sábado, 2 de enero de 2016

Aquellos perros de plástico en la parte de atrás de los coches

El deseo de los hombres no es nada malo ni complicado. Las señoras no deberían enfadarse porque sus maridos se vayan de putas; no pasa nada entre ellos y nosotras. Ni siquiera nos miran.

Un tipo acude a nosotras para que nos ocupemos de su deseo, como quien va al peluquero para que le corte las puntas.

Hay que entenderlo. Pocos hombres son capitanes de un navío verdiblanco, pocos son fuertes y elegantes; la mayoría son más bien torpes, pesados y tristes. En el burdel les damos un poco de alegría; les ayudamos a transformar el plomo en pluma. 

Frieda es muy buena en eso. Para cuando los acompaña a su cabina de masaje, ya han perdido la presión de los hombros.Se les nota que les cae un poco la cabeza, como a aquellos perros de plástico que se ponían en la parte de atrás de los coches, aunque intentan mantener algo de ironía en la mirada, algo de desprecio en las piernas arqueadas, y se esfuerzan por caminar como cowboys.

Una puta es una puta y una masajista es como una puta o peor, pero obra milagros en los hombres; los envuelve, hace que se apeen del caballo, los deja sin motivos para mirarla de arriba a abajo.

Claire Castillon:
Les Merveilles 
Grasset 2011

La traducción y la adaptación son mías.

Otras entradas en Boquitas Pintadas sobre "Les Merveilles":
Un gancho de carnicero
Nunca nada demasiado bueno

2 comentarios:

Uno dijo...

Pasaba a desearte un buen año y me he encontrado con esta sorpresa. Hace tiempo que apunté este título animado por una entrada tuya y leyendo este fragmento comprendo que me gustara. Ya no pierdo el dato. ¡Feliz año!

Noemí Pastor dijo...

Gracias, hermosura. Creo que el 19 de enero me publican una reseña en Calibre 38 y ya dejo de dar la tabarra con esta novela. Empezaré a darla con otra. Felicísimo año y un abrazo enorme.