sábado, 24 de noviembre de 2007

Algo que dijo Atxaga

En la literatura apenas aparecía el pueblo llano; sólo en los géneros cómicos. Luego sucedió que algunos de esos géneros cómicos se hicieron muy importantes en la historia de la literatura y nació, por ejemplo, la novela picaresca. Pero en un principio, la gente humilde sólo aparecía en la literatura para hacer el ridículo.

Ahora sucede más o menos lo mismo en la televisión. Si eres de clase baja, puedes aparecer, pero será para que la gente de ría de ti, oyendo tus tonterías.

Bernardo Atxaga en el Fórum Bilbo Zaharra.
Bilbao, 1 de diciembre de 2001.
La traducción es mía.
El texto completo de la conferencia está aquí.

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20 comentarios:

Anónimo dijo...

Un argumento implacable. La televisión es el templo de lo zafio, la exaltación de lo vulgar.
Un abrazo.

Noemí Pastor dijo...

Entonces, Escalones, ¿podríamos decir lo mismo de la novela picaresca? ¿Clase baja = vulgaridad y zafiedad?

M@k, el Buscaimposibles dijo...

A lo último: no.

Al artículo: las clases bajas tomaremos venganza a través de internet, el vídeo en la red es la herramienta perfecta para darse a conocer (si se quiere), como autor y/o protagonista.

Noemí Pastor dijo...

Mak, mi amor, ¿la clase baja tiene acceso al vídeo en la red?, ¿tiene acceso a la red?, ¿tú eres clase baja?,¿yo? Tengo día socrático hoy.

Lucía dijo...

¡No me atrevo a comentar que estás muy peleona hoy!
La televisión es una decepción. Me han comentado compañeros del trabajo que han asesinado a una mujer después de enfrentarla en un programa televisivo a su ex-marido y acosador. ¿Se puede caer más bajo? y los de ese programa todavía se llamarán a sí mismos periodistas.
En cuanto al último párrafo de tu post: que seas de clase baja no significa que vayas a decir tonterías.
Besos.

Noemí Pastor dijo...

Mi querida Lucía: yo estoy peleona, chinchona y bochinchosa siempre; sólo que me modero. La violencia (de género, de clases y de todo) ya existía antes de que se inventaran los realities, e incluso antes de que se inventara la tele. Otra cosa es que ciertos contenidos vengan a reforzarla, que no seré yo quien lo niegue.
Por supuesto que ser de clase baja no implica decir tonterías. Pero en ciertos medios te encuadran en un contexto ridículo si eres, por ejemplo, una cantante de cabaret, y no si eres una duquesa.

M@k, el Buscaimposibles dijo...

Touché!

Para empezar habría que ver si la palabra "clase" tiene aún sentido fuera de la biología...

Pero sí, creo que sí, que las personas corrientes y molientes, como el menda (soy de clase más baja que un Botín, por ejemplo, y no llego a mileurista) tenemos cada vez más acceso al vídeo y a internet.

Pero preguntarse si miles de millones de personas que subsisten en la pobreza son clase baja es exagerado para ellos, me temo que no llegan.

Volviendo al tema tecnológico, creo que todo dependerá de que se fomente la alfabetización digital, pues eso provocará el interés de crear.

inespoe@gmail.com dijo...

hay una paradoja muy importante:

¿por qué la gente pobre se presta para eso? Una respuesta puede ser porque al poseer un bajo nivel educativo participa de cosas grotescas sin saber que ha llegado a la boca del lobo.

¿Para quién se producen estos programas si no para ellos mismos?

´¿Habría alguna forma de transformar la estética televisiva y utilizar a la gente de clase baja para esto y tener éxito?

Laura en América es un heshonrroso ejemplo ¿alguien la ha visto? Patético


Interesante el comentario---

Tal vez pueda decirse que la literatura ha evolucionado porque ha tenido más tiempo que la televisión.

Agatha Blue* dijo...

Realmente la tele a veces es un asco.

Pero claro, para todo hay gustos... Y te confieso que he disfrutado con algún GH, me emocionado con la victoria de Rosa de OT, y que SuperNany me engancha... ¿¿¿Se puede ser mas fricky???... En serio...

Pero de verdad que indudablemente, prefiero un café o una cena con las amigas, un libro de Isabel Allende... eso sí... para las finales de GH... en mi casa de "Single" hay akelarre de todas mis brujas...

Raritas que somos, ya ves.

;)

Abrazos Noemí.

Agatha Blue*

Anónimo dijo...

Confieso que no veo la tele (¿soy rarita?) por múltiples motivos; le principal es que la tengo que poner muy alta para enterarme y al final la música y los anuncios acaban atronándome. Pero creo que la gente que se expone en los programas esos tan patéticos lo hace para hacerse famoso y ganar unos euritos fáciles. Supongo que su vida privada no les parece tan valiosa como para seguir guardándola en privado y eso no es privativo de gente pobre o analfabeta; pienso sin ir más lejos en el no conde Lecquio, que sacó sus buenas tajadas con espectáculos bochornosos. El eurito puede mucho, creo yo.
Y hay más, pero ya seguiré en otro momento si hay ocasión.

Javier Vizcaíno dijo...

Dejémoslo en 'ni tanto ni tan calvo'. Hay mala tele, exactamente igual que hay mal cine o mala literatura. Es más, yo juraría que la proporción malo-bueno es muy similar.

Noemí Pastor dijo...

Mak, corasón, de acuerdo contigo en todo: tanto tú como yo somos de clase más baja que Botín y hay que fomentar la alfabetización digital, visual y todas las demás.
Tarántula, cariño. Yo también veo el programa de Laura para mantener activa y renovada mi capacidad de pasmo. No puedo culpar a nadie por querer tener sus quince minutos de cutregloria warholiana. Sí culpo a quien pone un cebo infame y hace negocio con la miseria ajena.
Y dudo que sólo las clases bajas o sólo mujeres vean estos programas.
Agatha y Peke, raritas del mundo, a vosotras os quiero. ¿Quién quiere gente normal? La gente normal es aburrida. Prohibida la gente normal en mi blog. Yo adoro vuestras excentricidades, sean las que sean, porque os hacen únicas.
Hay toda una industria que transforma en espectáculo las vidas privadas. No sólo ganan dinero quienes relatan su intimidad, sino también periodistas, técnicos, productores, anunciantes y una lista eterna. Se vende lo privado porque hay una industria que lo reclama y lo compra.
Javi, cielo, de acuerdo contigo. Hay televisión espléndida y literatura vomitiva y abominable. De la radio no toca ahora decir nada. Pero ¿por qué la tele (n)os saca de quicio? ¿Por qué acapara las conversaciones? Porque es poderosísima. Es un juguete demasiado peligroso como para despreciarlo y no ocuparse de él.

Anónimo dijo...

Pues no, Noemí, en mi opinión no podemos decir lo mismo de la novela picaresca, y tampoco estoy de acuerdo con esa ecuación que planteas, que es algo que yo no he dicho.
La novela picaresca (que no está escrita por la clase baja precisamente) es un vehículo de crítica social que refleja la igualdad de los hombres a la baja, en la que se critica tanto o más a las clases altas que a las bajas, y se hace con un ánimo reivindicativo en cuanto a las paradojas de la condición humana, las apariencias y la verdad que se esconde en ellas.
Por otro lado, me refiero a la tele en tono peyorativo porque quienes la manejan hacen exaltación de lo zafio y vulgar sin propósito último alguno más que la recaudación, y de modo gratuito, no edificante ni con ánimo de crítica, sino para rellenar los huecos entre anuncios con algo que no exija a los espectadores el empleo de sus facultades cerebrales. Claro que hay buena televisión, pero yo no diría "gracias a", sino "a pesar de", y desde luego, es una franca minoría. Y desde luego, más gente ve a Cañita Brava que a Eduardo Punset. ¿Por qué nos preocupan más estas cosas en la tele que en otros ámbitos? Porque la tele no exige esfuerzo alguno, sólo darle a un botón y estar dispuesto a tragarse cualquier cosa.
En cuanto a la clase baja, desde luego yo no la interpreto en clave económica; en la tele "clase baja" no significa eso. El famoso affaire Rey-Chávez es un ejemplo de cómo la tele se queda con lo zafio y lo vulgar y elimina lo interesante (los 25 puntos de acuerdo sobre la cohesión social en América Latina).
Abrazos.

Noemí Pastor dijo...

Estupenda reflexión, admirado Escalones. Ya sé que no habías dicho eso; sólo te quería pinchar y, visto el resultado, me alegro de haberlo conseguido. Para contestar a tus preguntas se me ocurre que la tele ya no es lo que era; al menos, lo que era en mi infancia. Yo hoy no acudo a la tele en busca de cultura ni nada de eso, porque tengo otros medios. Yo hoy a la tele sólo le pido entretenimiento. Puro y duro. Y no sé si debemos pedirle más, como no pedimos más a los bares ni a las discotecas. Que nos diviertan y punto. Bueno, y que respeten el código penal, claro.

Alberto López Cordero dijo...

Te cuento una anécdota que le sucedió a mi padre hace muchísimos años en la oficina de Correos de Mérida. Llegó una señora de estas de alta alcurnia, con sus joyas, con su buen abrigo de piel, el cochazo de la época, creo que principios de los 60 con su chofer y todo, a poner un telegrama par un hijo. La señora, esposa e hija de grandes caciques y terratenientes de la época más oscura de este país en el siglo XX, en vez de guardar cola, se pasó por el forro la hilera de gente que había para certificar cartas, enviar paquetes, poner telegramas o sobre todo giros, algo muy habitual en la época en esa clase humilde y trabajadora ya que por esos tiempos las transferencias o no existían o casi no se hacían. Pues bien, la señora llega al mostrador y le dice a mi padre con su acento "fisno, fisno" a pesar de ser Extremeña de toda la vida:Buenoossss diasss, buenosss diaasss, ¿cuanto tarda una carta que tengo que enviar para un hijo que tengo que es MÉDICO CIRUJANO (eso lo dijo acentuándolo más para que se oyera bien), que está trabajando en el HOSPITAL DE LA PAZ EN "MADRIZZZ"?. En esto que mi padre se le queda mirando fijamente y le contesta: Pues mire usted señora, le tarda lo mismo que para UN PEÓN DE ALBAÑIL, dos días, haga ested el favor de ponerse a la cola. Y con cara de pocos amigos tuvo que ponerse a la cola, detrás de la madre del militar que estaba haciendo la mili en Melilla, del mecánico que venía a recoger una carta, del dependiente que venía a poner un paquete o del barrendero que aprovechaba sus minutos de descanso para comprar sellos para las cartas de Navidad.

Noemí Pastor dijo...

Bonita y literaria anécdota, extremeño mío. Estoy encantada con lo que ha dado de sí el comentario del bueno de Atxaga, que ni se acordará de lo que dijo.
En el fondo y con honrosas excepciones, seguimos siendo unos clasistas de tres pares de narices. Y quienes hacen tele, también.

Anónimo dijo...

Pues probablemente tienes razón, la tele es para lo que es y no se le puede pedir peras al olmo..., sobre todo si puedes lograr lo mismo por otras vías. Otra reflexión que cabe es si lo que emite sirve para entretener, o va algo más allá. Y por cierto, el tan cacareado código de autorregulación con el que las cadenas pretendían impedir que la autoridad meta las narices en sus asuntos ya se ha visto que es un fraude. Algo habrá que hacer para que al menos la tele entretenga.
No sé qué me pasa, que últimamente todo el mundo que se propone pincharme lo consigue enseguida... ¿será la edad?
Besos

Fernando García Pañeda dijo...

Pues yo veo alguna que otra vez a gente de clase no tan baja haciendo el ridículo en televisión. Puede que el porcentaje sea menor, pero me da que hay para todos.
Conclusión: la televisión sirve para hacer el ridículo y decir tonterías sin distinción de clases y niveles.

Anónimo dijo...

Bueno, ¿pero y cuándo la mayoria somos de clase baja? Mira tú que recuerdo que cuando niño no andaban muy mal telenovela: se encontraba uno allí, los gestos, las estupideces. Pero ahora con estas series tipo melrose place. Creo que no soy ni lo alto ni lo mono ni lo ojizarco, ni mucho menos tengo un maserati. Caramba.

Antonio dijo...

Detecto una discusión sobre clases sociales, clasismo, que no creo que sea el tema, mi opinión no lleva a ningún lao. Uno puede ser mil€urista y hacer maravillas, en lo personal, afectivo, creativo, etc.. y llegar a mucho más.
Aún no hemos llegado a la democracia a la americana donde, cualquiera puede ser Presidente, porque no tenemos los mismos valores, por suerte o por desgracia, pero puede que todo llegue.)

Por lo demás, opino que la TV, aparte de "crear" la realidad, transmite lo que hay dentro de ella. Y sí, los guionistas juegan con personajes arquetípicos; El suegro, el pícaro, el/la homosexual, la pija, el joven enrollado, el discapacitado, la maciza; personajes que que les permiten articular la trama en torno a la realidad social. Igualito que el Lazarillo, lo que pasa es que ese, como los buenos, era anónimo.