domingo, 10 de noviembre de 2013

El héroe discreto

Me pregunto si no es también el título de la novela una contradicción in terminis, si al heroísmo no le corresponde per se la indiscreción, la popularidad, el ruido.

¿Y por qué me lo pregunto? Porque en esta novela de Vargas Llosa, que he disfrutado como una bestezuela, todo es doblez, enfrentado y contradictorio.

Empezando por la típica estructura dual vargasllosiana de dos relatos que discurren paralelos y se comunican mediante transvasitos pequeños, y siguiendo por todo lo demás, pues en El héroe discreto todo es uno y lo contrario; todo puede transformarse radical y repentinamente.

El héroe, por ejemplo, don Felícito, además de discreto, es villano: una bellísima persona capaz de engañar a su esposa durante décadas y de soltarle a su hijo las verdades más crueles que Lituma ha oído jamás. Su mujer, doña Gertrudis, pasa de puta a beata y de muda a parlanchina. Su amante, la dulce Mabel, es indómita y sumisa a la vez.

Y así con todos: don Rigoberto es un peruano que trabaja en seguros, pero tiene alma de artista europeo; Fonchito es ángel y diablo en uno; Ismael es un cabal hombre de negocios capaz de las mayores insensateces; Armida es al mismo tiempo humilde criada y dama multimillonaria. 

No hay certezas. Parafraseando a Greg House, todo el mundo engaña: los hombres a las mujeres; las mujeres a los hombres. Y, por encima de mujeres y hombres, dos embustes descomunales nos embaucan a la humanidad entera: la religión (la grande y la pequeña, la vaticana y la popular, en todas sus variantes, desde Bergoglio a la Beata Melchorita) y los medios de comunicación, capaces de hacernos tragar mentiras como puños.

Pero no queda ahí la cosa: existe todavía un embuste mayor; la madre de toda patraña, la gran fábrica de espejismos, la que alimenta a todas las demás falacias: la literarura, la ficción.

Tenemos, pues, un montón de opciones, multitud de versiones en las que creer o no creer. Que cada cual elija el engaño que mejor le ayude a vivir.

Mario Vargas Llosa
El héroe discreto
Alfaguara 2013


6 comentarios:

39escalones dijo...

Qué bien. Me gusta oír algo bueno de Vargas Llosa después del fiasco absoluto -para mí- de "El sueño del celta". Tanto entusiasmo es contagioso...
Besos

Noemí Pastor dijo...

Hola, Escalones. Que sepas que con Vargas Llosa no soy nada objetiva ni falta que me hace. Me cautivó hace muchos años con "La ciudad y los perros" y desde entonces todo lo suyo me parece sublime. De hecho, creo que "Conversación en La Catedral" es la mejor novela que he leído nunca. Y "La tía Julia y el escribidor", lo más sensato que he leído jamás sobre creación literaria.
O sea, que mi entusiasmo es el de una fanática. Besos.

Julen Iturbe-Ormaetxe dijo...

Pues allá vamos, a ver cuánto me dura entre las manos esta novela. Puritita contradicción con la que pongo en breve.

Noemí Pastor dijo...

Te hago entrega oficial de la novela, JULEN. Si la disfrutas la mitad de lo que la he disfrutado yo, ya gozarás mucho. Y ya me contarás.

peke dijo...

No la leí, pero me alegra que te gustase. Tras muchas reticencias reconozco que es un gran escritor, aunque haya mucho soberbio por aquí que lo considere un autor menor (a pesar del Nobel).

Noemí Pastor dijo...

Hola, Peke. Si Vargas Llosa es un autor menor, ¿quién es grande?
Es un novelista excelente. Si no el mejor, de los mejorcitos, sin duda.
Bicos.