domingo, 11 de noviembre de 2007

Lingüística y política

Un interesante batiburrillo de ideas nos ofreció Umberto Eco hace unos días en Le Figaro Magazine. El hombre anda concediendo entrevistas porque acaba de publicar dos ensayos en francés: uno sobre la traducción y otro sobre la fealdad.

Os traduzco, resumo y adapto la entrevista. Si queréis leer la original, la tenéis aquí.

(...) Un traductor tiene que saber negociar. Es imposible traducir perfectamente, pues de una lengua a otra no hay jamás una sinonimia perfecta. La negociación se ha hecho importantísima tanto en semántica como en política. Cuando no hay negociación, hay guerra. La negociación era una de las características de la guerra fría. Los dos bloques funcionaban así: "Yo no pongo los pies en tu terriorio y tú los quitas del mío. Yo limito la produción de armas atómicas y tú dejas de fabricarlas." Era una forma de negociación silenciosa, implícita. Hoy hemos perdido ese saber negociar. Hemos vuelto a la política de los cañonazos, al choque frontal.


(...) Nuestra época, con sus grandes movimientos migratorios, me recuerda a la caída del Imperio Romano, hacia el año 500. Tras la caída del imperio soviético, el americano comienza también a tambalearse. Podría compararse el incendio de Roma con el desplome de las Torres Gemelas.


(...) Una característica de nuestra época es la velocidad. Pero también la aceleración. Escribimos con pluma durante siglos; a máquina, durante ciento cincuenta años; y ahora cambiamos de ordenador muy a menudo. Y con esto entra en conflicto otra característica: que vivimos más años. En la época napoleónica, alguien que muriera a los cuarenta sólo habría conocido un cambio histórico. Hoy puede haber gente que haya vivido la Segunda Guerra Mundial, la caída de la Unión Soviética y el desplome de las Torres Gemelas. Tenemos una vida más larga, pero también más alocada. Debemos enfrentarnos a una sucesión casi insoportable de cambios.


(...) Por un lado, tenemos un lenguaje cada vez más reducido. Pero, por otro, la televisión nos proporciona un bagaje léxico medio relativamente importante. Un taxista italiano que conozco emplea palabras que su padre desconocía, porque las ha oído en la tele. Es una especie de compensación.


(...) Oigo a menudo quejas porque supuestamente la gente ya no lee. Sin embargo, hoy lee mucha más gente que hace un siglo. En los grandes almacenes se ven centenares de personas hojeando libros. En cambio, cuando yo era joven, las librerías no eran lugares para todos los públicos.


(...) Las imágenes no son exclusivas de nuestra época. Siempre ha habido imágenes. Una catedral gótica es como un televisor repleto de imágenes para los pobres, para los analfabetos.


(...) Los libros nunca cambian el presente; sólo pueden cambiar el futuro. Tú lees un libro y puede que ejerza sobre ti una influencia profunda. Poco a poco, vas cambiando tu manera de pensar, tu personalidad, y mañana, o pasado mañana, te comportarás de forma diferente. Es un error pedir a los intelectuales que resuelvan los problemas del mundo.



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15 comentarios:

Anónimo dijo...

No tiene mala pinta su historia de la fealdad. Leí su historia de la belleza y no me disgustó. Algunas cosas que dice me resultan chocantes.

M@k, el Buscaimposibles dijo...

Una pregunta técnica, ya que ando traduciendo para Global Voices Online. Cuando quieres decir que delante de lo que traduces hay algo más que no citas, pones (...), ¿no? ¿Hay alguna diferencia con o es más correcto que poner "[...]"?

Merci!

Anónimo dijo...

Siempre es interesante escuchar o leer a Umberto Eco, sin duda una mente preclara (quizá demasiado). Supongo que en esa historia de la fealdad habrá alguna referencia a la adaptación al cine del "El nombre de la rosa", seguro que la película con más feos por metro de celuloide.
Abrazos.

Möbius el Crononauta dijo...

Leer comentarios de Eco siempre es de lo más vivificante. Aunque a veces me cuesta seguirle el ritmo, y me acabo sintiendo como Adso De Melk

inespoe@gmail.com dijo...

Aquí en venezuela nadie lee y las librerías están vacías, de paso, aunado a todo esto, encontramos más libros de Castro que de Borges.

Por cierto, me ha encantado tu selección y tu traducción, 100 pts. para tí, saludo cordial y gracias por mantenernos siempre al tanto.

Noemí Pastor dijo...

Por eso he traído aquí la entrevista, peke, porque choca.
Mak, los dos están bien.
Escalones, es que la Edad Media tuvo que ser fea con ganas: tanta peste...
Moebius, en las entrevistas se le sigue bien. Otra cosa son los ensayos.
Tarántula, eres muy amable. El panorama que pintas resulta tristísimo. Hablaremos.

Anónimo dijo...

Son todas reflexiones que comparto -incluso aquellas sobre cuestiones en las que servidor no había reparado-, pero, como siempre hay una pega. No me creo a Eco. Es el refinamiento del farsante. Como sabe todos los trucos, los utiliza magistralmente. Recuerdo a mis profes de primero de periodismo recomendándonos con entusiasmo "Apocalípticos e integrados", que yo leí sin ver nada especial. Pero mi queme definitivo fue con "El nombre de la rosa", que además de aburrirme como pocas cosas que haya leído, me provocó la tremenda impotencia de no poder confesarlo a nadie, pues era el pecado más gordo que se podía cometer. Aún hoy compruebo que hay quien dice que es extraordinaria... aunque fuera incapaz de comprender la mitad de las páginas.
Hombre, Coelho es peor. Hasta ahí, ninguna duda.

vladimir maiakovski dijo...

a veces me parece que Eco ya no debería abrir la boca. creo que se repite una y otra vez, que cae ne lugares comunes. hoy en día parece que a todos les gusta decir que en la actualidad se lee más por el simple hecho de que se tiene más acceso a la información. eso no garantiza que el público lector esté educado para separar la paja del trigo.
en fin ...

me gustó tu blog.

au revoir!

Anónimo dijo...

Noe: voy de pasada, me pongo los zapatines y salgo... quería decierte que gracias por esto... una buena entrada: luego con más calmita la leo.... besos.

Noemí Pastor dijo...

Querido Javi V, yo no me atrevo a llamar farsante a eco, pero que se las sabe todas y torea a los medios, seguro. "El nombre de la rosa" servidora la devoró en vez de estudiar para unos parciales de febrero, porque los apuntes eran todavía más tocho. Sin embargo, no seré yo quien la eleve a ni nguna cumbre literaria. Con "El péndulo de Foucault" no pasé de la tercera página y con las demás, ni lo intenté. De Coelho no sé nada, sorry.

Noemí Pastor dijo...

Querido Vladimir, en eso de la lectura coincido yo con Eco. ¿Cuánta gente sabía leer antes? ¿Se ha medido de alguna manera cuánto se leía antes y cuánto ahora? ¿Cuándo acaba el antes? ¿Cuándo empieza el ahora? ¿Antes los lectores sabían separar el grano de la paja? ¿Qué es grano? ¿Qué es paja?
En fin, eres muy amable y mañana te devuelvo la visita sin falta. Hasta pronto.

Noemí Pastor dijo...

Señor Malvisto, usted puede hacer lo que guste. Como si no quiere leerme. Que todavía no me han hecho obligatoria.

BUDOKAN dijo...

Me gusta lo que siempre nos regala Ecco, un verdadero pensador. Saludos!

Fernando García Pañeda dijo...

¿Cómo que no te han hecho obligatoria? Es que el Tontxu Campos ese no da una...
A mí me ha parecido interesante; no necesariamente coincidente con sus ideas, pero muy interesante. Más que por su clarividencia, que no sé si la tendrá, me gusta por su capacidad de revolver y mover al pensamiento o el debate.

Noemí Pastor dijo...

A mí Eco me parece casi siempre original y un excelente comunicador.