Era de buena familia, condición casi indispensable en aquella época para que las mujeres se alfabetizaran. Sus padres, Josefa Juliana y Juan José, poseían la tienda de comestibles más grande del pueblo y eran fervientes católicos. Tuvieron doce criaturas: los nueve primeros, varones; las tres siguientes, mujeres. Tene fue la mayor de las chicas.
Empezó en la escuela con seis años y enseguida aprendió a leer y a escribir. Con catorce ya trabajaba a pleno rendimiento en la tienda de la familia y aprendió también cerería, que entonces era una industria muy importante. En su tiempo libre, se dedicaba a leer. Nunca fue a otra escuela que a la de su pueblo ni pisó la universidad.
Tenía diecinueve años cuando murió su padre. Tuvo que trabajar entonces duro en la tienda y la salud le falló: un dolor de espalda le impedía casi andar. El médico dijo que era "de los nervios", lo que hoy llamaríamos una enfermedad psicosomática. ¡Qué típico! ¿Verdad? "Chica, tú no estás enferma, sólo un poco loca". Tene pasó diez años de sufrimiento sin apenas salir de casa.
La parte buena de esto fue que, sin dejar del todo de atender la tienda, tuvo más tiempo para leer y empezó a escribir. Me acuerdo de Frida Khalo, a la que la enfermedad y el confinamiento llevaron al arte. Es curioso que a algunas mujeres, no a todas, la enfermedad las libra de trabajar como mulas y les da oportunidades inesperadas.
Tene empezó a escribir poemas en los que hablaba de sus vivencias y sus sentimientos. También escribió cuentos y relatos. Empezó a publicar en las pocas revistas en lengua vasca o bilingües que se editaban entonces y sus poemas fueron recogidos en antologías prestigiosas. Por ejemplo, Watson Kirkconnell tradujo un poema suyo al inglés y lo incluyó en su colección European Elegies.
Me atrevo a traducir al español un poemita de Tene. Se titula Nere leyua (Mi ventana) y me hace pensar en Emily Dickinson y su reclusión y aislamiento. Dice así:
Por la ventana de mi alcoba
veo un trocito de cielo.
A él le debo
mis más dulces pensamientos.
Tanto vestido de sol
como de nubes amenazantes,
tanto con la luna quieta
como con estrellas brillantes,
alegra con su voz de miel
mi pobre corazón enfermo.
Sólo por oír su voz
abro yo la ventana.
La vida de Tene dio muchas más vueltas. Pero vamos a dejarlas para un segundo capítulo.
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4 comentarios:
La desconocía. Cuántas cosas nos perdemos, y qué razón tienes cuando dices que se han quedado en el tintero muchas cosas que podrían haber hecho las mujeres si la vida (y los hombres) las hubiera tratado mejor.
Un abrazo
Han sido un homenaje y un recuerdo estupendos. Muchas mujeres artistas han pasado desapercibidas a lo largo de la historia y es muy conveniente que las recordemos ahora porque fueron ellas las que iniciaron el camino hacia la libertad de las mujeres de hoy en día.
Un abrazo.
Muy interesante. Me llama la atención lo de la enfermedad que a algunas mujeres les da oportunidades inesperadas de realización.
Yo tampoco sabía de la existencia de Tene. ¡Cuántas y cuántos más habrá por rescatar del olvido!
Adoro a las viejecitas peleonas y que sacan los pies del estereotipo. Que no se nos olvide nunca que, si no hubiera sido por ellas, hoy no tendríamos derechos.
Siempre me ha llamado la atención cuantísimas artistas (escritoras, pintoras, escultoras...) han estado enfermas y recluidas. Ya no sé qué fue antes: la enfermedad o el arte. Según los casos, supongo. Seguro que alguien habrá escrito algo sobre eso.
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