David Cronenberg (canadiense) siempre ha hecho un cine incómodo, retorcido y desasosegante. Vamos, que nunca se ha propuesto dirigir pelis para hacernos felices. Tampoco era precisamente ésa su intención en este filme,
Promesas del Este, que trata básicamente de la mafia rusa internacional y tiene escenitas que te dejan sin resuello, pero, por si fuera poco, leo unas declaraciones del guionista,
Steve Knight (inglés), en las que dice que ¡ha suavizado la realidad! Pues no quiero ni imaginármelo.
El personaje central centralísimo es el que hace
Viggo Mortensen (neoyorquino), que está que se sale con este ruso espeluznante, complicado, enigmático,
cool (atención al vestuario y a su ausencia: ¡cuarenta y tres tatuajes!) y súper macarra. Da casi más miedo todavía
Vincent Cassel (francés); Cronenberg le saca un buen partido a su físico impresionante y difícil en un papel de niño de papá psicopatilla, borrachuzo y tarambana, uno de esos herederos débiles que acaban por destruir los imperios que con tanta sangre han construido sus padres y abuelos (de madres y abuelas ni hablamos, porque no pintan nada). El papá querido es
Armin Mueller-Stahl (alemán), que borda estos tipos encantadores y afables por fuera, brutales y podridos por dentro.
Frente a ese mundo de las tinieblas está la gente normal, las buenas gentes que sólo por desgracia, miseria o casualidad se topan con lo criminal. En este lado están
Naomi Watts (mi tocaya australiana), a la vez frágil y corajuda; su tío, el ruso Stepan, interpretado por el realizador
Jerzy Skolimowski (polaco) ; y su madre, la siempre impecable
Sinéad Cusack (irlandesa).
Me fastidia enormemente no haber tenido ocasión de ver
Promesas del Este en versión original, porque se recrea en el Londres de los inmigrantes, el que no solemos ver los turistas, donde se hablan decenas de lenguas diferentes y cada grupo humano tiene también su propia atmósfera, su color. Leo que Cronenberg trabajó con tres asesores de diálogos. Así me gusta, David, que los lingüistas sirven para algo. Con todo, el doblaje está, como casi siempre, a un nivel muy digno y se esmera con el ruso.
Por sacarle algún defectillo, diré que chirría un poco el final casi feliz (aunque mis nervios lo agradecieron, después de tanto padecer) y que la voz en off de la chica muerta resulta demasiado empalagosa y patética.
Acabo. La organización mafiosa de la que habla esta peli se llama Vory V Zakone ('hermanos ladrones', más o menos), existe de verdad y se dedica a traficar con seres humanos previamente esclavizados.Technorati tags
Cronenberg prostitución