Las recomendaciones para un lenguaje igualitario tienen ya cierta historia. Hace tiempo que empezaron a formularse. No me voy a remontar a lo primero que se publicó, sino a lo primero que yo leí sobre el asunto, que fue el Manual de estilo del lenguaje administrativo que en 1991 (¡1991!) publicó el antiguo Ministerio para las Administraciones Públicas de España.
El librito, muy recomendable y aplicable aún hoy en día, incluía a partir de su página 155 un capítulo titulado “Uso no sexista del lenguaje administrativo”, que, como os digo, fue la primera batería de recomendaciones de esta índole con la que me tropecé en mi vida.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Han sido unos cuantos años en los que, entre otras cosas, me he dedicado a recopilar estas recomendaciones, a estudiarlas, a aplicarlas y a hacerlas aplicar. Comprenderéis, pues, que durante este tiempo he observado muchas reacciones, no todas amigables, y las he englobado en ocho apartados.
Puedes leerlas en Doce Miradas.
La fotografía es de Asun Martínez Ezketa
4 comentarios:
Muy interesante. La verdad es que uno, en su condición de locutor, se ve a menudo asaltado por las dudas y hay algunas propuestas que no me resultan naturales (como esa de llamarnos todos en femenino aludiendo a que somos personas) En cualquier caso son muchas y buenas las reflexiones que propones.
Como he dicho en el otro blog, yo también tengo dudas. Montones. Pero la buena voluntad ayuda bastante a mejorar.
En principio, tan antinatural es nombraros a todos en femenino como nombrarnos a todas en masculino. La única diferencia es que nosotras estamos hasta cierto punto acostumbradas; así que todo el mundo podría acostumbrarse a un género gramatical cambiante.
Gracias, brother. Me alegro de que te haya gustado.
De nuevo y tras uno océano de tiempo en el universo blog. Me alegra ver como algun@s seguís en la brecha. Yo, reiniciando. Un saludo Noemí.
Un saludo, ALBERTO. Sigo, pero con otros aires y, sobre todo, otra intensidad. Feliz reinicio.
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