Siempre me impresionan, y esta vez no ha sido una excepción, las mujeres en las novelas de Grafton. Kinsey, la narradora, repara mucho en ellas, pero eso no quiere decir que empatice ni que simpatice. De hecho, las trata sin piedad y en esta novela se ensaña con las mujeres decentes de pueblo pequeño que, mientras sus esposos se dedican a perseguir jovencitas y a encubrirse unos a otros intergeneracionalmente, se ocupan de mantener vivos los odios y de que las apariencias sean rosáceas. ¡Qué trabajo, señor!
Luego están también las que no huyen. Se quedan ancladas allí, en el mismo lugar donde las humillan, las arrinconan, las rehuyen, dios sabe por qué; probablemente porque no hayan conocido otra cosa y piensen que para qué marcharse, si el mundo entero es así. Y no les falta razón, porque la baja autoestima irá con ella doquiera que vayan.
También tenemos a las que no aguantan más y se largan; ahorran cuatro perras y se cogen el bus a Los Ángeles o a San Francisco. ¡Buen viaje, amigas! Pero tampoco de éstas tiene Kinsey compasión. Leed cómo describe a una de ellas:
... estaba tan delgada que parecía raquítica: hombros huesudos, un color de
cara enfermizo y un pelo estropajoso, peinado hacia atrás y sujeto con dos
pasadores de plástico. Tenía las uñas mordisqueadas hasta la raíz. Las arrugas
del suéter que llevaba sugerían que lo había cogido sin miramientos, en el
momento de salir, del montoón de ropa que sin duda tenía en el suelo del
dormitorio.
Y finalmente está la especie más dañina: la mosquita muerta manipuladora y cobarde que va acumulando dentro rencor hasta que estalla. Pero de ésta no voy a decir nada para no destripar el argumento.
Continuará.
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10 comentarios:
Te lo vuelvo a decir: no me acuerdo de nada. Habrá que releerla. (Mi memoria de mosquito, ayssssss).
Peke, yo estoy disfrutando mucho con la relectura. Anímate y cuéntanoslo todo.
Encantada con tus comentarios literarios.
Besos desde Huesca para ti.
Tampoco yo me acuerdo de nada. Es una idea excelente re-leerlos... yo recuerdo que me lo pasé en grande, lecturas de verano muy recomendables por su ligereza, sí señora. Claro que siempre habrá quien prefiera un ensayo comme il faut.
Malditas mosquitas que me chupan la sangre...
Como verás, con la llegada de la canícula la profundidad de mis reflexiones alcanza límites insospechados...
¡Saludos!
me quedo fuera de estos títulos.
pero coincidimos en las relecturas. estoy con estrella distante, de roberto bolaño. ay, que novela....
Hombre, no sé qué decir, y no precisamente porque las mujeres sean un misterio, o porque los hombres no las entiendan, es que las diferencias no son tan grandes, pienso yo. Hace uno días volvi a escuchar aquello de: es que me gustan los hombres malos, y aún no paro de reír. Todo un clásico femenino.
Encantada de verte por aquí, M. Jesús. Más besos para ti.
Jaio, yo creo que se pueden releer todos los veranos.
Bueno, Moebius, tampoco este blog tiene gran altura intelectual.
Sinseso, ya contarás de la novela de Bolaño.
Malvi, de acuerdo: yo tampoco creo que seamos tan diferentes. Y lo de que gusten los hombres malos es fuente de desdicha.
Besos.
Y Tú, ¿de cual eres? No me cuadras en ninguna de las categorías, quizá con un compás.
A la playa..
Hombre, AM, hay más casillas para clasificarse y en alguna de ellas estaré yo, supongo. De éstas, supongo que estoy entre las dañinas. ¡Ja, ja, ja!(risa malvada). Besos.
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