Le voy a dar otra vuelta porque de lo mismo trata una de las peripecias que magistralmente componen El héroe discreto, la más reciente novela de Mario Vargas Llosa.
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Sucede en El héroe discreto, entre muchas otras cosas que merecen la pena, que Fonchito, adolescente espabilado y de buenísima estirpe limeña, al que conocemos de libros anteriores de Vargas Llosa, como Elogio de la madrastra y Los cuadernos de don Rigoberto, cuenta a sus padres que a menudo se topa (en una heladería, en un parque, en el autobús...) con un señor mayor llamado Edilberto Torres, quien parece conocer muy bien al mismo Fonchito, a su familia y a todo su entorno. A Fonchito las visitas de don Edilberto lo asaltan, lo desequilibran; no le sientan bien.
La cosa es que a don Edilberto solo lo ve Fonchito y nadie más. Nadie lo conoce, a nadie le consta. Doña Lucrecia y don Rigoberto, los atribulados padres, acuden a psiquiatras, a teólogos, a punto están de acudir a exorcistas; y no sacan nada en claro. Nadie es capaz de afirmar que don Edilberto sea un vulgar pedófilo (no puede ser: su actitud respetuosísima no encaja), que sea un iluminado de una secta que lo quiera captar (descartado: no ha hecho ninguna maniobra en ese sentido), que sea un ente diabólico (no digas bobadas: el diablo no existe), que Fonchito sufra alucinaciones (imposible: lo han examinado psiquiatras y no son de esa opinión), que todo sea mera invención suya, pues disfruta atormentando a sus padres
(pero cómo va a hacer eso un muchacho tan correcto y afectuoso). Hacia el final de la novela, alguien se aproxima a lo que realmente acontece con don Edilberto y Fonchito. Pero no lo voy a contar aquí, claro.
A eso se refiere Carrère en El Reino cuando habla de lo imposible que, así, sin más, sucede, de lo que no puede ser y, sin embargo, es. Y lo ilustra muy bien con el high concept de la serie de televisión Les Revenants, en cuyos comienzos participó como guionista.
Os iba a traducir lo que dice Carrère sobre la serie en el prólogo a El Reino, pero de repente se me ha hecho doloroso, muy duro. Así que mejor lo dejo para otro día en que me encuentre más animosa.
Sí os dejo, a cambio, los enlaces a otros posts sobre Carrère en Boquitas Pintadas. Hasta pronto.
El bigote
Una semana en la nieve
El Adversario
Una novela rusa
Sobre De vidas ajenas
Sobre Limonov