Cardeñoso cuando escribí que había leído el segundo tomo de las leyendas urbanas, sino a Jan H. Brunvand. Lo siento por la confusión.
Ufffffff
No conozco ni el libro ni al autor, y me temo que voy a continuar así...
Tu post es muy entretenido, como siempre, pero el tema no me vuelve loca, la verdad.
Hay una gran cantidad de menritas aceptadas como verdades. SUpongo que las del libro son, en cierta forma, inofensivas; las hay que han perdurado en el tiempo y son el origen de grandes abominaciones creídas a pies juntillas por la mayoría.
Hola Noemí, vengo siguiéndote desde un tiempo atrás, me gusta tu bitácora y el de zinéfilas, por ello ahora me hago seguidor, si gustas espero te hagas seguidora de la mía para compartir impresiones de arte, de mucho cine y entablar un nexo de amistad. Espero te animes. Besos.
Mario.
ESCALONES, así es, como dices. Interesan más su difusión y creación, que tienen que ver con la transmisión de valores (mediante el miedo, tristemente) y la oralidad.
JULI, sí, el libro agrupa las leyendas por géneros y el que podríamos denominar "muerta que se aparece" tiene derivaciones y versiones múltiples y varias; chaquetas incluidas.
ELENA, diríamos que Cardeñosa "localiza" las leyendas y añade las versiones hispanas. A mí también me fascina nuestra propensión a creernos malas noticias y conspiraciones.
PEKE, pues ya te consultaré cuando quiera adentrarme por estos laberintos tan divertidos.
MANUEL, yo creo que sí, que hay leyendas "rurales". La tendencia a la invención, al descrédito del prójimo y a la oralidad son universales y existen desde que el mundo es mundo. Ahora se propagan de otra manera, eso es todo. Es una forma de literatura y, como tal, siempre me había intrigado, pero nunca me había dado por documentarme.
Nada, PEKE, aclarado.
HUMO, pues a mí me da morbito. Además, creo que hay gente especializada en recopilar y difundir oralmente estos bulos y se sienten ufanos por ello; como que saben cosas que nadie más sabe.
No, JOSé, las del libro no son todas inofensivas: Cardeñosa recopila bulos terriblemente racistas, pues quienes secuestran niños son gitanos o rumanos, los traficantes que meten droga en cadáveres son negros, los atracadores son de la Europa del este, y así.
Muy bien, MARIO. Bienvenuido. Nos leemos.
Estaba buscando información sobre este libro porque soy muy aficionada al tema y ¡qué alegría ver una reseña tuya!
¿Lo recomiendas entonces?
Ah, yo me creí el de las snuff movies y lo de que te podía matar la coca-cola mezclada con algo con crema o leche (bueno, muy sano tampoco parece que sea, que todo hay que decirlo)
Hola, LOQUE. Sí, te recomiendo este librito, que se lee muy a gusto. Tras este, lo intenté con otro, americano, pero la traducción era bastante floja y no conectaba bien con el folclore local. Hay bibliografía de sobra para que te hagas experta en el tema. Besos.
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