lunes, 4 de junio de 2007

Los libros nos salvarán de todo

Hay quien cree firmemente en la omnipotencia de los libros y la lectura. Ejemplos de esta fe tan optimista los hay a montones en la red. Si lees, dicen, hablarás mejor, escribirás mejor, entenderás mejor, se te desarrollarán ciertas capacidades mentales que, si no, permanecerán atrofiadas, serás más libre, tendrás opiniones propias, podrás participar en más conversaciones.

Y, claro, en sentido contrario, quien no lee es un borrico que abre la boca y no habla, sino rebuzna. Como si no hubiera otros escapes culturales, como si no existieran la música, el cine, la pintura y otras actividades que también estimulan el cerebro.

No comparto yo, en fin, esa excesiva confianza en las bondades de la lectura ni esa satanización total de los iletrados. Conozco demasiada gente a la que los libros no han hecho más sabia ni más bondadosa: sólo más erudita. Y una cosa es la cultura y otra, la erudición. Estoy segura de que todos habéis tenido una abuela, un tío, alguien que apenas sabía escribir su nombre y, sin embargo, poseía una innegable sabiduría.

Sí es cierto que la afición a la lectura te permite, como suelo decir, no vivir apegada a lo terrestre, poder flotar unos centímetros por encima de la vulgaridad. Y eso es algo parecido a ser más libre. También creo que Platón es un buen complemento del prozac. Pero leer no te salva de todo, no te insufla seguridad en ti misma, no te inmuniza contra la desdicha, no te hace mejor persona, ni más simpática, ni más querida, ni más tolerante. Y sobre todo: la afición no se hereda. Hay hijos iletrados de padres cultivadísimos y devoradores de libros con padres analfabetos.

Y esto lo escribo recién regresada de la Feria del Libro de Madrid, a la que yo llamo (con todo cariño, por supuesto) la feria de las vanidades.

En la foto, un sillón-librería. ¿A que es chulo?

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7 comentarios:

Anónimo dijo...

Suscribo punto por punto el post. Tengo un tío pastor de ovejas que es el individuo con más sentido común que conozco. Y en cuanto al caso contrario, hay muchos, demasiados.
Bonito sillón, ¿es de Ikea?

Julen Iturbe-Ormaetxe dijo...

Los libros son una buena base. Sólo hace falta probar con la otra mitad, la que sucede fuera de ellos. A veces coinciden, a veces se contradicen. Pero si no pruebas ambas partes, entonces se hace todo demasiado aburrido.

Francisco Ortiz dijo...

La cuestión está en saber elegir los libros que leemos. Buenas elecciones equivalen, por exagerado que parezca, a más y mejor vida para el lector.

Lucía dijo...

El sillón biblioteca es muy chulo. Voy a encargar uno.
En cuanto a lo que comentas en tu post, como dice 39 Escalones, lo suscribo punto por punto.
Un abrazo.

Noemí Pastor dijo...

39escalones, la foto del sofá no recuerdo de dónde la he sacado, pero creo que no estaba a la venta.
Julen, si quieres decir que necesitamos algo más que libros (y no me refiero a pelis ni a discos), estoy de acuerdo contigo.
Francisco, ¿cómo elegir bien?
Lucía, ¿me merezco una pequeña comisión por las ventas? Es broma, claro.

Fernando García Pañeda dijo...

La afición no se hereda, pero se puede enseñar. Yo sí creo que los libros nos hacen mejores: pero sólo eso, mejores; el que es un hijodesumadre seguirá siéndolo, pero un poquitín mejor; quien sea buena persona también seguirá siéndolo, un poco más cultivada, encima.
¿Y cómo serían esas grandes aunque iletradas personas, que yo también conozco, si además hubieran tenido ese mundo a su alcance?
Lo cierto es que hay más rebuznos y animaladas en entornos donde los libros no abundan. Creo.
En todo caso, como droga funcionan de maravilla.
Besos.
Un vanidoso ;)

Noemí Pastor dijo...

Yo en realidad debo mucho a los libros. A mí sí que me han salvado de casi todo.
Pero sólo puedo desconfiar cuando veo a gente cultivadísima comportarse como canallas.