Presentando, que es gerundio. Foto de Daniela Villaseñor.
Nos juntamos a presentar Manuel Ortuño, el editor, Elena Sierra y Beatriz Celaya, ambas de Biografías Personales, y servidora de ustedes.
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No hay tres sin dos da para mucho, así que pudimos hablar durante un buen rato de la potente y libérrima voz de Alejandra, de su capacidad para fagocitarlo todo, pero todo todo, y convertirlo en literatura y de cómo, al leerla, nos coloca al borde del precipicio y ya cada una y cada uno de nosotros decide cómo caer: a trompicones, rebotando por las paredes o alzando grácilmente el vuelo.
Aunque su presencia estaba confirmada, John Hemingway, el nietísimo, padrino de No hay dos sin tres, hizo honor a su leyenda familiar y, en vez de aparecer en Bilbao, prefirió desaparecer en Pamplona. En fin, tiran más los genes que los trenes.
Luego, para homenajear a la autora, que es mexicana, nos fuimos al restaurante Al-Txile, donde cenamos y bebimos muy bien.Te lo perdiste, Hemingway. Fastídiate.
2 comentarios:
Es lo que tienen los apellidos ilustres, que se pierden lo mejor (o casi) ;)
Pues no lo sé, Peke. Conozco a pocos apellidos ilustres. Si tú lo dices, así será. Bicos.
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