Gabrielito, alias el arcángel, alias babyface, gallito chingón de México DF, está a punto de que le compongan un narcocorrido que cante sus hazañas y en toda su vida sólo ha conocido dos tipos de mujeres: su madre y las putas.
Su madre murió demasiado pronto, cuando él era un chiquillo. Se la cargó su padre, por celos enfermizos. Gabrielito espera pacientemente a que su padre salga de prisión para matarlo. No soporta a los hombres que golpean a las mujeres y a los niños.
En Los Angeles Confidential había un policía con una historia personal parecida: de bebé pasó largas horas junto a su madre agonizante y luego muerta. Por eso, el oficial Bud White no aguantaba a los maridos pegones. Iba a por ellos a saco.
Qué estupendos estos personaje de hombres duros que aman a las mujeres, heridos en el alma desde la infancia, justicieros a su manera, protectores hasta el final. La puñetera realidad, en cambio, nos dice que los niños que viven violencia con sus padres, reproducen violencia de adultos con sus mujeres e hijos. ¿A quién creer, pues? ¿A los datos o a los guionistas?
Pero volvamos a Gabrielito, que también había conocido a muchas putas y sabía, pues, de lo que hablaba cuando aconsejó a su socio Félix que no se casara con una, porque le iba a buscar la ruina. Pero el socio no le hizo caso y se casó con Ana Rodríguez, bellísima puta española, que se llevó con ella a México a sus hermanitas de sangre: Gloria, Paloma y Aurora.
Gabrielito nunca había visto mujeres como ellas. A ninguna mexicana le quedaban tan bien las camisetas de tirantes y los vaqueros, ninguna devolvía los insultos ni los golpes, ninguna tenía la mirada de acero de Aurora, sus manos habilísimas que fabrican armas y bicicletas, su taconeo sonoro sobre el adoquín de México DF.
Aurora es la única capaz de vestir un arnés con bata de cola, de abrigar la agonía de un hombre al que acaba de herir de muerte y de caminar inigualablemente hacia un lugar en el que también Gabrielito quiere vivir.
Su madre murió demasiado pronto, cuando él era un chiquillo. Se la cargó su padre, por celos enfermizos. Gabrielito espera pacientemente a que su padre salga de prisión para matarlo. No soporta a los hombres que golpean a las mujeres y a los niños.
En Los Angeles Confidential había un policía con una historia personal parecida: de bebé pasó largas horas junto a su madre agonizante y luego muerta. Por eso, el oficial Bud White no aguantaba a los maridos pegones. Iba a por ellos a saco.
Qué estupendos estos personaje de hombres duros que aman a las mujeres, heridos en el alma desde la infancia, justicieros a su manera, protectores hasta el final. La puñetera realidad, en cambio, nos dice que los niños que viven violencia con sus padres, reproducen violencia de adultos con sus mujeres e hijos. ¿A quién creer, pues? ¿A los datos o a los guionistas?
Pero volvamos a Gabrielito, que también había conocido a muchas putas y sabía, pues, de lo que hablaba cuando aconsejó a su socio Félix que no se casara con una, porque le iba a buscar la ruina. Pero el socio no le hizo caso y se casó con Ana Rodríguez, bellísima puta española, que se llevó con ella a México a sus hermanitas de sangre: Gloria, Paloma y Aurora.
Gabrielito nunca había visto mujeres como ellas. A ninguna mexicana le quedaban tan bien las camisetas de tirantes y los vaqueros, ninguna devolvía los insultos ni los golpes, ninguna tenía la mirada de acero de Aurora, sus manos habilísimas que fabrican armas y bicicletas, su taconeo sonoro sobre el adoquín de México DF.
Aurora es la única capaz de vestir un arnés con bata de cola, de abrigar la agonía de un hombre al que acaba de herir de muerte y de caminar inigualablemente hacia un lugar en el que también Gabrielito quiere vivir.
Sólo quiero caminar, 2008
Director: AGUSTíN DíAZ YANES
Reparto: Diego Luna, Victoria Abril, Ariadna Gil, Pilar López de Ayala, Elena Anaya, José María Yazpik, Patricia Reyes Spindola, Carlos Bardem
Technorati tags Agustín Díaz Yanes
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Reparto: Diego Luna, Victoria Abril, Ariadna Gil, Pilar López de Ayala, Elena Anaya, José María Yazpik, Patricia Reyes Spindola, Carlos Bardem
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13 comentarios:
Bonito texto que retrata muy bien la esencia última de la película. No está mal, pero a mi juicio tiene dos problemas: el guión se me queda corto (por superficial, por no ahondar mucho más en todo eso que señalas), y a ratos es demasiado contemplativa, se recrea demasiado.
Yo quiero verla, la gente me dice de todo, unos que es horrorosa y otros que mola. Pero no se me ha quedado claro si a ti te gusta o no. Un saludo :)
Escalones, de acuerdo: se recrea demasiado en el rostro de Ariadna Gil. Y es la primera vez que no me molesta. Le va bien la dureza a esta actriz, que hasta ahora no me había gustado nunca.
Quinqui, amor, vete a verla y lo cuentas. Precisamente se me ocurrió escribir algo sin valorar la película, porque me hizo gracia que Gabrielito insistiera en que nunca había conocido mujeres como ésas. Bueno, de paso te digo que sí me gustó.
Besos.
Lo cuentas de una manera que pica la curiosidad. Lástima, ya te digo, que no pueda ir al cine.
Peke, querida, es mi poemita en prosa sobre la peli. Y, ya sabes, siempre nos quedará el deuvedé. Aunque no es lo mismo, lo sé.
Tiene muy buena pinta lo que nos cuentas. A ver si puedo verla pronto.
Besicos.
8 años en México me dieron para conocer muchas historias de hombres y mujeres. Para ciertos hombres, sobre todo los muy bragados, el amor hacia la madre está por encima de todo, idealizado y muchas veces interpretado, amor que no hacen extensible al resto de las mujeres, claro.
Gracias por la info, no tenía ni idea.
Besos
Casa, repito que es mi chorradita, lo que se me ha ocurrido tras ver la peli. No sé si tiene mucho que ver con ella.
C. Ruiz, sí, es curioso. Hay muchos hombres que buscan a su madre en todas las mujeres; en general, para lo malo.
Mita, a ver si puedes ver la peli y me cuentas.
Saludos otoñales.
Y tanto que poema en prosa, Noe. Y esencia de la película.
Ví el trailer cuando fuimos a lo de los Coen, pero no sé si podremos abusar como para ir a ver ésta también. Con unas vacacioncillas a la vuelta de la esquina...
Cuando voy al cine me gusta creer a los guionistas, lo mismo que a los escritores cuando leo libros.
La realidad está para lo que está.
Fer, claro, todo sería más hermoso si la realidad la dictaran los guionistas.
Me la apunto en la lista. ¿Fuisteis al 007?
Sí, el viernes la vi. Ya pondré unas letras, pero no sé cuándo. Besos.
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