“Una suerte pequeña”, a pesar de ese titulo inofensivo, nos
pone ante los ojos uno de los grandes tabúes de estos principios del siglo XXI:
las madres que abandonan a sus hijos.
No lo hace al estilo del melodrama folletinesco; no se trata
aquí de la prototípica madre sola y joven que deja a su retoño en manos de una institución benéfica. No.Se
trata de tener un hijo ya crecidito, largarse, no dejar rastro y no volver a
aparecer. Abandonar para sobrevivir. Tener que elegir entre el bienestar de un
hijo y el propio y elegir el propio. Hacer eso que se supone que no hacen las
madres. He ahí el prejuicio destructivo y la raíz del tabú.
Es inevitable, con estas premisas narrativas, acordarse de
“Las horas”. No tanto de la novela de Michael Cunningham, que no he leído, como de la peli de Stephen Daldry, en la que
Julianne Moore interpreta brillantemente a ese “monstruo” (sic; así la llaman
en la película) que elige salvarse a costa de su familia. Y, aunque no me
hubiera venido a la memoria, me lo habría recordado la propia Claudia Piñeiro,
pues cita expresamente la novela en “Una suerte pequeña”.
Pero
vuelven
Hace falta un nudo novelesco para construir una novela y,
claro, las madres vuelven. La protagonista y narradora de “Una suerte pequeña”,
como sucedía también en “Las horas”,
regresa a su ciudad y reencuentra lo que quería reencontrar y lo que no.
Este regreso trae consigo, como podéis suponer, una excesivísima
carga emocional muy difícil de resolver literariamente sin caer en lo peor del
melodrama. Con todo, Claudia Piñeiro sale triunfadora del trance, gracias a
cierta contención y contundencia estilísticas y a una sólida estructura
narrativa, a una buena arquitectura del relato.
La arquitectura
del relato
“Una suerte pequeña” descansa sobre un puñadito de
elementos, muy escogidos, que salpican todo el texto. El más gordo, el central,
el que lo determina todo, es el de la maternidad y el abandono, ese tremendo
tabú con el que he arrancado esta reseña.
Cuelga de este pilar central otro secundario, que es la
propia madre de la narradora, quien sirve para explicar su relación con la
maternidad. Y hay otros elementos menores, menos intensos, pero no menos
eficaces. Uno de ellos es muy de mi gusto: la lengua, las lenguas, el inglés y
el español en convivencia, en interferencia y en contraste, el discurso, el
relato. Este elemento encaja en la novela porque la protagonista, argentina, es
profesora de inglés para extranjeros en Boston.
Otro pilar de los que apuntalan el relato es algo a lo que
nos tiene acostumbrados Piñeiro: la disección crítica de la “buena” sociedad
bonaerense, la podredumbre de la clase media-alta, la tontería de la apariencia y el consumo, la
competitividad entre familias, hombres, mujeres y niños.
Piñeiro, como ya hizo en “Las viudas de los jueves”, dibuja
un grupo social asfixiante, muy dado a juzgar a la gente ya sentada en el
banquillo, porque saben que nunca estarán allí sentados.
¿Thriller?
“Una suerte
pequeña” se publicita y se describe como thriller. Y empieza como thriller, con
intriga, pero, a diferencia de lo que sucede en anteriores novelas de Piñeiro,
no se trata de intriga policial, sino de otro tipo de intriga mucho más
desgarradora: intriga familiar, íntima.
Piñeiro va
poquito a poco adelantando un terrible suceso, nos va ofreciendo brochacitos,
pinceladas. Va dejando miguitas de información para que las lectoras las
recojamos y reconstruyamos la hogaza.
Piñeiro nos engaña.
Como la buena literatura, su obra es engañosa: como digo, empieza con
apariencias de thriller y luego se transforma en otra cosa, se convierte en
relato muy íntimo, en primera persona, porque, como escribe lapropia Piñeiro, “el
dolor solo se puede contar así”.
Hasta
pronto
Leo que Claudia
Piñeiro prepara la segunda entrega de “Betibú” porque se ha encariñado con los
personajes (y quién no).
Ansiosa ya
por leerlo, me pongo a buscar “Un comunista en calzoncillos”, que no he leído,
y me despido hasta pronto. Hasta pronto, pues, Claudia. Va a ser un placer
reencontrarnos.
Una suerte pequeña
Alfaguara 2015
Otras entradas en Boquitas Pintadas y en Doce Miradas sobre Claudia
Piñeiro:
2 comentarios:
Tengo que retomar Betibú, que se quedó en un simple primer intento...
Qué bien, ya tengo lectura para tiempos venideros :-)
Aparte de "Betibú", tengo más cosas de Piñeiro que te van a gustar. On en parlera. Besos.
Publicar un comentario