En la siguiente entrega de la saga, Serpientes en el paraíso (2002), sin embargo, la contradicción ya está en el propio título, ahí aparecen ya juntas las rosas y las espinas. El paraíso al que se refiere es una urbanización de lujo a las afueras de Barcelona con amplias avenidas, piscinas azulísimas, muchas flores, coches de gama alta y niños rubios encantadores. O sea, una especie de Wisteria Lane también con cadáveres en los jardines; o, mejor dicho, en las piscinas, porque Serpientes comienza de forma peliculera, con un muerto flotando boca abajo, como en El crepúsculo de los dioses.
Petra se deja deslumbrar un poquito, pero no cegar del todo, por el espejismo de la felicidad tal como nos la presentan los spots publicitarios:
- Le gusta a usted esa niña, ¿eh, inspectora? ¿Por qué no se casa otra vez y tiene un bebé?Fíjate tú que yo tengo una frase parecida para hablar más o menos de lo mismo: a mí me gusta mucho el trecento italiano, pero no quiero un Giotto en casa.
- A usted le gusta el fútbol y no por eso se lleva a un jugador a casa.
Otra cosa tengo en común con Petra Delicado (esta es otra virtud de la literatura, que descubres que tus neuras son universales) y es que a mí también me da por fantasear con otras vidas. Petra fantasea con una vida plácida, de ama de casa burguesa, o de monja (la atracción del convento sale en más de una novela) y yo, ya veis, fantaseo con la vida de Petra, entregada a una profesión que te inunda entera, que te da sentido a toda la existencia. En fin.
Lo que digo: a Petra le sucede como a mí, que todas las vidas le parecen mejor que la suya.
Decidí ir a pie hasta mi casa. Fui cruzándome con gente que se movía impetuosamente, como si todos supieran adónde se dirigían. Gente de diverso aspecto y pelaje que sin duda tendría un cometido profesional concreto en la vida, una ocupación que conllevaría una ecuación lógica entre esfuerzo y resultados. Los envidié. Envidiaba a todo el mundo aquel día. No deseaba estar en mi piel.Seguro que las dos estamos equivocadas, ¿no?
19 comentarios:
Joé, qué bueno el párrafo que has copiado. Yo también suelo fantasear, pero no sobre mi vida, sino sobre las vidas de los demás, de la gente que veo en la calle o en el bus, y mis conclusiones imaginarias no suelen ser tan benévolas como las de Petra. Vamos, que imagino a los demás tan perdidos y absurdos como yo mismo.
A mí Petra Delicado me parece un personaje contundente, con unas ideas férreas, que luego no lo son tanto. Un personaje que evoluciona en cada novela. Cambia, como la vida misma. Me hace gracia y me gustan las cosas que dice, aunque muchas veces piense lo contrario. Es cierto, la referencia monacal sale incluso demasiado.
Solo he leído una novela,me encontré con una Petra Delicado diferente...Me gusta,la capacidad de trasmutarse,de pensar que lo de al lado es mejor. Tendré que leer más.
BS
A ver si empiezo con la primera ¿me engancharé y seguiré con toda la saga?
Lo que escribes me gusta...
Un abrazo.
JUKE, ¿cuál de los dos que he copiado? Petra tiene parrafitos jugosos a montones. Yo también creo que me sé las vidas de todo mi vagón del metro. No digo que vivan mejor que yo, pero, como a Petra, sí me da por pensar que son más felices, que llevan vidas más plácidas y sencillas. Bobadas.
JULI, Petra es un personaje rotundo, o sea, redondo, que cae bien, además. Evoluciona, cambia y también va dando tumbos y tropezones, como tú y como yo y como cualquiera. Además, tiene sentido del humor. La referencia monacal sale mucho, sí, pero a mí me resulta comprensible y coherente, viendo lo que busca Petra.
CLARA, es que según en qué época la encuentres, descubrirás una Petra diferente: más alegre, más apagada... Te animo a leer la serie entera. Y luego me lo cuentas, venga.
LAURA, estoy casi segura de que te engancharás. Si no, me denuncias por promesas incumplidas. Besos.
Como has adivinado, me refería a ese párrafo, al de "decidi ir andando..."
Pues fíjate que a mí me gustan los zapatos y sí, me llevaría la zapatería entera a mi casa...
Yo soy un fan declarado de Petra Delicado. Me gustan un montón sus novelas y me parece especialmente curiosa la relación con su ayudante, con Garzón, ya que con el paso de las historias, sus antepuestos caracteres se van mezclando, y Petra dice y piensa cosas más propias de Garzón y viceversa.
Últimamente estoy leyendo a Rosa Ribas, y sus personajes me recuerdan mucho a los de Alicia Giménez Bartlett.... eso sí, los de la Ribas son más de chucrut y salchicha de Frankfurt.
Un saludico.
JUKE, ya, lo deduje de tu comentario. Pero el otro también es bueno, ¿no?
HLO, pues yo prefiero ir a la zapatería, coger los zapatos que necesite para la ocasión, lucirlos y devolverlos luego, que se me llena la casa de trastos.
TERRI, sí, tienen un rollo Quijote-Sancho ellos dos muy majo y un compañerismo modélico. Tengo a Rosa Ribas pendiente, porque todo el mundo habla muy bien de ella. Saludos, brother.
Sí, el otro también es rebueno.
Yo tan pronto tiendo a sobrevalorar el fascinante mundo de las gentes que veo a mi alrededor como les endilgo unos dramones de Sautier Casaseca que no veas. Lo que mejor me venga en ese momento.
UNO, llámame racista, pero yo imagino esos novelones en las vidas de los inmigrantes: mamás ancianitas solitarias, niñitos abandonados... Soy lo peor.
Bueno Noemí, creo que a todos o a mí también me pasa. Álgunos días creo que todas las vidas son mejores que la mía y quisiera no estar en mi piel, pero luego se pasa y da una gracias por lo que es y lo que tiene. Es lo que tiene ser humano.
Me apunto esta Petra también.
Besicos muchos.
CASA, yo no pienso que la vida me haya tratado mal, sino que me da por pensar que la gente vive más contenta con su vida, que vive más tranquila, más plácidamente, con menos zozobra, con menos dudas. No todo el mundo, claro. En fin, cosas que se le meten a una en la cabeza.
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