El
jueves 27 de septiembre, como todos los últimos jueves de cada mes, la
asociación Cómplices Literarios de Portugalete celebró un encuentro de su club
de lectura. En tal ocasión el libro a comentar fue ”Todos tus nombres”, de
Fernando García Pañeda, viejo conocido de este blog y más viejo conocido
todavía de esta bloguera. Fernando tuvo el detallazo de asistir personalmente a
la disección pública de su obra.
Antes
de entrar a hablaros del contenido del encuentro, que me resultó
particularmente divertido, entretenido y agradable, quiero detenerme a elogiar
la labor de la asociación Cómplices Literarios, que ha conseguido dar mucha
vidilla a la afición lectora de la villa jarrillera y que en junio organizó la
primera feria del libro de la localidad con gran acierto y éxito. Enhorabuena.
El
mismo García Pañeda tuvo ocasión de presentar “Todos tus nombres” en dicha
Feria del Libro de Portugalete y de volver a hacerlo pocos días después en las
jornadas Bruma Negra de Plentzia.
Vamos
con la novela. “Todos tus nombres” es un
relato de intriga, de aventuras, de espías, de espías muy espías, espías
dobles, no sé si incluso triples, con varias identidades y múltiples nombres
(el título ya nos da una pista).
A
mí nunca me han gustado las novelas ni las pelis de espías; ya lo tengo escrito
por ahí. ¿Por qué no me gustan? Pues porque me lío; me lío con los buenos y los
malos, no sé de qué lado están, no sé quién trabaja para quién… Me acaba
cabreando el embrollo y decido que no merece la pena hacer el esfuerzo de
desenredar la trama.
Tampoco
me gustan las novelas históricas. También lo tengo escrito por algún lado. Me
parece inútil esa labor titánica, ímproba, colosal, de reconstrucción, de
ambientación, que emprenden los autores. No sé apreciarla.
Pero
“Todos tus nombres” es distinta. Es histórica y es de espías, sí, pero es
distinta. El estilo fluye y conduce al lector a donde quiere llevarlo y la
erudición que despliega resulta deslumbrante, de un colorido que impresiona. La
inmediata posguerra española aparece pintada con tonos diferentes a los
habituales.
De
hecho, es un periodo histórico bastante desconocido y narrativamente
desaprovechado, pues daría para mucho ese juego de espías, con contrabando de
obras de arte (y falsificaciones), intrigas y negocios prometedores. Con dos
bandos en guerra, hubo también posiciones intermedias, como la de los
monárquicos que en un principio apoyaron el levantamiento franquista, para
luego quedar amargamente desencantados. Algunos de ellos siguieron conspirando
una vez instaurado el régimen dictatorial y fueron fichados como espías por los
estados europeos. Todo esto nos lo explica el autor en el encuentro, del que
contaré más cosas un poco más adelante.
Como digo, la
de “Todos tus nombres” es otra posguerra, la de los vencedores, los que
habitaban palacios varios en escenarios que geográficamente me resultan
cercanos (las páginas de “Todos tus nombres” visitan Gecho, Santurce,
Portugalete, Bilbao…, así, con ortografía de la época), pero socialmente me
quedan a distancias siderales, ya que se trata, por citar algunos de los
especímenes humanos protagonistas, de jerifaltes franquistas, mandos militares,
simpatizantes nazis y altísima burguesía industrial vasca.
El
protagonista es Martín de Inchauspe, un tipo que se esfuerza por aparentar
frívolo, ambicioso, amigo del dinero, muy bien relacionado socialmente, pero
con amistades turbias.
Personajes
de ficción se mezclan con históricos, como doña Pilar Careaga, por ejemplo,
única alcaldesa que hasta el momento ha tenido la villa de Bilbao, quien fue
también la primera ingeniera titulada de España. De hecho, salvo tres o cuatro
personajes principales, que son ficticios, inventados, todos los demás son
reales, incluida Clara, que es uno de los principales y de los más intrigantes.
También es real la calle en la que se ubica la casa de los Inchauspe, aunque la
mansión, Villablanca, es inventada: la ha construido el propio Fernando con
retazos de edificios auténticos de la zona, espléndidos todos en su descarada
opulencia.
Foto de familia del encuentro. Tomada del Facebook de Cómplices Literarios.
Vamos
ahora, pues, con el encuentro del 27 de
septiembre. Me gustó especialmente porque el público no tenía nada de postureo,
era absolutamente franco y sincero. Le cantaban sus verdades al autor. No le
hacían la pelota, no le adulaban ni intentaban demostrar su sapiencia. No hubo
nada de exhibición gratuita de conocimientos literarios, a diferencia de lo que
frecuentemente sucede en este tipo de encuentros.
Las
y los participantes (más las que los, como de costumbre) se “quejaron”
encantadoramente de la trama compleja y se confesaban incapaces de resumirla:
muchas tramas entrelazadas, decían. No sabían si hablar de una historia de
espías, de una historia de amor…
El
autor “se defendió”: no pretende cultivar un género concreto, sino relatar,
contar historias que a veces no caben un en género, sino que poseen tramas de
géneros diferentes. De sus anteriores novelas también decía la crítica que eran
inclasificables. Tampoco quiere tapar para luego desvelar, no pretende
sorprender, sino generar un conflicto que se reconduzca ágilmente.
El
público “acusa” también a los personajes de falta de pasión y de ser
excesivamente religiosos, tan de misa diaria, en un contexto tan frío. Apunta
alquien que quizás tengamos una idea demasiado novelesca, demasiado idealizada,
del espionaje, la guerra, el peligro y la clandestinidad. Y que los personajes
simplemente sean fríos y demasiado correctos porque desconfían unos de otros y
sencillamente también porque se comportan con la ceremoniosidad y la etiqueta
que les corresponde como clase alta, muy alta, que son.
Opinan
que los personajes masculinos están mejor logrados que los femeninos, que
resultan demasiado estereotípicos, demasiado sumisos y con demasiada tendencia
al rubor.
Subrayan
algunos hallazgos estilísticos y el lirismo de ciertos pasajes de la novela y
destacan las atrevidas descripciones de los atuendos: minuciosidad femenina,
con marcas y todo, lo cual otorga al relato un toque contemporáneo que nos lo
aleja de la época que retrata; nos dice que los hechos son pasados, pero la
mirada es actual.
Y,
para acabar, un bonustrack. Los
personajes de “Todos tus nombres” son melómanos. Como corresponde a su refinada
clase alta, las señoras tocan el piano y todos se solazan escuchando música
clásica. El autor, que ya ha demostrado su exquisito gusto musical en obras
anteriores, tiene en Spotify una lista con la banda sonora de la novela. Que
ustedes la disfruten.
Fernando García
Pañeda:
“Todos tus nombres”
Suma
2018
2 comentarios:
Se ve que lo pasasteis requetebien :-)
Pero el que mejor se lo pasó de todos, un servidor :D
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