jueves, 5 de julio de 2007

Más experiencias de un traductor

La semana pasada ya os hablé de este libro: Experiencias de un traductor, de Valentín García Yebra. Es, en realidad, una recopilación de artículos y conferencias que el buen hombre ha escrito en su larguísima carrera. El contenido es, pues, muy variado: tiene capítulos especializadísimos (¿es apropiado verter en endecasílabos el hexámetro clásico?) y otros interesantes para el común de los mortales. De estos últimos, entresaco algunas ideas sueltas que encuentro polémicas o novedosas. Ahí van.

Nadie debería ponerse a traducir si no escribe bien en su propia lengua. Damos excesiva importancia al conocimiento de lenguas extranjeras y poquísima al de nuestra lengua madre. Un traductor debe poseer un conocimiento profundo de su propia lengua, de su léxico y de su sintaxis. Debe manejar con soltura nociones que antes se grababan profundamente con el estudio del latín. El abandono del latín ha causado un daño enorme en el conocimiento lingüístico profundo de los españoles, comenzando por su propia lengua.

Hoy día se valora cada vez más el multilingüismo desde la cuna. Sin embargo, los monolingües de nacimiento (por así llamarlos) tienen una ventaja a la hora de traducir: perciben más fácilmente las interferencias con otras lenguas y las interferencias son el principal enemigo de una buena traducción.

España es el segundo país del mundo en número de libros traducidos: aproximadamente la quinta parte de su producción editorial. El primer país antes era la Unión Soviética. Ahora me falta el dato. Añado un par de cosas más para que triunféis en el Trivial. La primera es fácil: ¿cuál es el libro más traducido? La Biblia. ¿Cuál es el autor más traducido? Walt Disney.

El traductor debe ser un lector extraordinario. Si alguna vez contratáis un traductor, desconfiad si os dice que no lee, que no le gusta leer o, lo que es lo mismo, que no tiene tiempo para leer.

Continuará.

[En la foto, san Jerónimo, patrón de los traductores; el cuadro es de El Greco, como ya habréis adivinado por la cara larguirucha.]


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16 comentarios:

Lucía dijo...

Muy interesante, Noemí. Ahora cuando traduzca un poema o una canción me temblará el pulso.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

El otro día nos decía Gerardo Markuleta (traductor de dos obras de Cortázar al euskera) que, especialmente con ciertos autores, es fundamental que el que traduce sea también escritor... y creador. Es una labor delicadísima, donde el error acecha en cada esquina. Él nos confesó que ahora se arrepiente de la opción que tomó al traducir un texto escrito en "vos" en "hika".

Noemí Pastor dijo...

Lucía, no era mi intención asustar a nadie. Estoy de acuerdo con don Valentín en que, cuando hay que hacer una traducción, hay que contratar a un(a) profesional y no decirle al primo de un amigo que está en tercero de la escuela de idiomas.
Javi V., lo fastidiado de traducir es que se nota que has traducido cuando lo haces mal. Si está bien, no se nota que es traducción y el trabajo pasa desapercibido.

Anónimo dijo...

Cuidadín cuidadín, que ya decía el clásico: "tradutore, traditore". Mucho ojo.
Un abrazo traducido

Noemí Pastor dijo...

Otro dicho clásico y políticamente incorrecto sobre las traducciones es que son como las mujeres: las que son bellas, son infieles; y las que son fieles, no son bellas.
No comment.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en que para traducir hay que tener un conocimiento profundo de la lengua. Lo que no tengo tan claro es la importancia del Latín en la lengua madre (yo fui por mixtas). Discrepo, de alguna manera, en las ventajas del monolingüista, porque el autor parte de que éste tiene un conocimiento profundo de la lengua, cuando no tiene porqué ser así. De hecho, si tomamos un colectivo de edades variadas(prescindiendo de sus conocimientos en otros idiomas, si es que los tienen), y pongamos con un nivel cultural medio-alto, cuantos nos podrían contestar cuales son las formas no personales, las otras funciones de éstos en la oración o el presente de subjuntivo (tiempos simples) del verbo comer, por dejar de lado el pluscuamperfecto y no piensen que les estás insultando.
Creo que en la enseñanza no se hace especial hincapié en Lengua española o no se enseña correctamente.

Noemí Pastor dijo...

Hola, Dueña, cariño. El latín sí ayuda a entender y a aprender más fácilmente el español y las demás lenguas románicas, pero eso no quiere decir que, sin saber latín, sea imposible su conocimiento.
Yo he resumido tanto el texto de don Valentín, que quizás lo he desvirtuado un poco. Tampoco dice que los monolingües "de nacimiento" sean mejores traductores, sino que tienen ventajas en las que a menudo no se repara, pues la adquisición consciente de una lengua, en edad adulta (frente a la "inconsciente" en la infancia), arroja más luz sobre las diferencias interlingüísticas. Mi experiencia personal con profesores bilingües de nacimiento me dice que esta característica no era precisamente una ventaja a la hora de enseñar (sobre todo en los niveles más bajos) una de esas dos lenguas, pues no eran capaces de ponerse en el lugar de los alumnos ni de apreciar sus dificultades, al no haber pasado por su mismo proceso de adquisición.
De acuerdo con que no se concede ninguna importancia a la enseñanza del español. Yo siempre digo que, si para trabajar en la administración pública, exigieran un "perfil" de castellano, nos las íbamos a ver y desear. Confiemos en que este nuevo ministro de Cultura, que viene del Instituto Cervantes, haga algo al respecto.
Gracias por tus interesantísimas reflexiones. Un beso letrado.

Anónimo dijo...

Reseña de Noemi Pastor de una obra de García Yebra.

Fernando García Pañeda dijo...

Sí, muy interesante e instructivo.
En realidad, yo desconfío de todo aquel que dice que no lee o no le gusta leer, sea traductor o no.

Noemí Pastor dijo...

Bueno, yo no diría que lo que he escrito es una reseña, sino más bien un comentario informal.
Fer, te juro que hay, incluso en mi propia familia, gente estupenda que no ha leído un libro en su puñetera vida. Ahora bien, yo desconfío de quien presume de ello y más todavía si tiene cierto poder.

Anónimo dijo...

Como estais Fer y Noe.Parece que la desconfianza ha de ser la primera premisa, y en una segunda oportunidad con el sujeto revisarla para confirmarla, desecharla o incluso reconfirmala.
La verdad es que teneis razón, por poco o por mucho hay que estar al quite.

Noemí Pastor dijo...

Bueno, Dueña, de Fer no voy a decir nada, pero lo mío es todo pose: no me tengo por desconfiada, soy más bien bobalicona. El resquemor es cosa de la edad, supongo; como todo bicho viviente, te has llevado algún palo en las costillas y te apartas antes de que amaguen. Nada más. Un besito.

Fernando García Pañeda dijo...

Has precisado lo que quería decir, Noe: desconfío de quien presume o no lamenta no leer, de quien puede hacerlo y no lo hace.
Besos.

Noemí Pastor dijo...

Siempre hay que desconfiar de quien desprecia lo que no hace o no es capaz de hacer.

rox dijo...

hola soy roxi esta novela es una buena historia d amor apasionante pero puig no l supo contar en la forma q esta escrita es verdaderamente un caos muy pero muy aburridisima y me parece q este escritor esta muy equivocado con su lema no hay un lector capaz d soportar semejante ovela aburrida y pesada media pila puig besos rox

Noemí Pastor dijo...

Pues yo la he soportado unas cinco veces. Saludos cariñosos.