He venido a pasar unos días a la isla de Pico, que está enfrente de Faial. Pico es una isla muy grande y tiene muchas cosas, pero mejor empiezo contando qué no tiene.
No tiene playas de arena. Toda la costa es roca o lava volcánica más o menos moldeada por el mar.
No tiene periódicos. No hay quioscos y tampoco se ve prensa en bares, hoteles ni tiendas.
No hay nudismo. A los azorenses no les gusta. Un folleto de una empresa turística recomienda incluso no cambiarse de ropa en público y en una zona de baño he encontrado una pintada que dice en portugués "¡Haya vergüenza!".
Vamos con lo que sí hay. Ante todo y sobre todo está el Pico que da nombre a la isla, un volcán
Hay ballenas no lejos de la costa. Hace no muchos años vivían de ellas. En 1989 prohibieron matarlas porque se estaban extinguiendo y ahora sólo las persiguen y acosan barquichuelos de turistas.
También hay conos volcánicos. A miles y de todos los colores: de arena negra, de arena roja, recubiertos ya de verde... En la foto os he puesto uno variado. La última erupción en esta isla tuvo lugar en 1718 y se cargó la iglesia de San Juan.
Hay prados verdísimos, vacas, bosquecillos de cedros, flores silvestres, procesiones y fiestas religiosas a porrillo y todo lo que dan de sí los volcanes: grutas, lagunas y campos de lava sembrados de vides.
Es una isla verdaderamente hermosa. Y fotogénica.
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