Mostrando entradas con la etiqueta extravíos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta extravíos. Mostrar todas las entradas
jueves, 23 de febrero de 2017
Contrarreloj
Hola. En Calibre 38 me han publicado una reseña sobre esta novela.
¿La leéis y me decís qué os parece? Gracias.
Etiquetas:
despropósitos,
extravíos,
género negro,
literatura
jueves, 31 de julio de 2014
El punk y el funcionariado
«Era ya de noche cuando Ratus desembarcó en el bar, no en plena forma. Ratus era un punk auténtico, de los que ya eran punk antes que nadie. La veteranía entre los punks era signo de credibilidad y confería cierto prestigio y diversas ventajas; he aquí uno de los escasos puntos en común entre el punk rock y la función pública. »
Virginie Despentes: Bye, bye, Blondie
Éditions Grasset & Fasquelle, 2004
La traducción y la adaptación son mías.
No tan escasos. En (casi) todos los grupos humanos se valora irracionalmetne la veteranía. Debe de ser un atavismo de cuando el mundo se regía por gerontocracia. Yo, quizás porque todavía sea en muchos aspectos adolescente, no valoro nada el hecho de permanecer demasiado tiempo en el mismo lugar. No me dice nada bueno. Me habla de acomodo, inmovilismo, pereza, miedo al cambio; o, lo que es peor, de falta de oportunidades.
Fotograma de Bye, bye, Blondie (Francia, 2011)
Dirección: Virginie Despentes
Reparto: Emmanuelle Béart, Béatrice Dalle, Soko, Clara Ponsot, Pascal Greggory
Virginie Despentes: Bye, bye, Blondie
Éditions Grasset & Fasquelle, 2004
La traducción y la adaptación son mías.
No tan escasos. En (casi) todos los grupos humanos se valora irracionalmetne la veteranía. Debe de ser un atavismo de cuando el mundo se regía por gerontocracia. Yo, quizás porque todavía sea en muchos aspectos adolescente, no valoro nada el hecho de permanecer demasiado tiempo en el mismo lugar. No me dice nada bueno. Me habla de acomodo, inmovilismo, pereza, miedo al cambio; o, lo que es peor, de falta de oportunidades.
Fotograma de Bye, bye, Blondie (Francia, 2011)
Dirección: Virginie Despentes
Reparto: Emmanuelle Béart, Béatrice Dalle, Soko, Clara Ponsot, Pascal Greggory
viernes, 14 de marzo de 2014
La noche americana
(annyas.com)
Cuando ves La noche americana y, al final, con los títulos de crédito, se te pone una sonrisa boba, de felicidad, en la cara, sabes que el cine te tiene y tendrá atrapada para siempre.
Si quieres seguir leyendo este homenaje sentimental que he dedicado a La noche americana, pásate por Zinéfilaz. Allá nos vemos.
Etiquetas:
cine,
extravíos,
geografía sentimental,
mitomanía
martes, 4 de marzo de 2014
"Un jour, le crime" en Calibre 38
El señor Ricardo Bosque, que tiene nueva página en Facebook,
ha tenido a bien publicar en su excelsa revista Calibre 38 un articulito mío sobre el ensayo "Un jour, le crime", de Jean-Bertrand Pontalis, del que ya os he adelantado algo en estos posts de Boquitas Pintadas:
¿Veis cómo no soy tan rara?
Civilización y barbarie
Pasaos por Calibre 38 a leer mi artículo y todo lo demás, que es mucho y bueno. Hasta pronto.
Jean-Bertrand Pontalis
Un jour, le crime
Gallimard 2011
ha tenido a bien publicar en su excelsa revista Calibre 38 un articulito mío sobre el ensayo "Un jour, le crime", de Jean-Bertrand Pontalis, del que ya os he adelantado algo en estos posts de Boquitas Pintadas:
¿Veis cómo no soy tan rara?
Civilización y barbarie
Pasaos por Calibre 38 a leer mi artículo y todo lo demás, que es mucho y bueno. Hasta pronto.
Jean-Bertrand Pontalis
Un jour, le crime
Gallimard 2011
sábado, 25 de enero de 2014
Happy flower
El excelentísimo señor don Goyo del Sol (@jgdelsol) me invitó a participar en su blog Buscando el optimismo, yo acepté encantada y le escribí cuatro líneas sobre Una de las mejores cosas que he hecho en mi vida.
Me gusta esta iniciativa en la que se han metido Goyo y compañía: recopilar buenas noticias y colaboraciones que transmitan esperanza y alegría de vivir. Me gusta porque el pesimismo es a veces una pose aburrida. Me gusta porque es una empresa difícil y, precisamente por eso, hermosa.
Foto: www.appszoom.com
miércoles, 14 de noviembre de 2012
Los paraísos
No creo en Dios más que en la bonoloto.
Régis Jauffret
Los paraísos son personales e intransferibles, como el carné de identidad.
Hay quien sueña con la vida eterna, con la paz del mundo, con acabar con la pobreza y las guerras. Hay quien sueña con unas vacaciones largas en el Caribe, o con un coche grande. Con pegar un pelotazo en la Bolsa. Con una casa con piscina. Con tirarse desde un puente con una cuerda atada al tobillo.
Yo, por ejemplo, sueño con una vida plácida en una isla remota.
Luciano Ciotola soñaba con entrar en Gran Hermano: huríes, ambrosía, divanes, entrada triunfal en Roma en loor de multitudes y todos tus deseos satisfechos.
¿Por qué va a ser su paraíso peor que el mío?
Reality (Italia, Francia, 2012). Dirección: Matteo Garrone. Interpretación: Aniello Arena, Loredana Simioli, Nando Paone, Raffaele Ferrante, Nello Iorio, Nunzia Schiano, Claudia Gerini, Rosaria D’Urso. Guion: Matteo Garrone, Maurizio Braucci, Ugo Chiti y Massimo Gaudioso. Producción: Matteo Garrone y Domenico Procacci. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Marco Onorato. Montaje: Marco Spoletini. Diseño de producción: Paolo Bonfini. Vestuario: Maurizio Millenotti.
(www.labutaca.net)
Régis Jauffret
Los paraísos son personales e intransferibles, como el carné de identidad.
Hay quien sueña con la vida eterna, con la paz del mundo, con acabar con la pobreza y las guerras. Hay quien sueña con unas vacaciones largas en el Caribe, o con un coche grande. Con pegar un pelotazo en la Bolsa. Con una casa con piscina. Con tirarse desde un puente con una cuerda atada al tobillo.
Yo, por ejemplo, sueño con una vida plácida en una isla remota.
Luciano Ciotola soñaba con entrar en Gran Hermano: huríes, ambrosía, divanes, entrada triunfal en Roma en loor de multitudes y todos tus deseos satisfechos.
¿Por qué va a ser su paraíso peor que el mío?
Reality (Italia, Francia, 2012). Dirección: Matteo Garrone. Interpretación: Aniello Arena, Loredana Simioli, Nando Paone, Raffaele Ferrante, Nello Iorio, Nunzia Schiano, Claudia Gerini, Rosaria D’Urso. Guion: Matteo Garrone, Maurizio Braucci, Ugo Chiti y Massimo Gaudioso. Producción: Matteo Garrone y Domenico Procacci. Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Marco Onorato. Montaje: Marco Spoletini. Diseño de producción: Paolo Bonfini. Vestuario: Maurizio Millenotti.
(www.labutaca.net)
miércoles, 18 de abril de 2012
Montse, adeu
El lunes 9 de abril murió Montserrat Gurguí, traductora literaria a quien debemos el placer de haber leído en español, entre otros, a James Ellroy y Sara Paretsky.
Tenía 59 años.
Montserrat a veces traducía sola y a veces en equipo con otro grande: Hernán Sabaté. Hernán murió el 22 de noviembre de 2011. Ese mismo día Montse recogió, en nombre de los dos, el premio de traducción Esther Benítez que les habían concedido por Sangre vagabunda, de Ellroy.
En septiembre de 2010 publiqué en este blog un post sobre Jugar a ganar, de Sara Paretsky, y tuve la desfachatez de comentar algunos aspectos de la traducción que me habían chirriado.
Como podréis ver en los comentarios a ese post, Montserrat tuvo la honradez y la altura moral de reconocer que se le había colado algún catalanismo. Desde entonces inercambiamos algún que otro mensaje por Facebook y Google +. Creo recordar que le hice llegar mis condolencias por el fallecimiento de Hernán, sin saber que ya entonces estaba ella también enferma.
En El País del domingo pasado, la traductora María Teresa Gallego Urrutia dedicaba a Montse un bonito ‘In memoriam’. Me sumo a todas sus hermosas palabras.
Descansa en paz, Montse, y sigue traduciendo, que algo tendremos que leer en el cielo.
Tenía 59 años.
Montserrat a veces traducía sola y a veces en equipo con otro grande: Hernán Sabaté. Hernán murió el 22 de noviembre de 2011. Ese mismo día Montse recogió, en nombre de los dos, el premio de traducción Esther Benítez que les habían concedido por Sangre vagabunda, de Ellroy.
En septiembre de 2010 publiqué en este blog un post sobre Jugar a ganar, de Sara Paretsky, y tuve la desfachatez de comentar algunos aspectos de la traducción que me habían chirriado.
Como podréis ver en los comentarios a ese post, Montserrat tuvo la honradez y la altura moral de reconocer que se le había colado algún catalanismo. Desde entonces inercambiamos algún que otro mensaje por Facebook y Google +. Creo recordar que le hice llegar mis condolencias por el fallecimiento de Hernán, sin saber que ya entonces estaba ella también enferma.
En El País del domingo pasado, la traductora María Teresa Gallego Urrutia dedicaba a Montse un bonito ‘In memoriam’. Me sumo a todas sus hermosas palabras.
Descansa en paz, Montse, y sigue traduciendo, que algo tendremos que leer en el cielo.
Etiquetas:
extravíos,
literatura,
traducción
miércoles, 14 de marzo de 2012
sábado, 24 de diciembre de 2011
jueves, 24 de noviembre de 2011
Mentiras populares
Con este título parece que voy a hablar de la campaña electoral, pero no: voy a hablar de un librito muy muy jugoso y entretenido. Es este:
Bruno Cardeñosa:
Mentiras populares (Leyendas urbanas y otros engaños)
Booket 2010
Me compré la edición de bolsillo y me ha hecho una compañía enorme en el transporte público, especialmente en esas tardes en que no tiene una la cabeza para la Crítica de la razón pura.
El libro es ligero, sí, pero no superficial. De hecho, me ha abierto el apetito, las ganas de adentrarme en estos laberintos oscuros de los bulos, los rumores, las mentiras mil veces repetidas que para alguien acaban siendo verdad. Y me he adentrado, por ejemplo, en www.snopes.com o en los libros de Jan Harold Brunward.
Y otra vez tengo que bailar entre esos dos extremos, porque este mundo de las leyendas urbanas va de lo más tontorrón e inofensivo (la historia del perrito y Ricky Martin en el armario) a lo más grave, peligroso, dañino y siniestro (esos deleznables bulos, podridos de racismo e ignorancia, sobre rumanos que secuestran niños), leyendas que, como dice Cardeñosa, "anidan en la sociedad cuando desparece el espíritu crítico".
Ya puesta a clasificar (caóticamente, por supuesto) las leyendas urbanas, me salen estas categorías:
Leyendas urbanas internacionales. Lo son la mayoría. Por ejemplo, lo del perrito en Chile no le ocurrió a Ricky Martin, sino a Luis Miguel. Y en Estados Unidos no le estallaron las tetas en el avión a Ana Obregón, sino a Pamela Anderson. Una historia de gendarmes franceses la he oído yo adaptada a la policía autónoma vasca.
Leyendas que yo me había creído como una pava. La de la fórmula secreta de la cocacola. Que Walt Disney estaba congelado. Que existen las snuff movies. Que si reunías un montón de celofanes de cajetillas de tabaco te daban una silla de ruedas.
Otras que no me he tragado nunca. Que ciertas combinaciones de bebida explotan o se solidifican en el estómago. Las diversas chicas de la curva y demás muertas bondadosas. Los repartidores de droga a las puertas de los colegios. Secuestros de niños en centros comerciales.
Hay más: mentiras políticas, sexoleyendas (gente que se mete cosas por diversos orificios corporales), cocodrilos en las alcantarillas, marcas de ladrones junto a las puertas de los edificios... Sin olvidar el apasionante mundo de los mensajes de correo electrónico, chapucera y horrísonamente traducidos del inglés, que te avisan de desgracias sin fin; un fenómeno que, por cierto, ya tiene nombre, netfolclore, y que hace que Cardeñosa acabe el libro con estas palabras:
Bruno Cardeñosa:
Mentiras populares (Leyendas urbanas y otros engaños)
Booket 2010
Me compré la edición de bolsillo y me ha hecho una compañía enorme en el transporte público, especialmente en esas tardes en que no tiene una la cabeza para la Crítica de la razón pura.
El libro es ligero, sí, pero no superficial. De hecho, me ha abierto el apetito, las ganas de adentrarme en estos laberintos oscuros de los bulos, los rumores, las mentiras mil veces repetidas que para alguien acaban siendo verdad. Y me he adentrado, por ejemplo, en www.snopes.com o en los libros de Jan Harold Brunward.
Y otra vez tengo que bailar entre esos dos extremos, porque este mundo de las leyendas urbanas va de lo más tontorrón e inofensivo (la historia del perrito y Ricky Martin en el armario) a lo más grave, peligroso, dañino y siniestro (esos deleznables bulos, podridos de racismo e ignorancia, sobre rumanos que secuestran niños), leyendas que, como dice Cardeñosa, "anidan en la sociedad cuando desparece el espíritu crítico".
Ya puesta a clasificar (caóticamente, por supuesto) las leyendas urbanas, me salen estas categorías:
Leyendas urbanas internacionales. Lo son la mayoría. Por ejemplo, lo del perrito en Chile no le ocurrió a Ricky Martin, sino a Luis Miguel. Y en Estados Unidos no le estallaron las tetas en el avión a Ana Obregón, sino a Pamela Anderson. Una historia de gendarmes franceses la he oído yo adaptada a la policía autónoma vasca.
Leyendas que yo me había creído como una pava. La de la fórmula secreta de la cocacola. Que Walt Disney estaba congelado. Que existen las snuff movies. Que si reunías un montón de celofanes de cajetillas de tabaco te daban una silla de ruedas.
Otras que no me he tragado nunca. Que ciertas combinaciones de bebida explotan o se solidifican en el estómago. Las diversas chicas de la curva y demás muertas bondadosas. Los repartidores de droga a las puertas de los colegios. Secuestros de niños en centros comerciales.
Hay más: mentiras políticas, sexoleyendas (gente que se mete cosas por diversos orificios corporales), cocodrilos en las alcantarillas, marcas de ladrones junto a las puertas de los edificios... Sin olvidar el apasionante mundo de los mensajes de correo electrónico, chapucera y horrísonamente traducidos del inglés, que te avisan de desgracias sin fin; un fenómeno que, por cierto, ya tiene nombre, netfolclore, y que hace que Cardeñosa acabe el libro con estas palabras:
Cuanto más urbanas y tecnológicas sean las sociedades, más fuerte y firme será el grado de penetración de las mentiras populares. Son inherentes al ser humano. Y a las sociedades.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Una rodajita de Limonov
Están sentados, con un muro raso detrás, en el ángulo recto que forman dos mesitas de formica marrón. Del decorado no se ve más: puede que estén en un aula escolar, en una cantina o en un local de la administración.
Ella viste un abrigo de color claro; en la cabeza, un pañuelo de campesina. Él lleva abrigo oscuro y bufanda; ha dejado sobre la mesa su chapka de piel. Tienen todo el aspecto de una pareja de jubilados.
La cámara los enfoca todo el rato, con pequeños zooms, adelante y atrás. No enfoca, en cambio, a los hombres que tienen enfrente. No se ve el rostro de un hombre que, fuera de campo, con voz colérica y monótona, acusa a los dos ancianos de haber vivido en un lujo desenfrenado, de haber matado a niños de hambre, de haber cometido un genocidio en Timisoara.
Tras cada salva de acusaciones, ese procurador invisible los invita a responder y el hombre responde, mientras tritura con las manos su chapka, que no reconoce la legitimidad del tribunal que los juzga. La mujer, por momentos, se rebela, discute; entonces, su marido, para calmarla, le coge la mano con un gesto emotivo y familiar. De vez en cuando echa un vistazo al reloj: al parecer, esperaba la llegada de tropas que los liberaran. Pero esas tropas no llegaron nunca y, media hora después, hay un corte. Elipsis. El siguiente plano muestra sus cadáveres ensangrentados sobre el asfalto de una calle o un patio o no se sabe qué.
La escena es tan extraña como una pesadilla. La filmó la televisión rumana y las cadenas francesas la distribuyeron la tarde-noche del 26 de diciembre de 1989. Recuerdo haberla contemplado con auténtico pasmo y haber experimentado un violento malestar ante semejante parodia de justicia, semejante ejecución sumarísima y semejante puesta en escena que quería ser ejemplar y fracasaba estrepitosamente, pues, a pesar de ser dos criminales, la dignidad parecía estar del lado de los acusados.
[Y mucho peor fue luego, añado yo, con Gadaffi.]
Emmanuel Carrère: Limonov, P.O.L 2011
La traducción y la adaptación son mías.
Hay otra porrada de artículos sobre Carrère en Boquitas Pintadas:
- El bigote
- Una semana en la nieve
- El adversario: Impostura uno, dos, tres, cuatro y cinco.
- Una novela rusa
- De vidas ajenas: uno, dos, tres y cuatro.
Y ahí va un ramillete de vídeos desagradables.
miércoles, 19 de octubre de 2011
Cuando era pequeña
Mi querido Kaplan me invitó a participar en este meme de recuerdos infantiles y yo le recogí el guante.¿Por qué? Porque me gusta dejar que la memoria me viaje por la infancia. Es la maldita nostalgia: en parte la detesto (no soporto eso de Cuéntame que ponen en la Televisión Española y tiene versión portuguesa, como pude ver este verano); la detesto un poco, sí, pero no me resisto a ella.
Parece ser que el meme, en su origen, iba de recuerdos infantiles literarios, pero lo que me ha venido a la memoria tiene poco que ver con la letra impresa y más con aventuras callejeras poco ejemplares. Así y todo, me he esforzado y he añadido un apartado sobre lecturas, que es este primero.
Cuando era pequeña leía sin saber leer. Ordenaba a mi abuelo que me leyera cuentos (todavía conservo milagrosamente un ejemplar de "Los tres cerditos") y luego me inventaba yo los textos. También tenía una enciclopedia infantil de varios tomos: mis preferidos eran el de poesía y el de historia sagrada. Supongo que también habría un tomo de ciencias naturales, pero no lo recuerdo.
Más tarde vinieron los tebeos. Primero, Pumbi. Luego, Tiovivo, Pulgarcito, Mortadelo... Y también los de chicas: Lily, con "Esther y su mundo". También novelas clásicas "juveniles" (Salgari, Mark Twain, Dickens, Dumas...) y vidas de santas en el formato que hoy se llama novela gráfica: texto y viñetas.
Cuando era pequeña, de mayor quería ser maestra, porque para mí solo había dos tipos de mujeres: por un lado estaban las madres, tías y abuelas y, por otro, las maestras. Bueno, no, había un tercer tipo, el de las cantantes: Massiel, Karina, Salomé... Yo, en realidad, quería ser cantante y triunfar en Eurovisión, como Mocedades. A veces me atrevía a decirlo, pero cuando no, cuando no me atrevía a soñar, decía que quería ser maestra.
Cuando era pequeña, en el patio de la escuela, los chicos jugaban al fútbol en el centro y las niñas nos quedábamos en las esquinitas. "¡Aparta, chavala!", nos gritaban cuando pisábamos su territorio. Un día, tres chicos vinieron a ocupar también nuestra esquinita. Llegaron, se desplegaron, tomaron posiciones y, como no tenían balón, se pusieron a jugar al fútbol con una piedra. "¡Aparta, chavala!"
Esta vez no me aparté. Solo faltaba que nos echaran hasta de la puta esquina. Y recibí una bonita pedrada en la ceja.
Sangré cual degollada, lloré como un becerro, la señorita (a las maestras las llamábamos señoritas) vino hacía mí asustadísima, aquellos tres chavales se llevaron una regañina y un castigo y no volvieron a ocuparnos la esquinita.
Yo aprendí que salirme con la mía tenía un precio.
Cuando era pequeña, había en mi barrio una cuadrilla de chavales que a mí y a mis amigas nos hacían la vida imposible: nos insultaban, nos escupían, nos tiraban piedras...
Un día paseábamos por el barrio unas seis amiguitas juntas y nos topamos con uno de aquellos chicos; casualmente, el más pequeñajo y enclenque, que casualmente también era el más tocanarices y el más ladilla de todos. Sin hablar media palabra entre nosotras, lo rodeamos y le dimos unos cuantos empujones y algún tortazo.
No volvió a molestarnos. Ni él ni sus amigos.
¿Qué les contaría?
Parece ser que el meme, en su origen, iba de recuerdos infantiles literarios, pero lo que me ha venido a la memoria tiene poco que ver con la letra impresa y más con aventuras callejeras poco ejemplares. Así y todo, me he esforzado y he añadido un apartado sobre lecturas, que es este primero.
Cuando era pequeña leía sin saber leer. Ordenaba a mi abuelo que me leyera cuentos (todavía conservo milagrosamente un ejemplar de "Los tres cerditos") y luego me inventaba yo los textos. También tenía una enciclopedia infantil de varios tomos: mis preferidos eran el de poesía y el de historia sagrada. Supongo que también habría un tomo de ciencias naturales, pero no lo recuerdo.
Más tarde vinieron los tebeos. Primero, Pumbi. Luego, Tiovivo, Pulgarcito, Mortadelo... Y también los de chicas: Lily, con "Esther y su mundo". También novelas clásicas "juveniles" (Salgari, Mark Twain, Dickens, Dumas...) y vidas de santas en el formato que hoy se llama novela gráfica: texto y viñetas.
Cuando era pequeña, de mayor quería ser maestra, porque para mí solo había dos tipos de mujeres: por un lado estaban las madres, tías y abuelas y, por otro, las maestras. Bueno, no, había un tercer tipo, el de las cantantes: Massiel, Karina, Salomé... Yo, en realidad, quería ser cantante y triunfar en Eurovisión, como Mocedades. A veces me atrevía a decirlo, pero cuando no, cuando no me atrevía a soñar, decía que quería ser maestra.
Cuando era pequeña, en el patio de la escuela, los chicos jugaban al fútbol en el centro y las niñas nos quedábamos en las esquinitas. "¡Aparta, chavala!", nos gritaban cuando pisábamos su territorio. Un día, tres chicos vinieron a ocupar también nuestra esquinita. Llegaron, se desplegaron, tomaron posiciones y, como no tenían balón, se pusieron a jugar al fútbol con una piedra. "¡Aparta, chavala!"
Esta vez no me aparté. Solo faltaba que nos echaran hasta de la puta esquina. Y recibí una bonita pedrada en la ceja.
Sangré cual degollada, lloré como un becerro, la señorita (a las maestras las llamábamos señoritas) vino hacía mí asustadísima, aquellos tres chavales se llevaron una regañina y un castigo y no volvieron a ocuparnos la esquinita.
Yo aprendí que salirme con la mía tenía un precio.
Cuando era pequeña, había en mi barrio una cuadrilla de chavales que a mí y a mis amigas nos hacían la vida imposible: nos insultaban, nos escupían, nos tiraban piedras...
Un día paseábamos por el barrio unas seis amiguitas juntas y nos topamos con uno de aquellos chicos; casualmente, el más pequeñajo y enclenque, que casualmente también era el más tocanarices y el más ladilla de todos. Sin hablar media palabra entre nosotras, lo rodeamos y le dimos unos cuantos empujones y algún tortazo.
No volvió a molestarnos. Ni él ni sus amigos.
¿Qué les contaría?
viernes, 2 de septiembre de 2011
Partida
Os decía el otro día que una se ha pasado la vida pensando en huir, como tantos otros seres humanos, como, por ejemplo, Juan Ramón Jiménez, que tiene un poema que me ha gustado siempre mucho, titulado Partida.
Juan Ramón siempre quería huir y una vez que fue en barco a Nueva York, de noche, mirando al océano desde la cubierta, se dio cuenta de que el camino por el que siempre, desde niño, había querido marchar era precisamente el camino de plata que dibuja la luna sobre la superficie marina.
Él mismo lo cuenta, mucho más bonito que yo, faltaría más, en este poema que me sirve para darme la bienvenida a casa. Ya sé que es un poco incoherente una partida para el regreso, pero, lo siento, es lo que hay.
PARTIDA
Hasta estas puras noches tuyas, mar, no tuvo
el alma mía -sola más que nunca-
aquel afán, un día presentido,
del partir sin razón.
Esta portada
de camino que enciende en ti la luna,
con toda la belleza de sus siglos
de castidad, blancura, paz y gracia,
la contajia del ansia de su ausente
movimiento.
Hervidero
de almas de azuzenas, que una música
celeste fuera haciendo de cristales líquidos
en varas de hialinas cimas de olas,
con una fiel correspondencia de colores
a un aromar agudo de delicias
que extasiaran la vida hasta la muerte.
¡Majia, deleite, más, entre la sombra
donde arden los brillantes ojos sostenidos,
que la visión de aquel cantado amor,
leve, sencillo y verdadero,
que no creímos conseguir; tan cierto
que parecía el sueño más distante!
¡Sí, sí: así era, así empezaba
aquello; de este modo lo veía
mi corazón de niño, cuando, abiertos
como rosas, mis ojos,
se alzaban negros desde aquellas torres
cándidas por el iris, de mi sueño,
a la alta claridad de un paraíso!
¡Así era aquel pétalo de cielo,
en el que el alma se encontraba,
igual que en otra ella, única y libre!
¡Esto era, esto es, de aquí se iba,
por lisas galerías de infalibles
arquitecturas de agua, tierra, fuego y aire,
como esta noche eterna, no sé a dónde,
a la segura luz de unas estrellas!
¡Así empezaba aquel comienzo sin fin, gana
matinal de mi alma
de salir, por su puerta, hacia su ignoto centro!
¡Oh blancura primera, sólo y siempre
primera!
¡Marmórea realidad de la inconciente lumbre blanca!
¡Locura de blancura irrepetible!
¡Blancura de esta noche, mar, de luna!
Juan Ramón Jiménez
Partida
en Diario de un poeta recién casado, 1917
Juan Ramón siempre quería huir y una vez que fue en barco a Nueva York, de noche, mirando al océano desde la cubierta, se dio cuenta de que el camino por el que siempre, desde niño, había querido marchar era precisamente el camino de plata que dibuja la luna sobre la superficie marina.
Él mismo lo cuenta, mucho más bonito que yo, faltaría más, en este poema que me sirve para darme la bienvenida a casa. Ya sé que es un poco incoherente una partida para el regreso, pero, lo siento, es lo que hay.
PARTIDA
Hasta estas puras noches tuyas, mar, no tuvo
el alma mía -sola más que nunca-
aquel afán, un día presentido,
del partir sin razón.
Esta portada
de camino que enciende en ti la luna,
con toda la belleza de sus siglos
de castidad, blancura, paz y gracia,
la contajia del ansia de su ausente
movimiento.
Hervidero
de almas de azuzenas, que una música
celeste fuera haciendo de cristales líquidos
en varas de hialinas cimas de olas,
con una fiel correspondencia de colores
a un aromar agudo de delicias
que extasiaran la vida hasta la muerte.
¡Majia, deleite, más, entre la sombra
donde arden los brillantes ojos sostenidos,
que la visión de aquel cantado amor,
leve, sencillo y verdadero,
que no creímos conseguir; tan cierto
que parecía el sueño más distante!
¡Sí, sí: así era, así empezaba
aquello; de este modo lo veía
mi corazón de niño, cuando, abiertos
como rosas, mis ojos,
se alzaban negros desde aquellas torres
cándidas por el iris, de mi sueño,
a la alta claridad de un paraíso!
¡Así era aquel pétalo de cielo,
en el que el alma se encontraba,
igual que en otra ella, única y libre!
¡Esto era, esto es, de aquí se iba,
por lisas galerías de infalibles
arquitecturas de agua, tierra, fuego y aire,
como esta noche eterna, no sé a dónde,
a la segura luz de unas estrellas!
¡Así empezaba aquel comienzo sin fin, gana
matinal de mi alma
de salir, por su puerta, hacia su ignoto centro!
¡Oh blancura primera, sólo y siempre
primera!
¡Marmórea realidad de la inconciente lumbre blanca!
¡Locura de blancura irrepetible!
¡Blancura de esta noche, mar, de luna!
Juan Ramón Jiménez
Partida
en Diario de un poeta recién casado, 1917
sábado, 30 de julio de 2011
martes, 21 de junio de 2011
Luis Rojas Marcos
El Instituto Vasco de Administración Pública (IVAP) publica de vez en cuando unos cuadernitos con entrevistas a gente interesante. La última es una charla de diecinueve sabrosas páginas con Luis Rojas Marcos, que me ha dado mucho que pensar.
Os pongo, pues, unos párrafos selectos, a ver qué os parecen. Por supuesto que yo también daré mi opinión, que por algo este blog es mío.
Aclaro que la traducción-adaptación es mía y que menudo lío: supongo que la entrevista se la harían en castellano y luego alguien la ha traducido al euskera. Ahora voy yo y la traduzco otra vez al español. Nada más parecido al teléfono descacharrao.
El estrés está incluso bien visto. Si alguien tiene estrés, la gente dice: "Pobre hombre, estará haciendo un trabajo importante." Sin embargo, decir "estoy cansado, nervioso, asustado, ansioso, deprimido" no tiene el mismo significado ni la misma fuerza.
Claro que no, Luis. Por eso a los hombres les diagnostican estrés y a las mujeres, depresión. La depresión está más conectada con la debilidad y el estrés, con la acción y la tensión.
El optimismo tiene mala prensa en Europa. Creer que la vida tiene aspectos positivos se relaciona con la ignorancia y la simplicidad.
Es verdad. Ser optimista es como ser bobo. Los intelectuales europeos somos serios y malhumorados y no nos divertimos nunca. Reírse y ser feliz es de tontos y de incultos.
El pesimismo en Europa es social, cultural, no individual. Si preguntas a la gente uno por uno, te dirán que se consideran optimistas y que viven bastante bien. Sin embargo, piensan que el mundo está fatal.
El pesimismo tiene mucho de pose.
Para que la edad no nos convierta en una caricatura de nuestro pasado, para no vivir encerrados en nosotros mismos, necesitamos actividad, pero también debemos desterrar para siempre ciertos prejuicios y estereotipos sobre la edad, que son, como siempre, fruto de la ignorancia.
Muy de acuerdo, Luis. La dictadura de la estética que vivimos no admite la vejez. A menudo la edad avanzada se usa como arma arrojadiza, como insulto contra alguien. Contra las mujeres, mucho más a menudo. No hay más que ver un poco la tele para oír alguna monstruosa vejación de ese tipo. Contra esto hay que reaccionar enérgicamente, antes de que sea demasiado tarde.
La industria del entretenimiento ofrece a los jóvenes modos de diversión que no requieren de grandes desembolsos económicos. El consumismo es un ingrediente básico de la infancia, pero en la juventud desciende mucho el ansia de comprar cosas indiscriminadamente.
Eso será en los Estados Unidos, Luis, porque aquí no veo yo que descienda nada; todo lo contrario. El consumismo en la infancia lo ejercen los padres y el resto de la familia, que inundan a las criaturas de objetos que ni quieren ni necesitan. Y, luego, en la adolescencia, las criaturas siguen pidiendo cosas, artilugios, cacharros, desde consolas y teléfonos a coches y motos, pasando por ropitas varias, que cuestan cada vez más pasta. Y la industria no deja de empujarnos a todos hacia el consumo.
Para aprender hace falta, primero, sentir la necesidad de aprender; luego, saber cómo aprender; y por último, aprender.
Es verdad. Así que no es tan fácil.
Los seres humanos estamos genéticamente programados para sentirnos bien. Es una tendencia natural, igual que las heridas tienden a curarse, igual que necesitamos comer, tendemos a engañarnos a nosotros mismos, de una manera muy saludable, claro.
A Woody Allen le he oído alguna vez eso de "no sé cómo algunas personas pueden soportar la vida". Pues he aquí la respuesta. ¡Bendita programación genética que nos inyecta gafas rosas y nos impide ver la cruda realidad!
La depresión mata en Occidente más que el cáncer y que el sida, pero no se le dedica tanta atención, porque todavía está marcada por el estigma histórico de las enfermedades mentales. La psiquiatría tiene poco más de un siglo de existencia. Es todavía un ámbito bastante nuevo.
Sí, la enfermedad mental es todavía bastante tabú. Incluso abunda demasiado la opinión de que quien se deprime es porque quiere.
La gente con menor preparación intelectual y mayor estrés tiende más a la obesidad. En Estados Unidos, la pobreza, el estrés y la marginalidad empujan a la gente a comer más, pues necesitan algo que les alegre la vida y de esa manera luchan contra su impotencia. El asunto se complica con el culto a la delgadez de esta sociedad nuestra.
Uy, qué afirmación más delicada. Unir obesidad y pobreza no me parece extraño, puesto que algo tiene que ver con la comida barata y de mala calidad. Lo de la escasa preparación intelectual, en cambio,no acabo de verlo claro,pero seguro que Rojas Marcos sabe lo que dice.
Os pongo, pues, unos párrafos selectos, a ver qué os parecen. Por supuesto que yo también daré mi opinión, que por algo este blog es mío.
Aclaro que la traducción-adaptación es mía y que menudo lío: supongo que la entrevista se la harían en castellano y luego alguien la ha traducido al euskera. Ahora voy yo y la traduzco otra vez al español. Nada más parecido al teléfono descacharrao.
El estrés está incluso bien visto. Si alguien tiene estrés, la gente dice: "Pobre hombre, estará haciendo un trabajo importante." Sin embargo, decir "estoy cansado, nervioso, asustado, ansioso, deprimido" no tiene el mismo significado ni la misma fuerza.
Claro que no, Luis. Por eso a los hombres les diagnostican estrés y a las mujeres, depresión. La depresión está más conectada con la debilidad y el estrés, con la acción y la tensión.
El optimismo tiene mala prensa en Europa. Creer que la vida tiene aspectos positivos se relaciona con la ignorancia y la simplicidad.
Es verdad. Ser optimista es como ser bobo. Los intelectuales europeos somos serios y malhumorados y no nos divertimos nunca. Reírse y ser feliz es de tontos y de incultos.
El pesimismo en Europa es social, cultural, no individual. Si preguntas a la gente uno por uno, te dirán que se consideran optimistas y que viven bastante bien. Sin embargo, piensan que el mundo está fatal.
El pesimismo tiene mucho de pose.
Para que la edad no nos convierta en una caricatura de nuestro pasado, para no vivir encerrados en nosotros mismos, necesitamos actividad, pero también debemos desterrar para siempre ciertos prejuicios y estereotipos sobre la edad, que son, como siempre, fruto de la ignorancia.
Muy de acuerdo, Luis. La dictadura de la estética que vivimos no admite la vejez. A menudo la edad avanzada se usa como arma arrojadiza, como insulto contra alguien. Contra las mujeres, mucho más a menudo. No hay más que ver un poco la tele para oír alguna monstruosa vejación de ese tipo. Contra esto hay que reaccionar enérgicamente, antes de que sea demasiado tarde.
La industria del entretenimiento ofrece a los jóvenes modos de diversión que no requieren de grandes desembolsos económicos. El consumismo es un ingrediente básico de la infancia, pero en la juventud desciende mucho el ansia de comprar cosas indiscriminadamente.
Eso será en los Estados Unidos, Luis, porque aquí no veo yo que descienda nada; todo lo contrario. El consumismo en la infancia lo ejercen los padres y el resto de la familia, que inundan a las criaturas de objetos que ni quieren ni necesitan. Y, luego, en la adolescencia, las criaturas siguen pidiendo cosas, artilugios, cacharros, desde consolas y teléfonos a coches y motos, pasando por ropitas varias, que cuestan cada vez más pasta. Y la industria no deja de empujarnos a todos hacia el consumo.
Para aprender hace falta, primero, sentir la necesidad de aprender; luego, saber cómo aprender; y por último, aprender.
Es verdad. Así que no es tan fácil.
Los seres humanos estamos genéticamente programados para sentirnos bien. Es una tendencia natural, igual que las heridas tienden a curarse, igual que necesitamos comer, tendemos a engañarnos a nosotros mismos, de una manera muy saludable, claro.
A Woody Allen le he oído alguna vez eso de "no sé cómo algunas personas pueden soportar la vida". Pues he aquí la respuesta. ¡Bendita programación genética que nos inyecta gafas rosas y nos impide ver la cruda realidad!
La depresión mata en Occidente más que el cáncer y que el sida, pero no se le dedica tanta atención, porque todavía está marcada por el estigma histórico de las enfermedades mentales. La psiquiatría tiene poco más de un siglo de existencia. Es todavía un ámbito bastante nuevo.
Sí, la enfermedad mental es todavía bastante tabú. Incluso abunda demasiado la opinión de que quien se deprime es porque quiere.
La gente con menor preparación intelectual y mayor estrés tiende más a la obesidad. En Estados Unidos, la pobreza, el estrés y la marginalidad empujan a la gente a comer más, pues necesitan algo que les alegre la vida y de esa manera luchan contra su impotencia. El asunto se complica con el culto a la delgadez de esta sociedad nuestra.
Uy, qué afirmación más delicada. Unir obesidad y pobreza no me parece extraño, puesto que algo tiene que ver con la comida barata y de mala calidad. Lo de la escasa preparación intelectual, en cambio,no acabo de verlo claro,pero seguro que Rojas Marcos sabe lo que dice.
sábado, 11 de junio de 2011
Midnight in Paris
Este sábado 11 de junio, día de San Bernabé, apóstol y mártir, en el que se eligen unas cuantas alcaldesas y mogollón de alcaldes, aprovechando que me toca publicar en Zinéfilaz, huyo (no literalmente) a París y le escribo una cartita de amor a mi viejo amigo Woody Allen.
Y ya que hablamos de alcaldes y de París, he encontrado esta página de la Wikipedia en la que aparecen todos ellos (ellos, pues no hay ni una señora) hasta el actual, Bertrand Delanoë (uy, casi casi se llama como yo), de 61 años, socialista, nacido en Túnez, licenciado en economía y derecho en Toulouse y uno de los pocos políticos franceses que habla abiertamente de su homosexualidad.
No me voy más por las ramas. Pasaos por Zinéfilaz a leer sobre la peli y feliz mandato municipal a todo el mundo.
Y ya que hablamos de alcaldes y de París, he encontrado esta página de la Wikipedia en la que aparecen todos ellos (ellos, pues no hay ni una señora) hasta el actual, Bertrand Delanoë (uy, casi casi se llama como yo), de 61 años, socialista, nacido en Túnez, licenciado en economía y derecho en Toulouse y uno de los pocos políticos franceses que habla abiertamente de su homosexualidad.
No me voy más por las ramas. Pasaos por Zinéfilaz a leer sobre la peli y feliz mandato municipal a todo el mundo.
miércoles, 8 de junio de 2011
Los últimos párrafos selectos (lo juro) de "U de ultimátum"
[Vaya: en francés también les ponen doble título a las novelas del Alfabeto del Crimen]
Algunas personas quedan atrapadas en una etapa de la vida de la que nunca llegan a salir.
Pues sí, así es. A veces es en lo físico, otras en lo anímico; otras en lo estético. Hay gente que madura pronto y permanece en una eterna madurez hasta la ancianidad extrena, sin más etapas. La ausencia de evolución mental da para una tesis doctoral entera, así que mejor lo dejo.Eran simpáticas conmigo como suelen serlo las chicas que se saben mejores.
Otra vez ha dado en el clavo Grafton. La amabilidad puede ser perversa, pero siempre es preferible a la antipatía.Las mujeres mandonas me relajan, porque me evitan tener que tomar decisiones. Las mujeres manipuladoras son las que me sacan de quicio.
Yo también rompo una lanza (¿de dónde vendrá esta expresión?) por las mujeres mandonas, que tienen tan mala fama. ¡Qué curioso! Nunca he oído que a un hombre lo criticaran por mandón.De acuerdo otra vez con Grafton: las peores son las mosquitas muertas.
Etiquetas:
extravíos,
literatura,
novela negra
lunes, 6 de junio de 2011
Más párrafos selectos de "U de ultimátum"
[Fijaos: en alemán les ponen doble título a las novelas de Grafton]
No se me da muy bien la conversación trivial.
En eso nos parecemos, Kinsey, querida. Soy antipatiquísima en los ascensores y no me suele gustar ir a actos sociales donde hay que hablar de tontadas. Esta es una carencia grave de habilidad social. ¿Aprenderé algún día?
El bocadillo era una auténtica bomba que me eprmitía una vez al año: una capa gruesa de paté de hígado con mayonesa y pepinillos en rodajas muy finas, con pan de masa madre recién hecho.
Ya sé que no fomento buenos hábitos, pero me río siempre mucho con esta afición de Kinsey a la comida basura, supongo que para tocar las narices a tanto investigador gourmet.
Enumerar toda esa sarta de desgracias no hacía sino empeorar las cosas y avivaba recuerdos dolorosos que habría sido preferible olvidar.
Igual me condena a muerte el colegio de psicólogos, pero siempre he desconfiado de las supuestas bondades de la verbalización.
Pues todavía me queda algún otro párrafo selecto. Hasta prontito.
Etiquetas:
extravíos,
literatura,
novela negra
jueves, 2 de junio de 2011
Párrafos selectos de "U de ultimátum"

Si pagas el salario mínimo, no puedes esperar un trabajo bien hecho. No parece que nadie se dé cuenta de eso.
Qué razón tienes, amiga Kinsey. Qué ganas me entran de ponerme a disertar sobre el paro juvenil y las condiciones laborales indignas. Pero no, me voy a contener.Me gustan los bolsos grandes llenos de recovecos: compartimentos exteriores para revistas y libros, bolsillos interiores -unos con cremalleras, otros sin- y una bolsita en un extremo para las llaves del coche.
O tempora, o mores sin teléfonos móviles, ni tablets ni ordenadores portátiles. A mí también me gustan los bolsones maletones, aunque mi espalda empieza a resentirse.
Habrá más párrafos selectos. Permanezcan atentos a sus pantallas.
Etiquetas:
extravíos,
literatura,
novela negra
sábado, 16 de abril de 2011
Semana Santa en Bilbao
Os pongo un vídeo de la procesión de ayer, Viernes de Dolores, en Bilbao.
Sale la Dolorosa y mi momento favorito es cuando se para un momentín ante la sede del PNV y posa un poquito con el ikurriñón de la fachada. ¡Menuda precampaña nos espera! Ay, si Sabino levantaría la cabeza...
Sale la Dolorosa y mi momento favorito es cuando se para un momentín ante la sede del PNV y posa un poquito con el ikurriñón de la fachada. ¡Menuda precampaña nos espera! Ay, si Sabino levantaría la cabeza...
Etiquetas:
extravíos,
geografía sentimental
Suscribirse a:
Entradas (Atom)