miércoles, 2 de noviembre de 2011

Tercera crónica de andar por casa sobre la crisis sísmica de El Hierro

Llevamos ya unos días sin terremotos gordos: uno de los últimos fuertes tuvo lugar el lunes a las diez de la noche. Yo estaba ya en casita leyendo (aquí a las siete de la tarde ya es de noche y a las siete de la mañana ya luce el sol) y apagando la lamparita cada vez que oía acercarse por la calle a los niños que celebraban Jálouin, para simular que no había nadie en casa, porque ¿qué se hace? ¿Se abre la puerta y hay que darles dinero, caramelos o qué?

En fin, que ese terremoto tampoco lo noté. Ayer hubo un par de ellos no tan fuertes, pero me dicen que uno al menos sí sintieron en El Mocanal, un barrio cercano a la capital, Valverde, que está fuera de la zona sísmica. No fue nada grave, no se cayeron objetos ni nada, pero se percibió el temblor.

Con camiones así, una se siente segura.

En fin, que luego vino la calma. Demasiada calma, quizás, pues la isla está como desmantelada; "es la isla fantasma", me decía un señor de Tenerife que abrió aquí un negocio hace cuatro meses.

Tampoco llevaba mucho tiempo abierto (desde 2008 exactamente) el Centro de Interpretación de El Julan; pues bien. El domingo me pasé por allí y me lo encontré con un cartelito que decía "Cerrado hasta nuevo aviso", que es como decir "Cerrado por siempre jamás".




El Julan y la mancha de la erupción


Otra impresión lamentable me la dio la tienda del aeropuerto: las estanterías semivacías, ni una triste camiseta turistera que comprar. De mi casa al aeropuerto se puede ir andando, así que hasta allá me di un paseíto. La parte buena es que el día estaba despejado y pude ver las islas de La Palma, La Gomera y Tenerife, con Teide y todo.

Mundo viejuno en San Andrés, El Hierro

Bueno, otra ventaja tiene esto de que haya tan poca gente: hemos vuelto a las costumbres de hace quince años, cuando éramos tan pocos forasteros que te saludaban si cruzabas un pueblo en coche, te paraban por la calle para preguntarte qué hacías allí y la gente daba palique por el puro gusto de hablar con alguien de fuera. Ahora la excusita son "los movimientos", como dicen, no sé si eufemísticamente, y da pena que sea por algo así, pero cuentan sus "susedidos", sus pequeñas anécdotas personales con entusiasmo, con ganas, con verdadera gracia, y es un placer oír su dulce acento herreño.

Actualización de las 9:50. Acabo de enterarme de que a las ocho menos cinco ha habido un terremoto de cuatro grados. O sea, gordito. No hace falta decir que no he sentido nada, ¿verdad?

8 comentarios:

humo dijo...

O sea, que vives en una casa: nada de hotel, pensión o similar.
Bien por ti.
...En cuanto a "lo otro", cuando estuve en Quito me pasó algo parecido, y la gente se lo tomaba como si lloviera, y allí sí que se notaban: yo me moría de miedo.

Peke dijo...

Sigue sin notar nada, rapariga, y disfruta de tu estancia. ;)

LU dijo...

A eso se le llama sueño profundo, o, ¿estabas bailando?

Biquiños y disfruta del relax

Noemí Pastor dijo...

HUMO, me he alojado en muchos sitios distintos, pero siempre en casas rurales y apartamentos. Ahora estoy en una casita muy soleada y con un jardín majete. Ya te contaré.

Noemí Pastor dijo...

Así sigo, PEKE. Y disfrutando de este verano tan largo.

Noemí Pastor dijo...

Qué va, LU. Estaba en casa y despierta, pero vivo en la zona este y los pepinazos son hacia el oeste. Biquiños.

M. Luz Congosto dijo...

Vaya nervios de acero, inasequible al ruido mediatico y a los temblores. De esta te veo de corresponsal de guerra.

Noemí Pastor dijo...

M. LUZ, yo, como Woody Allen, en la guerra solo serviría como prisionera. Besos.