miércoles, 30 de diciembre de 2009

Propósitos para el nuevo año


Voy a mudarme a un piso canijo
en un barrio chungo.
Pintaré las paredes de amarillo o naranja.
Quizás deje el gotelé.
Pondré muchas estanterías
pa colocar noveluchas
y souvenirs que me traen
las amigas viajeras.

Iré a trabajar en metro
tooodos los días.
A la ida, cogeré en la boca
los periódicos gratuitos
y, a la vuelta,
me haré el sudoku, qué bien.

Los fines de semana se me harán largos.
Veré en la tele los realities que me gustan
y las películas de amor.
Iré a recaos al Eroski y,
si llego bien a fin de mes,
me compraré un libro gordo
con santos
y un frasquito de perfume.

De vez en cuando querrá verme
algún viejo amigo
e intercambiaremos dolencias
en un café lleno de ancianas.

Va a ser una hermosa vida.
Toda una estética del fracaso.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Canción triste de Navidad


No hay cosa más lastimosa en el mundo
que un autobús urbano
un domingo por la noche
en invierno
y que llueva.


Más triste resulta aun
si ese domingo es Navidad,
el 25 de diciembre, para ser exactos,
y al autobús suben niñitos
con sus juguetes nuevos
y sus abuelas.


No te digo ya lo que es
si el conductor lleva la radio puesta
y suena una canción llorona,
como de Álex Ubago.


Para colmo,
los paraguas chorreantes
lo dejan todo perdido de agua
y las abuelas,
antes de que se siente el nietillo,
sacan del bolso
un pañuelo amarillento
de tela.


La luz
nos pone a todos cara de muertos;
no la utilizaría nunca
un fotógrafo del Vogue.


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domingo, 20 de diciembre de 2009

Cascar por cascar

cascar.
(Del lat. *quassicāre, de quassāre, golpear).

1. tr. Quebrantar o hender algo quebradizo. U. t. c. prnl.

2. tr. coloq. Dar a alguien golpes con la mano u otra cosa.

3. tr. coloq. Estropear, dañar algo. U. t. c. prnl.

4. tr. coloq. Quebrantar la salud de alguien. U. t. c. prnl.

5. intr. coloq. morir.

6. intr. coloq. charlar. U. t. c. tr.


Así define la RAE el verbo cascar. Yo me quedo, claro, con la sexta acepción, la de charlar, que, según dice la Academia, "úsase también como transitivo". O sea, que es académicamente aceptable este uso tan coloquial y tan bonito: No le cuentes nada a ése, que lo casca todo.  Y qué decir de los derivados: Mira que eres cascanta. Una gozada.


Toda esta introducción para contar que unos aguerridos cascantes andan resucitando la costumbre del cascar en los bares o, dicho de modo más fino, las tertulias de café, tan en boga antaño en Bilbao y en más sitios.


Las tertulias se celebraban, según cuentan, en los cafés emblemáticos, pero resulta que el pasado viernes 18 de diciembre los cafés emblemáticos de Bilbao y todo el resto de la ciudad estaban de bote en bote. Hacía una tarde-noche de perros perreros, pero daba igual, la calle estaba a rebosar y los cafés famosillos, como digo, también, así que tuvimos que refugiarnos en una champanería y allí celebramos la tertulia bilbaina.


Los contertulios habituales, que son Mikel Agirregabiria, Josu Garro e Iñaki Murua (*), nos invitaron a Berta Martínez, Yuri Morejón y a servidora de ustedes y, como guest star, a Iñaki Anasagasti, con la sorpresa navideña de que luego se nos unió Josu Erkoreka




Lo único que tenemos todos en común es que blogueritos somos y, claro, que nos gusta cascar y escuchar; suficiente, pues, para pasar una velada estupenda. Fue un placer haber participado, haberme reencontrado con los conocidos y haber conocido a los demás. Un beso, pues, y hasta la próxima.







(*) En los enlaces veréis sus jugosas crónicas y muchas más fotitos chulas. Por supuesto que les he robado la foto de familia. Thanks.



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jueves, 17 de diciembre de 2009

Celda 211


Vaya por delante que a servidora de ustedes el género carcelario, de entrada, no la atrae. ¿Por qué? Puede que porque se parece al bélico en la tristeza infinita, que decía Truffaut, de las películas sin mujeres. Y he escrito "de entrada",  porque, si les dedico un minutito, enseguida me atrapan los mundos limitadísimos, tensos, asfixiantes, en los que no queda más remedio que trabajar bien el guión.

Y este guión está bien trabajado y los diálogos, currados también. Me falla un poco, sin embargo, la ambientación: no sabe una muy bien en qué época suceden los hechos; por un lado, hay cosas que huelen a los 80; por otro, aparecen primitivos teléfonos móviles... No sé.

Otra cosa buena tengo que decir de Celda 211: cada vez que sale ETA en una peli o novela, me suena todo a sainete y esta vez sólo me parecía opereta. Quizás sea porque los actores que representan a los presos vascos son vascos de verdad (Patxi Bisquert, aspaldiko!, ¡cuánto tiempo!).


Para acabar, están muy bien Tosar y Bardem, pero Luis Zahera está tremebundo, con un personaje extremo que no cae en el esperpento. Una pista: ¿cómo se sabe cuándo un personaje así está logrado? Muy fácil: cuando te recuerda a alguien. Y el Releches que hace Zahera me ha hecho pensar en más de un yonqui de mi barrio.

Y cuidadín, que el final lo deja todo a güevo para que haya secuela: ¿"Celda 212", quizás?

Celda 211. España, 2009. Director: Daniel Monzón. Guionistas: Jorge Guerricaechevarría y Daniel Monzón. Música: Roque Baños. Intérpretes: Luis Tosar, Alberto Ammann, Antonio Resines, Marta Etura, Carlos Bardem, Manuel Morón, Luis Zahera.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Retorno y fracaso



Según las revistas rosas cardiacas que me leo en el gimnasio, las rupturas sentimentales aumentan durante las vacaciones. Mira que yo, que voy de intelectualilla y tal,  no me he creído nunca lo impreso en papel couché, pero ahora resulta que tenían razón y me ha sucedido a mí: durante estos días que he estado fuera he vuelto a romper con Philip Roth.

Digo que he vuelto a  romper porque ya antes tuvimos otro flirt y también lo acabé dejando. Según las revistas, segundas partes nunca fueron buenas y esas relaciones intermitentes tipo Elizabeth Taylor y Richard Burton no son compatibles con el equilibrio mental; así y todo, presionada por crítica y público, le di a Roth otra oportunidad y me fui de viaje con Las vidas de Zuckerman, que llevaba tiempo languideciendo en mi mesilla sin acabar de entrar en mi cama.

Fíjate que el arranque de la novela me gustó. En el primer capítulo, el hermano de Zuckerman, dentista judío en Nueva Jersey, se somete un poco por capricho a una operación arriesgada y muere. En el segundo, sobrevive a la operación y decide abandonarlo todo, abrazar el integrismo e instalarse en un asentamiento judío en Palestina, lo cual es también una forma de morir en vida.

Y ahí empezó a enfriarse la cosa, porque, oh Jehová, qué complicado es ser judío. Ya le comenté al Jukebox: casi tan complicado como ser vasco. Qué lío de facciones religiosas y políticas, qué tremenda dispersión geográfica.

Pero lo que más pesó en mi ánimo fue el recuerdo de un paseo por Williamsburg hace ya unos cuantos años, antes de que se convirtiera en barrio cool. Allí viven unas decenas de miles de judíos jasídicos y, ay amá, qué tristeza las barbas, los caracolillos en las patillas y no digamos las señoras con el pelo rapado y esos pelucones tan feos. Qué sastrerías oscuras, qué agujeros de carnicerías. Qué empeño el de algunas religiones en hacer que la gente sea infeliz, o al menos lo parezca. Como si la felicidad fuese obscena.

En fin, que si a eso le unimos metralletas y mal rollo en Oriente Medio, me harté y me dije: Philip Roth, hijo mío, hasta aquí hemos llegado. No descarto, a pesar de todo, retomar la relación más adelante, para lo cual recurro a vuestro consultorio literario-sentimental en busca de consejo y aliento.

Y como adelanto de mis memorias, del estilo de las que publicó Sara Montiel en Hola, sabed que también abandoné sin piedad a Nadine Gordimer, Roberto Bolaño, Iris Murdoch, Paul Auster, Haruki Murakami... No tengo corazón. Continuará.

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miércoles, 9 de diciembre de 2009

Unas fotitos de despedida

Me he despedido tantas veces de esta isla de El Hierro, que ya no sé qué decirle. Os dejo unas fotos, pues, para que hablen por mí, pero no me resisto a ponerles pie: una es de letras, al fin y al cabo.


La ermita de Nuestra Señora de los Reyes. Blanco, azul y verde peleando entre sí.



El patio de mi casa. No es particular.



La lava y el mar construyen puentes.



Luces de Navidad en la Quinta Avenida de Valverde.



Y, para terminar, la playa de El Verodal. Roja y negra, como la bandera anarquista.

Hasta lueguito.


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miércoles, 2 de diciembre de 2009

Reformas en el paraíso

Queridos niños y niñas:

Como siempre os cuento cuánto me gusta esta isla de El Hierro, hoy toca decir algo que no me gusta y que lamentablemente abunda aquí: las construcciones abandonadas. Las hay ya terminadas (preciosas casonas antiguas que se caen a pedazos) y a medio terminar: obras que empezaron y que por no sé qué (¿turbia?) razón se paralizaron y se quedaron ahí, con el feo gris del cementazo a la vista y toda la basurilla (alambres herrumbrosos, sacos desventrados, maquinaria que se oxida ad infinitum) alrededor.

Esto ya es bastante sangrante cuando se trata de obras privadas, pero te abre las carnes del todo cuando son obras públicas: el polideportivo de Frontera, la guardería, el museo de Valverde y alguna más que se me olvida llevan aaaaños siendo un esqueleto feo con signos de abandono.

Pero cabe una esperanza. El Centro de Interpretación de El Julan se ha pasado también sus buenos añitos en construcción y por fin no hace mucho abrió las puertas y comenzó a funcionar.

Por si alguien no sabe qué es El Julan (o El Julán, que la toponimia es vacilante en esta isla), os contaré que es una zona con restos arqueológicos prehispánicos; concretamente hay un tagoror y unos petroglifos y sólo se puede acceder a pie después de caminar cuesta abajo unas horitas. Servidora de ustedes ha bajado hasta allá más de una vez, con su mapita y su cantimplora de agua, y nunca se ha encontrado a nadie. Pues bien: ahora resulta que sólo se puede bajar con guía y tienes que dejar el carné de identidad en el centro. Manda güevos el locurón proteccionista tras siglos de abandono.

En fin. Que todo cambia e incluso hay ya en Frontera un restaurante chino. ¡A dónde vamos a ir a parar!

Me encomiendo, pues, a San Esteban, que lo tengo en una placita al lado de casa. Hasta pronto.

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